"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 13 de junio de 2017

El presidente Mauricio Macri y la situación en Venezuela

Emilio J. Cárdenas
                                   
A lo largo de poco más de una década, los sucesivos gobiernos autoritarios de Venezuela comenzaron a manipular las instituciones de la democracia hasta hacerlas absolutamente irreconocibles.                     
Primero lo hizo el fallecido Hugo Chávez.
Su suceso, Nicolás Maduro, completó la tarea.
Como resultado, Venezuela ya no es una democracia y –por ello- desde hace algo más de dos meses su pueblo protesta constantemente en las grandes ciudades.
En las últimas semanas Nicolás Maduro ha respondido al descontento generalizado con una represión violenta que entristece a la región toda.
La semana pasada, a los muertos ya acumulados (cerca de 80) se agregó el asesinato de un joven de apenas 17 años, que murió al explotar contra su pecho una granada lacrimógena lanzada horizontalmente por las fuerzas de seguridad venezolanas.
Ese disparo tuvo ciertamente por objeto nada menos que matar.

Venezuela se ha deslizado progresivamente hacia el autoritarismo.
Lo hizo primero en medio de un silencio cómplice de la mayor parte de los gobiernos de nuestra región.
Las cosas –sin embargo- han cambiado y, particularmente desde una OEA dividida, los principales países de nuestro hemisferio están denunciando el totalitarismo que se ha apoderado del país caribeño.
Entre ellos, Argentina, Brasil y México.
Es hora de apoyar la posición del presidente Mauricio Macri respecto de Venezuela.
Porque es clara y corajuda a la vez.
Además, porque refleja la verdad.

En una reciente conferencia de prensa en la ciudad de Corrientes, nuestro presidente hizo manifestaciones inequívocas y a la vez, inobjetables.
Dijo que el gobierno de Nicolás Maduro “se transformó en una dictadura que no respeta los derechos humanos”, lo que es incontrovertible.
Y agregó: “lo que está viviendo el pueblo venezolano es un flagelo de un gobierno que no respeta los derechos humanos, que ha avasallado los otros poderes y que lo que ha traído es hambre, enfermedades, violencia”.
Luego de lo cual instó a Nicolás Maduro a convocar inmediatamente a elecciones nacionales, para que sea el pueblo venezolano quien decida en las urnas, libremente, cual quiere que sea tanto su presente, como su futuro.
Finalmente, instó a Venezuela a respetar la independencia del Poder Judicial.
Para esto último es necesario un inmediato cambio radical desde que, particularmente los estamentos más altos de la Justicia venezolana, responden sumisa y vergonzosamente a las órdenes que reciben de Nicolás Maduro.
Son, en consecuencia, sus instrumentos.
De allí que devolver la independencia al Poder Judicial difícilmente suceda mientras Nicolás Maduro sea presidente de Venezuela.

Es cierto, son los propios venezolanos quienes deben resolver la difícil situación en la que están sumergidos.
En juego está su libertad.
Pero no es menos cierto que corresponde a todos los gobiernos de nuestra región denunciar sin disimulos lo que sucede en Venezuela e instar a sus gobernantes a retomar el camino de la democracia, sin demoras.
No hacerlo equivale a encubrir a Nicolás Maduro.
El mensaje del presidente, cabe señalar, coincide con el de la Conferencia Episcopal Venezolana, esto es con la visión del Pontífice, a quien acaban sus obispos de visitar.

Desde los movimientos autoritarios –como era de esperar- se escuchan críticas y ataques a la posición del presidente Macri.

No por ello debe cambiar de actitud, ni cejar en su empeño por defender las instituciones de la democracia y la vigencia de las libertades individuales.

No hay comentarios: