AMBAS merecen ser leídas y meditadas...
LA
PRIMERA HISTORIA
Hace
ya muchos años, Alphonse Gabriel ("Al") Capone era el dueño virtual
de la Ciudad de Chicago.
Capone
no era famoso por nada que fuere heroico.
Su
notoriedad se cimentaba más bien por sembrar la incertidumbre general en la
"ciudad de los vientos" y en todo lo relacionado con piratería,
extorsión, producción ilegal y contrabando de alcohol, prostitución y
asesinatos, tráfico de drogas y terrorismo.
Capone
tenía un abogado a quien apodaban "Easy Eddie".
Y
era el abogado de Capone por una buena razón.
¡¡Eddie
era un buen abogado!!, bien preparado y astuto.
De
hecho, las habilidades de Eddie en el manejo de las leyes y manipulaciones
legalistas procedimentales, mantuvieron a "Big Al" (el Gran Al) fuera
de la cárcel mientras fue su abogado y durante casi toda su trayectoria. Eddie
casi llegó a ser Magistrado del TSJ.
Para
mostrar su aprecio, Capone le pagaba muy bien a Eddie.
No
sólo con abultados cheques, sino que Eddie gozaba de comisiones y de beneficios
especiales también.
Por
ejemplo, él y su familia ocupaban una mansión cercada con muralla en todo su
perímetro, contaba con un tren de sirvientes de todo tipo y tenía todas las
comodidades más modernas a la época.
La
mansión era tan grande que ocupaba toda una manzana de la zona residencial más
prestigiosa de la Ciudad de Chicago.
Eddie
vivía la gran vida de la Mafia de Chicago y le prestaba poca o ninguna
consideración a las atrocidades que sucedían a su alrededor.
Pero
Eddie tenía una gran debilidad.
Su "talón
de Aquiles".
Eddie
tenía un hijo al que amaba entrañablemente.
Así
que Eddie estaba siempre muy pendiente de que no le faltara nada a su joven
hijo:
Ropas,
automóviles, lujos, y una buena educación en prestigiosos colegios.
Nada
era suficientemente bueno para el hijo de Eddie.
El
dinero no era obstáculo.
Sin
embargo, a pesar de su relación con el crimen organizado, Eddie hizo esfuerzos
en enseñarle a su hijo la diferencia entre el bien y el mal.
Simplemente,
Eddie deseaba que su hijo fuera un mejor hombre que él.
Desafortunadamente,
con toda su fortuna e influencia, había dos cosas que Eddie no le podía dar a
su hijo:
Ni
un buen nombre, ni un buen ejemplo.
Ello
lo impulsó a encontrarse en una encrucijada en su vida y así, un día, Easy
Eddie se enfrentó con una terrible decisión.
Easy
Eddie deseaba rectificar todo el mal que había hecho.
Con
absoluta determinación, Easy Eddie decidió que cooperaría con las autoridades y
decir toda la verdad sobre la organización de Al Capone, tratando así de
limpiar su nombre manchado, y ofrecerle a su hijo alguna semblanza de lo que
significaba la integridad.
Para
hacer esto, Easy Eddie tendría que ser testigo ante los Tribunales en contra de
La Mafia, y él sabía perfectamente bien el costo que ello conllevaría.
Así
que Easy Eddie testificó.
Al
paso de un año, la vida de Easy Eddie terminó con una ráfaga de disparos y
ametralladoras en una solitaria calle de Chicago.
Pero
ante sus ojos, como ya lo había comentado ante amigos, él le había dado a su
hijo el regalo más grande que él podía ofrecer, y estaba dispuesto a pagar el
más alto precio, lo cual en efecto sucedió.
La
Policía removió el cuerpo de Eddie y en sus bolsillos encontraron un rosario ,
un crucifijo, un medallón religioso (probablemente de La Virgen María o de
algún Santo) y un poema impreso tomado de una revista pegado con un clip.
El
poema decía así:
Al
reloj de la vida se le da cuerda sólo una vez.
Y
a ningún hombre le está dado saber cuándo las manillas habrán de detenerse en
cualquier temprana o dilatada hora.
El
"ahora" es el único tiempo que te pertenece.
Vive, ama, lucha
con un propósito.
No
confíes tu fé al tiempo pues el reloj puede pronto detenerse.
LA SEGUNDA
HISTORIA
La
II Guerra Mundial produjo muchos héroes.
Uno
de ellos fue el Lieutenant Comander (Teniente Comandante) Butch O'Hare.
Era
un piloto de caza, entre los más expertos, asignado al porta-aviones Lexington
, nave madre de la flota del Pacifico Sur de los Estados Unidos.
Un
día su escuadrón completo fue enviado de emergencia a cumplir una misión y
debieron despegar del portaaviones con urgencia.
Pero
después de encontrarse en vuelo en formación, Butch miró a su medidor de
combustible y se dio cuenta que habían fallado en llenarle el tanque completo
de su avión.
Butch
no tendría combustible suficiente para completar la misión y regresar al
porta-aviones.
Butch
reportó su situación a su jefe del escuadrón quien le ordenó regresar al
porta-aviones.
Con
mucho pesar, Butch se salió de formación y se dirigió de regreso a la flota que
navegaba por el Pacifico Sur comandada por su porta-aviones.
Pero
mientras regresaba a su nave madre, se dio cuenta de algo que le heló la
sangre:
Un
escuadrón completo de cazas Japonés se dirigía a toda velocidad hacia la flota
Americana .
Los
cazas Americanos habían ya salido a otra misión dejando a su flota
completamente indefensa.
A
Butch no le daba tiempo de regresarse y alcanzar al escuadrón de cuya formación
había salido y llegar a tiempo para defender y salvar a la flota.
Pero
se dio cuenta además que tampoco tenía tiempo de llegar o aproximarse a la
flota lo suficientemente para avisarles del ataque Japonés que se avecinaba.
No
había salida, solo le quedaba intentar desviar al escuadrón japonés para
alejarlos de la flota.
Dejando
de lado todo pensamiento de seguridad personal, Butch se enfiló de lo alto en
picada hacia la formación de los aviones japoneses.
Activó
sus ametralladoras Calibre 50 montadas en sus alas y comenzó a disparar
alocadamente mientras cargaba directamente hacia la formación japonesa.
Así
logró derribar a un primer enemigo sorprendido y otro más y otro más.
Butch
se desplazaba con mucha agilidad entre el escuadrón Japonés desconcertado al
que ya lo había hecho romper formación y continuaba disparando tanto como
pudiera a tantos aviones japoneses como les fuere posible hasta que sus
municiones se agotaron.
Aun
así, sin temor alguno, Butch continuó en el asalto.
Se
enfilaba hacia los aviones tratando de tocar las alas o sus colas con la
esperanza de dañar tantos aviones enemigos como le fuere posible de manera de
que les imposibilitara volar y tuvieren que aterrizar forzosamente en el mar o
simplemente retirarse.
Así,
finalmente, el exasperado escuadrón Japonés se dirigió hacia otra dirección al
momento, seguramente producto de la orden de su comandante ante la inmensa
confusión reinante.
Muy
aliviado, Butch O'Hare y su estropeado avión caza se dirigió accidentado de
regreso a su porta-aviones.
Butch
había sobrevivido.
Al
aterrizar, reportó lo sucedido y relató los eventos que había tenido que
enfrentar a su regreso después de haber salido de su formación.
Las
películas montadas en las ametralladoras corroboraron su historia.
Demostraron
a qué extremo Butch llevó su coraje para proteger a su flota.
Butch
había - de hecho - derribado cinco aviones enemigos y otros tantos no
derribados por el habían amarizado forzosamente en el mar.
Estas
películas son todavía famosas.
Todo
esto sucedió el 20 de Febrero del año 1942, y por esta acción, Butch llegó a
ser el primer "As de la Naval" de la II Guerra Mundial , y el primer
Piloto Naval en concedérsele la Medalla de Honor del Congreso de los Estados
Unidos.
Un
año más tarde, Butch pereció en combate aéreo a la edad de 29 años.
Su
ciudad natal de Chicago no permitiría que la memoria de este héroe de la II
Guerra Mundial se desvaneciera.
Y
así es como hoy, el Aeropuerto O'Hare de Chicago se llama precisamente así en
tributo y honor a este gran joven héroe norteamericano.
De
manera que la próxima vez que te encuentres en O'Hare Internacional, dedícale
un momento a meditar sobre el heroísmo representado en ese nombre dado al
Aeropuerto y tómate un tiempo para visitar el monumento Memorial con la estatua
de Butch O'Hare y su Medalla de Honor del Congreso, que se encuentran entre los
Terminales 1 y 2.
¡Ah!...
Pero...
¿Qué
tienen que ver estas dos historias entre sí?
¿Cómo
se relaciona la una con la otra?
Butch
O'Hare era el hijo de "Easy Eddie", el abogado de Al Capone
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