Por
Susan Chira y Lilia Blaise
El
nuevo presidente de Francia ha roto con todas y cada una de las reglas del
manual de la política.
Pensemos
en Brigitte Macron, la primera dama del país.
Conoció
a su futuro marido, Emmanuel, cuando él tenía 15 años y ella era su maestra de
teatro de 39 años, estaba casada y tenía tres hijos.
En
un principio, ella y los padres de él trataron de disuadirlo de cortejarla y
ella ha declarado que no tenía una relación “íntima” con él cuando estaba en la
secundaria, pero al final logró convencerla.
Según
todos los testigos, ella estuvo presente en cada una de las etapas de su
evolución política, asesorándolo en sus discursos y comportamiento público, y
él recurre a ella porque es una crítica implacable.
Emmanuel
Macron la considera una compañera a su mismo nivel y dice que ella misma
definirá cuál será su papel.
Para una
sociedad como la francesa, esta pareja inusual ya está dando lugar a un debate
acalorado y bien informado sobre sexismo, diferencias de edad, masculinidad,
matrimonios contemporáneos, arte teatral en la política y lo que realmente
debería ser una primera dama de Francia en la era moderna.
“Es como una
bocanada de aire fresco en este país”, afirmó Natacha Henry, escritora de
temas de género.
“Pienso
que él ganó porque no vimos ningún comportamiento machista y eso es lo que
necesitamos. Si ella ha contribuido con eso, genial”.
Algunas
mujeres consideran que el matrimonio de los Macron rompe con el patrón de los
hombres poderosos que se acompañan de mujeres jóvenes como un accesorio, en
tanto que otros dicen que la historia francesa está plagada de ejemplos de
hombres más jóvenes que buscan mujeres mayores.
Para
algunos, Macron, de 39 años, es un antídoto para la hiper masculinidad de los
políticos franceses tradicionales, y él se rodea de asesoras fuertes y modelos
de matrimonio igualitario.
Otros
se han burlado de él por estar sometido a una figura materna.
Sobre
Brigitte Macron, de 64 años, han dicho de todo, desde que es una abuela que
hace el té hasta que es una “cagole”, que
en francés quiere decir mujer vulgar.
Si
las edades se revirtieran, señalaron sus defensores, nadie se inmutaría.
“La
edad de Madame Macron es un asunto feminista”, explicó Henry.
“Estamos
muy cansadas de esos tipos mayores que andan con jóvenes actrices”.
Los
Macron crecieron en la ciudad norteña de Amiens.
Brigitte
Macron fue la sexta hija de una familia cuyo negocio de chocolate era una
institución local fundada en 1872.
Ella
se casó con un banquero en 1974 cuando tenía 21 años, tuvo dos hijas y un hijo,
y daba clases de francés, latín y teatro en una secundaria.
Emmanuel
Macron quedó prendado de su maestra.
Durante
una entrevista que dio en 2016 a la revista Paris Match, Briggitte Macron contó
cómo se enamoró:
“Sentí que
también estaba dejándome convencer”, dijo.
“Después le pedí
que se fuera a París”
para que terminara de estudiar, además de que sus padres estaban deseosos de
separarlos.
Si
bien la edad de consentimiento sexual en Francia son los 15 años, es ilegal que
los maestros mantengan actividades sexuales con estudiantes menores de 18 años.
“Me
aseguró que regresaría”, confesó a Paris Match.
“A
los 17 años, Emmanuel me dijo:
‘No
me importa qué hagas, me voy a casar contigo’.
El
amor lo puso todo en su camino y me condujo al divorcio”.
Se
casaron en 2007, un año después de que ella se divorciara formalmente.
Candice
Nedelec, autora de un libro sobre ellos, Les Macron, dijo que durante la
campaña el candidato aparecía tras bambalinas después de una presentación y
preguntaba espontáneamente: “¿Dónde está Brigitte?”.
Algunas
veces se decía que Macron era parlanchín, teórico o difícil de entender.
Brigitte
le espetó sin rodeos que debía eliminar partes de su libro de campaña porque
eran demasiado aburridas, relató Nedelec.
“Durante
una campaña presidencial, por lo general tenemos al rey y a su corte”, dijo
Nedelec.
“Ella
es la que no dudará en decirle la verdad”.
Brigitte
Macron también parece ser maternal:
Protege
a su marido como se esperaría de muchas esposas francesas.
En
un documental que siguió su campaña durante varios meses, se le ve reprendiendo
a su marido por comer alimentos chatarra en la campaña.
Sin
embargo, Marlène Schiappa, asesora de campaña en temas de género, así como
otros que conocen a la pareja, advierten que no debería asumirse que ella es
una figura que ha moldeado a su deseo al presidente francés.
Dicen
que él le da forma a las políticas y que ella es más una persona a la que puede
consultar y solo contribuye con temas que conoce bien como educación, cultura y
derechos de las mujeres.
Nedelec
dijo que Brigitte y una de sus hijas lo impulsaron a ayudar a las mujeres a
crecer en la política.
Él
ha prometido que la mitad de los candidatos de su partido en las próximas
elecciones legislativas serán mujeres y que nombrará a varias en su gabinete.
Algunas
primeras damas en Francia han pasado casi inadvertidas como es el caso de Carla
Bruni-Sarkozy.
Durante
la presidencia de François Hollande no hubo primera dama oficial.
Hollande
había dejado a su pareja, la periodista Valérie Trierweiler, por una actriz,
Julie Gayet.
“El rol de la
primera dama evolucionó a medida que lo hicieron las mujeres en la sociedad
francesa”,
dijo Schneider.
“Así
que pasamos de la esposa de Charles de Gaulle, quien era muy sumisa, cuidaba de
los hijos y era muy discreta (como debe ser en una familia francesa burguesa),
a Carla Bruni y Valérie Trierweiler, con quienes las mujeres modernas tomaron
su lugar, y eso se aceptó”.
Sin
embargo, hay menos apoyo para las primeras damas abiertamente políticas,
manifestó.
“Ella no puede
ser alguien que murmure a los oídos del presidente”, dijo Alix
Bouilhaguet, periodista que cubrió a los cónyuges de los candidatos
presidenciales.
“Eso
lo tuvimos con Valérie.
“Ella
hizo que la línea divisoria fuera difusa y a la gente no le gustó”.
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