Luis Majul
LA NACION
Hay una
falsa grieta en la prensa argentina.
Consiste en
dar por sentado que a una denuncia contra Cristina Fernández tiene que
corresponderle una igual, del mismo "tamaño" e impacto, contra el
gobierno de Mauricio Macri.
Son los
periodistas "fanáticos" del "así como te digo una cosa te digo
la otra".
Los representantes de una
imparcialidad impostada.
No hacen
periodismo con datos ni información verdadera.
Sólo están
ocupados en que no se los etiquete.
No quieren
que se los confunda con el periodismo militante K.
Y tampoco
desean que se suponga que están de acuerdo con un gobierno "de
derecha".
Como no trabajan en base a datos
verificables, cada tanto se les nota la hilacha.
Entonces un
día fuerzan un argumento anti-K y al siguiente sobreactúan una crítica al
Presidente.
Se presentan
a sí mismos como neutrales, pero en el fondo son dogmáticos. Hay una broma para
identificar su equidistancia de "mentirita".
Se dice de
ellos que no pertenecen ni a Corea del Norte ni a Corea del Sur, sino a un país
que no existe: Corea del Centro.
¿Cómo
reconocer a esta clase de "profesionales"?
Cuando las
papas queman y su público se los demanda, estos cultores de la falsa grieta
plantean un temario mixto y son capaces de dedicar el mismo tiempo al caso de
los bolsos de José López que a la denuncia contra Gustavo Arribas, a quien un
cuevero de San Pablo acusa de haber cobrado más de 800 mil dólares en coimas.
Como todos
sabemos, López está preso.
Fue atrapado
infraganti con 9 millones de dólares en efectivo y armas de guerra.
Ya se probó que lavó dinero y que se
enriqueció de manera ilegítima.
A la
denuncia verbal contra el jefe de la AFI, para empezar la comparación con
López, el cambista Fernando Meirelles -o cualquier otro ciudadano- debería
sumar, por lo menos, la documentación que pruebe la denuncia.
Un
periodista equilibrado debería agregar que se trata nada menos que del jefe de
Inteligencia de la Argentina y que es un íntimo amigo del Presidente.
Tanto, que
vive en el departamento que es propiedad de Macri.
Pero lo que debería importar, en todo
caso, es si es mentira o es verdad que Arribas cobró dinero ilegal y esgrimir
las pruebas que lo demuestran.
Demás está
decir que Arribas viene del mundo del fútbol, donde las operaciones en negro y
los retornos son moneda corriente.
Pero esto no
lo hace culpable de haber recibido coimas de la constructora Odebrecht.
No hasta que
los desembolsos que dicen que le hicieron aparezcan en sus resúmenes de cuenta.
Para no
aburrir al lector con las decenas de hechos de corrupción perpetrados entre
2003 y 2015 recordemos sólo lo que pasó en los últimos días:
Acaba de ser procesada la presidenta
de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, porque la encontraron responsable por el desvío de
200 millones de pesos que le giró el Estado para la construcción de viviendas,
la mayoría de las cuales no se llegaron a terminar…
La
procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, además de las
acusaciones por proteger a la ex presidenta y perseguir a funcionarios del
actual gobierno, incurrió en una
contradicción que complicará mucho su situación en la causa de la compra de un
edificio de 44 millones de pesos, por la que se habría cobrado una coima de
medio millón de dólares.
Quizá los
equidistantes de siempre supongan que para contrapesar esta información haya
que dedicar un buen tiempo, por ejemplo, a hablar de lo que dijo Elisa Carrió,
quien afirmó que todo el mundo, incluidos funcionarios y dirigentes de
Cambiemos, trabajan para la impunidad de Julio De Vido.
La pregunta adecuada para los
periodistas de Corea del Centro sería: ¿Ustedes consideran que hay tanta corrupción en el
gobierno de Macri como la que imperó bajo los mandatos de Néstor y Cristina?
¿Es lo mismo
el gravísimo problema del conflicto de intereses por el Correo que los dos
procesamientos a la ex presidenta como miembro y líder de una banda denominada
asociación ilícita?
Después de
más 35 años de actividad profesional estoy casi seguro de que, a medida que
pasen los días, se irán conociendo más casos de corrupción protagonizados por
los representantes del oficialismo.
Porque la
corrupción es directamente proporcional al tiempo que los dirigentes se
mantienen en el poder.
Y cuando
aparezcan los nuevos hechos, los periodistas que nos dedicamos a investigar los
revelaremos, como lo venimos haciendo desde antes de 1983.
No hay que pararse en una falsa
medianera para dar imagen de imparcial.
Porque se
corre el riesgo de ser confundido con un periodista "filo-K",
trasnochado.
O
"filo-M", recién estrenado.
Lo mejor es
ser coherente a través del tiempo, por encima de la falsa grieta.
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