"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 17 de diciembre de 2017

Carta leída por Santiago Kovadloff en el entierro de Alberto Nisman, frente a toda la familia del fiscal.

Marcelo Longobardi lo entrevistó en su programa de Radio Mitre y Kovadloff se quebró mientras hacía un relato en el que describió a la perfección lo que se vivió en ese momento.

Marcelo Longobardi: ¿Cómo estás?

Santiago Kovadloff: No se puede estar bien porque, ser testigo y partícipe al mismo tiempo de esta atmósfera y de esta tragedia y tener 72 años, como tengo yo, es estar abrumado por la eternidad de este día en que vive la Argentina a merced del delito, con instituciones frágiles que te impiden sentir que el país haya aprendido de su experiencia.
La sensación de indefensión, no sólo del riesgo de la individualidad, sino la orfandad de un país y la incapacidad que tenemos de aprender de las experiencias.
Todo esto genera una atmósfera que va unida a la tenacidad que uno quiere y debe, y que su dignidad le pide. Pero a merced de una sensación de pérdida, de repetición infinita.
No estoy bien.
La Argentina no tiene rumbo.
No sabés lo que eran los ojos de la hija mayor fijados en los míos cuando yo leía.
La más chiquita no estaba donde estaba.
Su cabecita estaba en otro lado mientras escuchaba la tierra que caía sobre el ataúd de su padre.
Y la carucha de la nena mayor, mirándome.
Su orfandad era también la nuestra…

Con los ojos mirándome a mí, como diciendo "¿de qué estás hablando?".
Y ese cementerio... que como todo es la expresión de una tragedia.
Ese rito judío y esa letanía terrible.
Y esa oración que dice "gracias Señor por haberlo tenido entre nosotros".
Es muy fuerte.
Somos hombres que insisten, y sí.
Insisten e insisten [solloza y se quiebra].
¿En qué?
¡En que las palabras no se conviertan en una basura!

ML: Esta atmósfera que transmitís tiene otra cara. Hay un sector de la Argentina, más o menos visible, que no está en lo mismo.

SK: No está en lo mismo. Habita otro país. Es invulnerable a la magnitud de la muerte.
Es invulnerable al crimen porque lo entiende como parte de una patraña orientada hacia la destitución de un gobierno constitucional.
Es absolutamente impermeable a la verdad de los hechos y se aferra a su ideología con la ceguera del fanatismo. 
Esa dualidad, ese desgarramiento terrible de dos realidades que se confrontan y parecen combatirse entre sí son en el fondo una dificultad muy profunda para hacer de nuestro país un solo país.
Para hacer de nuestro dolor un solo dolor.

Para hacer de nuestra conciencia crítica, la conciencia crítica de un pueblo.

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