Por
Rubén Lasagno
Lo
que voy a desarrollar puede estar equivocado, pero no es imposible que suceda…
El
tiempo lo dirá.
Por
estas horas esfuerzos desesperados de nuestra Armada y diez países más,
incluyendo la ayuda sustancial de Estados Unidos, buscan denodadamente al ARA
San Juan, el submarino que hace siete días está perdido en el fondo del mar y
del cual no se tienen noticias, con el agravante de que minuto a minuto, se
achican más los márgenes de sobre vida de los 44 tripulantes.
La
noticia es dura y trágica en sí misma, pero se me ocurrió bucear entre los
detalles de la noticia, a partir de una nota de Página 12 del día 17 de este
mes, a solo 48 horas de haber desaparecido la nave que leí bajo el título:
“La historia del
submarino San Juan y su reparación”.
Allí,
el diario ultra K hace una reseña del sumergible y su remodelación, trabajo que
comenzó en el año 2009 y se terminó en el 2014.
Pero
fiel a su línea editorial, el matutino, no deja de reflejar el gran “empuje”
que tuvo la industria nacional en la década pasada y adorna su texto con citas
como:
A
principios de este invierno, una mañana de frío y buena luz, zarpó del puerto
de Buenos Aires el submarino San Juan, saludado por obreros navales –otra raza
de románticos– que llevaron hasta a sus chicos para que vieran su trabajo.
Era
un día importante, porque no sólo se recuperaba una nave, sino que se
recuperaba la capacidad material de repararlas, mantenerlas y relanzarlas al
mar.
Algo
que, para variar, se había perdido en los noventa.
Luego
hace referencia a la recuperación de TANDANOR y la creación del CINAR y para no
perder la oportunidad, destaca la importancia de la decisión política de Néstor
Kirchner de poner en funcionamiento estos instrumentos de la industria pesada
argentina, convocando en cooperativa a viejos trabajadores que estaban
jubilados y promovieron nuevas camadas de técnicos para estos trabajos que,
hasta entonces, se hacían en el exterior.
Para
mayo de 2013 se embarcaban las baterías, se probaba todo en seco y se ajustaban
los detalles.
Este
verano, el San Juan volvió al agua en la cala del astillero para las últimas
pruebas, las llamadas “de puerto”, detalla en otra parte del texto y luego de
dar muchos detalles técnicos remarca:
Aquí,
en la orilla de esta ciudad, quedaron sesenta trabajadores navales con más de
5000 horas de entrenamiento del tipo más concreto posible, con ingenieros de la
Universidad Tecnológica Nacional también acostumbrados a estos trabajos y la
certificación Lloyds para los soldadores.
Leído sin ir a
interlínea, suena realmente fabuloso lo que se ha logrado con esta industria en
épocas del kirchnerismo, sin embargo, no nos quedamos con el cuento y
pretendemos conocer la historia en su totalidad, teniendo en cuenta que la
experiencia sobre el relato K, nos muestra que no solo hay una cara, sino dos,
tres y hasta cuatro, del mismo asunto.
Todo
bien, ahora veamos
El
proyecto fue calculado, de acuerdo a la información obtenida de las páginas de
Defensa, en 70 millones de pesos, lo cual se ponía ante la opinión pública como
una “bicoca”, en relación con los 500 millones de pesos que cuesta una nave de
estas características.
Ahora
bien, en el acto de entrega del sumergible, cuando ya se botaba la nave al mar,
reparada y con el escalón de media vida cumplido, el entonces Ministro de
Defensa Agustín Rossi en su discurso
inaugural, dijo que había costado 100 millones de pesos.
Es
decir, entre los 70 proyectados y los 100 informado, hubo 30 millones más que
aparecieron en el presupuesto no contabilizados al principio…
O
sea un 44% más de lo proyectado.
Claramente
este importante aumento es difícil ubicarlo solo en los “aumentos” de los
materiales y ahí habría que ver dónde, en qué momento y en base a qué se
estableció dicha diferencia. Información oficial al respecto no hay a mano.
“Este
es un día de enorme orgullo para todos nosotros, que siempre defendimos nuestra
industria y que, cuando otros pensaban que debíamos enviar a restaurar nuestras
embarcaciones al exterior, nosotros apostamos al trabajo argentino”, dijo Rossi en
el acto realizado en el Cinar, aquel día de 2014.
Antes,
el 9 de diciembre de 2009, la Ministra Nilda Garre en el Cinar, justo cuando se
iniciaba el trabajo de “corte” del submarino San Juan dijo:
“La
recuperación de este lugar es uno de los objetivos que nos habíamos planteado”, sostuvo Garré,
y recordó que “la había comenzado el ex presidente Néstor Kirchner cuando vino
a este Astillero, que estaba totalmente cerrado y desguazado; le hizo la
apuesta a la Marina a ver si se animaban a ponerlo en funcionamiento, y la
Armada respondió bien al desafío”.
Garré
enfatizó el hecho de que el CINAR “nos permite ofrecer un aporte muy
interesante a un polo de desarrollo industrial en la Argentina que va a dar
mano de obra, trabajo, tecnología de punta y va a generar divisas” y
añadió que se espera poder exportar la tecnología para el desarrollo de
submarinos a otros países.
Necesidades
y negocios
En
Santa Cruz fundamos el axioma:
“Para el
Kirchnerismo, detrás de una necesidad siempre hay un negocio”.
No
sabemos si en este caso sucedió algo parecido.
Tenemos sobradas
muestras de corrupción en el gobierno K.
Obras
que se cobraron y no se hicieron,
subsidios
que iban a parar al bolsillos de funcionarios y pseudos empresarios,
grandes
anuncios y múltiples inauguraciones que se llevaban miles de millones de
dólares y no se construyó nada y simulaciones donde se sobrefacturaban compras,
se
hacían proyectos, estudios y
supuestamente se equipaban organismos que era una gran mentira y solo
justificaba el drenaje de millones de fondos públicos que se perdían en la
corrupción estatal.
Al
submarino San Juan se proyectó cambiarle los dos motores diésel y 960 baterías
que le dan energía a la nave, fundamentalmente, pero los trabajos son mucho más
complejos.
Cunden
las sospechas (de mi parte) que algo
de ello podría no haberse hecho o no hacerse bien.
Tengo
la íntima convicción de que algún negociado hizo perder de vista la seguridad
en algún tramo de la reconversión de la nave, algo realmente fundamental antes de botar un submarino con todo lo que
ello implica.
Personalmente
interesé a la Dra Silvina Martínez, para que realice las averiguaciones del
caso y decidió que va a pedir informes sobre la reparación del submarino, a fin
de constatar si las inversiones que se difundieron, se condicen con los
trabajos realizados.
Si
las piezas y elementos de primera necesidad del submarino, fueron sustituidas
por nuevas unidades, si los motores y las baterías son nuevas como indica la
información de Defensa;
cuánto
se proyectó, cuándo costó y cuánto se facturó al Estado y de allí,
eventualmente, se podrá determinar luego, si la situación actual por la que a
traviesa el ARA San Juan es producto de factores que escapan a la voluntad
humana o si deviene de un encadenamiento de hechos de corrupción, que afectaron
la seguridad de la nave.
Será
interesante en el futuro, que desde el Ministerio de Defensa, de la Oficina
Anticorrupción y desde la Justicia, se
arbitren los medios para dilucidar la intriga y saber si más allá de los
hechos fortuitos que pudieran haber afectado a la nave para ponerla en
situación de emergencia, existen fallas
provenientes del error humano en el aprestamiento/remodelación/escalón de
mantenimiento del buque,
lo
cual quedará definitivamente aclarado merced a los peritajes que se harán
cuando sea encontrado el ARA San Juan y se clarifiquen los verdaderos motivos
de su naufragio.
(Agencia
OPI Santa Cruz)
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