UN
PRIVILEGIO
Malú
Kikuchi (12/8/2017)
Argentina,
nuestra Argentina, tiene problemas serios.
Problemas
que vienen desde hace mucho tiempo, problemas que empeoran con el tiempo.
Seguimos
esperando que mágicamente alguien o algunos, solucionen todo con un chasquido
de dedos.
Pero
no es así, no hay varita mágica ni hada madrina, hay una realidad dura y
difícil de cambiar.
Pero
es imprescindible cambiarla.
Con
tiempo.
Argentina
es un país enorme, 8ª en superficie en el planeta y como enseñan en la
primaria, con todos los climas, del polo al trópico, de Los Andes al Atlántico;
con ríos enormes y caudalosos, desiertos, salinas, minas, pampas fértiles,
playas, bosques, selvas y…argentinos.
No
por repetido deja de ser cierto y no es un chiste, de serlo, sería un chiste
muy malo.
El mundo se
pregunta cómo y porqué pasamos de ser un gran país a esto que somos hoy.
Razones
sobran.
Cada
cual tiene las suyas.
Malos
gobiernos seguidos de golpes de estado, eso sucedió desde 1930, hasta 1983.
Que
si el partido gobernante no es peronista, el peronismo no lo deja gobernar.
Que si los
gremios son los dueños del estado nacional,
que
si los impuestos son excesivos, que si…
Inflación,
desempleo, mala educación, las clases no empiezan en tiempo y forma en las
escuelas públicas (que deberían ser de excelencia para equilibrar los
desniveles socio económicos), un poder judicial militante de un partido
político, la impunidad asegurada para determinados personajes, narcotráfico,
inseguridad, policías sospechados de contubernio con los delincuentes y…
Todo lo anterior
nos describe y la descripción dista de ser amable.
Y
sin embargo…
En
el planeta hay 193 países que forman parte de las Naciones Unidas.
Muchos
de ellos no cumplen con sus preceptos.
Entre
los 193 se encuentran Corea del Norte, varios países de Medio Oriente y Asia,
que no son democráticos, así como
algunos países latinoamericanos.
Cuba y Venezuela
son ejemplos.
Un
deporte nacional argentino, es la queja.
Nos
quejamos por todo, y tenemos razones para hacerlo.
¿Para
qué existen las PASO si no se cumplen?
Los
partidos no hacen internas, eligen a dedo a sus candidatos.
Parece
muy caro gastar $2.800 millones para hacer una encuesta nacional, más cercana a
la realidad que aquellas que pagan los partidos en pugna.
Es
un engorro tener que ir a votar el domingo, un día en que se puede estirar el
sueño, o se pretende no cortar una tarde de cine o deporte o salida familiar.
Nada
más que para ir a votar para después volver a votar el 22 de octubre y cambiar
algunos senadores y diputados.
Es un poco mucho.
Además
de las elecciones legislativas de medio término, acá se le suman las PASO.
Pero
ha habido tiempos no lejanos en que votar no era posible.
No
se podía.
Primero
porque no existió una ley de sufragio universal, secreto y obligatorio hasta el
10/2/1912, presidencia Roque Sáenz Peña; para varones argentinos nativos o
naturalizados mayores de 18 años.
Las
mujeres recién votarían a parir de una ley de 1947, presidencia de Perón,
impulsada por Evita.
Durante los
gobiernos de facto no se podía votar y fueron muchos.
Todo
lleva a admitir que votar no es algo dado, algo que cae como lluvia desde el
cielo.
Cuesta
y es difícil de conseguir.
No
es perfecto, está lejos de serlo, pero hasta que se encuentre algo mejor,
dentro de lo malo, no hay nada menos malo.
Pero
puede convertirse en la dictadura de la mayoría y lo hace con cierta
frecuencia.
Pero
con todos sus defectos, ahora, en estos días, 157 jóvenes venezolanos han sido
asesinados por las fuerzas gubernamentales de su país, simplemente por exigir
su constitucional derecho a votar.
Acá,
en esta vapuleada Argentina, se puede votar en libertad, elegir entre varios
partidos a distintos candidatos.
El
domingo hay que votar, no como un acto
reflejo, hay que votar a conciencia, después de pensar y meditar el voto.
El
destino del país se juega en cada elección.
De
un lado un populismo pseudo revolucionario, revanchista y ladrón y del otro, un
país normal, con paz y libertad.
A
pesar de todo, de lo que no funciona, de lo que está mal, de lo que debe
corregirse, de las molestias que implica la obligación de tener que hacer algo
en domingo, algo que no todos tiene ganas de hacer;
a
pesar de que la elección viene pre digerida -se vota lo que otros ya eligieron-
a pesar de que los candidatos no nos terminan de convencer o no nos convencen para
nada, a pesar de todo, ¡qué privilegio poder votar!
¡Qué
grande, inmenso privilegio es poder votar...!
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