Ramesh Balsekar.
LA
VIDA COMO UNA COMEDIA
En
mi estado original de unicidad y plenitud, no sabía siquiera que existía.
Entonces,
un día me dijeron que yo había "nacido", que un cuerpo particular era
"yo" y que una determinada pareja eran mis padres.
Tiempo
después, comencé a aceptar, día con día, la demás información con respecto a
"mí", y así creé un escudo de personalidad completa sólo porque había
aceptado la acusación de haber nacido, aun cuando estaba totalmente consciente
de que no tenía experiencia alguna de ello, de que nunca había consentido en
nacer ni en que mi cuerpo me fuera impuesto.
Poco
a poco, el condicionamiento se fue haciendo más y más fuerte, hasta que creció
a tal grado que no sólo acepté la imputación de haber nacido como un cuerpo
particular, sino también el hecho de que, en algún momento, "moriría"
y, entonces, la sola palabra "muerte" se convirtió en algo aterrador
para mí al aludir a un suceso traumático.
¿Puede
haber algo más ridículo?
Después,
la gracia de mi gurú me permitió darme cuenta de cuál era mi verdadera
naturaleza y de que había sido víctima de una broma descomunal.
Así
pues, la ilusión más sorprendente no es tanto la ocurrencia de un suceso
conocido como nacimiento-vida-muerte durante un periodo de lo que se conoce
como "tiempo", sino la aceptación de una entidad objetiva que se
supone que experimenta este acontecimiento conceptual.
Y
la ilusión fundamental, lo que hace posible esta quimera, es el concepto de
espacio en el cual los objetos pueden extenderse, y el concepto de tiempo
(duración) por el cual pueden ser percibidos los objetos extendidos en el
espacio.
¿Ahora
entiendes por qué dije que la vida es una comedia, una farsa?
Da
un paso más y considera en qué medida tu entidad conceptual forma parte de esta
farsa.
No
sólo eres incapaz de ver que no eres más que un actor que representa
determinado papel en esta farsa, sino que supones que tienes posibilidad de
decisión y de acción en la comedia (llamada "vida"), la cual,
obviamente, debe desarrollarse conforme a un argumento ya escrito.
Y
cuando, de manera natural, tienen lugar los sucesos en el orden normal, esta
entidad conceptual que es el hombre permite que éstos lo afecten y surge así el
sufrimiento.
Es
entonces cuando piensa en la "esclavitud" y en la
"liberación".
La
liberación radica en ver la vida como una farsa, en darse cuenta de que uno
(ese Yo exento de toda objetividad) no puede ser una entidad de ningún tipo,
con una forma y un nombre.
Liberación
es la apercepción de que los objetos sensibles son parte de la manifestación de
la fenomenalidad total, que no hay identidades independientes, que lo que Yo
soy es la sensibilidad presente en todo objeto sensible, la presencia
consciente como tal.
Liberarse
es, pues, darse cuenta de que Yo, el Absoluto, en mi expresión fenoménica, soy
sólo movimiento (ver, oír, sentir, gustar, oler, pensar) sin la presencia de
ningún actor individual.
¿Entiendes
ahora por qué "sufres"?
Porque
eres víctima de una identificación equivocada.
O, mejor, porque has aceptado una identidad que es, a todas luces, ¡falsa!"
O, mejor, porque has aceptado una identidad que es, a todas luces, ¡falsa!"
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