Del
editor al lector
Ricardo
Roa
Si
algunos como Cristina Kirchner bromean o ironizan cuando dicen hablar en serio
cualquiera tiene derecho a hacer cosas parecidas.
-
Con su tradicional modestia, Cristina ha dicho que “más que perseguirnos
judicialmente deberían darnos el Nobel de Economía”.
Se
supone que si no a ella, a Kicillof o a Moreno.
En
realidad, la economía kirchnerista es una obra de ficción.
No
hubo cepo, default, inflación y desigualdad:
La
pobreza fue de apenas un 5%.
Todos
los problemas los creó Macri en siete meses.
Los
discursos son una cosa y la verdad otra y porque lo que ve cada vez más claro
la postulación con más posibilidades de premio sería un Nobel a la Corrupción.
-
En materia de oportunismo el Nobel bien podría corresponderle a Pacho O’
Donell.
Un
escritor y psiquiatra que siempre ha creído como Giulio Andreotti que el poder
malogra sólo a quien no lo tiene.
Devino
historiador pero revisionista y la revisión histórica le facilitó la revisión personal.
Fue
alfonsinista y secretario de Cultura con Alfonsín y lo fue de Menem cuando se
volvió menemista.
Ya
enrolado en el mundo nac&pop de la década ganada comparó el abrazo de San
Martín y Bolívar con el de Kirchner y Chávez.
No
más comentarios.
Ahora
pregona la recuperación del peronismo.
Su
consejo, ayer en La Nación: “dejar de
considerar natural la corrupción de sus funcionarios y dirigentes” al
parecer no tanto porque esté mal sino más bien porque “repugna a la ciudadanía y es aprovechado por sus adversarios, en
general tampoco libres de pecado”.
Yo
robo, tú robas, todos robamos.
-
No hay Nobel de Educación.
Una
omisión lamentable que le quita a la universidad de San Martín la posibilidad
de competir con serias chances.
Fue
de las que más plata recibió del kirchnerismo:
Unos
$665 millones que aún no rindió del todo.
Entre
otros servicios reclutó espías para la ex SIDE.
Lo
hacía en su sitio http://noticias.unsam.edu.ar bajo el título búsqueda laboral.
El
link se dio de baja pero aún puede encontrarse si se lo busca con
especificidad.
Un
broche de oro a la manipulación K de las universidades públicas.
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Y de quedar otro Nobel para repartir, Alberto
Pérez podría postularse al de cinismo.
Ladero
de Scioli, se enriqueció tanto con la política que vive en el country Abril,
atiende en el Hyatt y se dedica a comprar obras de arte.
Acusado
de corrupción, dice:
“Me
persiguen como a Cristina”.
Podría
haber elegido un escudo mejor.
Cristina,
O’Donell, la universidad de San Martín y Pérez quieren hacernos creer que no
son lo que fueron.
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