Julio
Anguita en "El Manifiesto"
Es
ésta la primera vez que toma la palabra en El Manifiesto un alto dirigente (o
ex dirigente, que para el caso da igual) del Partido Comunista de España.
También
es, sin duda, la primera vez que un gran líder político de extrema izquierda
—Julio Anguita, autor de estas líneas—, practicando un sano ejercicio de
transversalidad política, hablando a favor de los intereses populares y no de
los enquistamientos sectarios y partidistas, se pronuncia a favor del partido
que más votos obreros y populares recoge en Francia:
El
Front National de —esperémoslo— la próxima presidente de Francia, Marine Le
Pen.
Saludamos
su gesto con reconocimiento y júbilo.
Un
gesto que es señal inequívoca de que la ruptura de nuestro tiempo no es ya la
de la polvorienta, vetusta, rancia (y falsa) división
"derecha-izquierda".
Nuestra
auténtica ruptura es hoy —vengamos de la mal llamada "derecha",
procedamos de la mal llamada "izquierda"— la que nos enfrenta a todos
con nuestras élites ávidas, degeneradas y apátridas.
“La
verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.”
Esta
conocida cita sitúa, más allá de los exégetas del metalenguaje, como centro del
debate el conocimiento, el dato o la propuesta concreta, con independencia de
quien o quienes las mantengan.
Todo
análisis sobre una proposición o crítica debe ceñirse al hecho que se expone,
bien para adherirse al mismo, bien para mostrar su rechazo.
Marine
Le Pen ha afirmado recientemente que la UE ha muerto porque "ha fracasado
en todos los ámbitos". Sostiene esta afirmación con un bagaje de datos y
hechos verificados diariamente:
Precariedad,
crecientes diferencias sociales e interterritoriales, etc.
Su
propuesta sobre una nueva construcción europea retoma la del general De Gaulle:
"La Europa
de las Patrias".
Añade
la promesa de hacer un referéndum en Francia sobre la permanencia en la UE.
Contra
Le Pen se han desatado las furias e invectivas sin otra argumentación que su
ubicación en la extrema derecha y su xenofobia.
Los
ataques ad hominen sustituyen a la respuesta razonada, la contrapropuesta
superadora y el debate.
Tampoco
faltan quienes por comodidad interesada y/o manipulación meten en el mismo saco
a quienes, estando a años luz de Le Pen, también denuncian la situación de la
actual UE.
Vivimos
inmersos en una cultura política deleznable que huye de la realidad porque ésta
no se atiene al discurso oficial.
La
adscripción política deviene en fidelidad a unos colores, la cosificación y
adulteración de la Historia o la sublimación de filias y fobias personales.
La
generalidad de los medios incentiva y potencia esta cultura haciendo de las
propuestas un cómodo ejercicio de clasificación por espacios ideológicos sin
entrar en la realidad que denuncian.
La Historia nos
enseña que las posiciones ideológicas de Le Pen y otras terminan siendo
asumidas por amplias capas populares, que abominan de quienes las han abducido
con almibaradas simplezas encubridoras de una degradación de los derechos
sociales y políticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario