03/12/1990 a 03/12/2018
Marcelo Mauricio Osores
Nosotros estuvimos ahí, ¿Vosotros estuvieron?,
¡¡¡Ellos no estuvieron!!!
El 3 de diciembre, el último bastión del
Ejercito con algunos Oficiales, Suboficiales y comandos civiles Nacionalistas
al mando del Coronel Mohamed Alí Seineldin se pronunciaron en defensa de la
Patria y de su Pueblo.
A 28 años de la última gesta que en Defensa
de La Patria.
¡Gloria y Honor a los CARAPINTADAS!
Ni Yankees, ni Marxistas!
¡N A C I O N A L E S!
Quienes fuimos protagonistas de aquel
pronunciamiento militar, puntualmente, en cada aniversario, además de
conmemorarlo, hemos reflexionado profundamente sobre sus consecuencias a la luz
del tiempo transcurrido y de las causas que lo provocaron.
Así hemos visto a lo largo de tres
décadas, cómo, año tras año y en forma
creciente, las razones que dieron sustento al alzamiento se fueron clarificando
hasta llegar a un punto hoy, que
nadie las puede negar o soslayar.
Evidentemente, hace 28 años, la sociedad
argentina en general, no estaba en condiciones de entender y comprender el
mensaje desesperado que un grupo de militares católicos nacionalistas lanzaban advirtiendo sobre el
peligro que corría la Nación Argentina, si no, se detenía el ataque hacia sus
Fuerzas Armadas, y que estas no podían ser arbitrariamente desmanteladas y
desnaturalizadas para servir intereses oscuros impuestos desde el exterior e implementados
por una clase política vernácula y corrupta más con sustanciada con la entrega
de la Patria que con su Defensa.
Ciertamente no se alcanzaba a comprender
aquello que el coronel Seineldín denunciara ante los jueces de la Cámara
Federal en agosto de 1991 en oportunidad de realizar su alegato cuando
dijo:
“...Mientras Las Fuerzas Armadas, de
Seguridad y Policiales, ya a cargo del Gobierno, desarrollaban la lucha contra
el terrorismo y se triunfaba, llamativamente,
se desata, desde los mismos Centros Financieros Internacionales, la maniobra
denominada de los Derechos Humanos, que revertirá el éxito táctico sobre la
Guerrilla, en una derrota Terapia Breve Estratégica “No estamos en condiciones de
proteger los valores culturales y espirituales de la patria; no estamos en
condiciones de proteger el territorio; no estamos en condiciones de proteger
las riquezas alimenticias, energéticas y de interés geopolítico. Y tampoco
estamos en condiciones de defender a los habitantes; que ya comienzan a
sentirse desprotegidos...”
Y continúa diciendo el coronel Seineldín:
“¿Cuál es el primer objetivo?...
Cambiar los valores culturales y espirituales.”
“El segundo, cercenarnos y fragmentar nuestro territorio.
Esto es viejo; el general San Martín, cuando
viniera a estas tierras, trató de impedir el proyecto inglés de fragmentar los
virreinatos españoles, aspecto que no pudo concretar.
Luego el brigadier general Juan Manuel de
Rosas luchó para evitar el desmembramiento de la Confederación Argentina; no lo
pudo hacer y se fue fragmentando y perdiendo provincias argentinas”…
“Hoy, por otros medios, ese proyecto de
fragmentación continúa…”
Hasta aquí algunas de las expresiones del
coronel Seineldín extraídas de su alegato.
En efecto, la sociedad argentina no quería
escuchar estas cosas que algunos tildaban de apocalípticas y prefería estar
distraída.
Por entonces, los viajes a las playas de
Cancum y Cuba y los dólares eclipsaban a la clase media, y cualquier mensaje
disonante en ese sentido era considerado aguafiestas y por tanto,
inmediatamente descalificado.
Aunque a la memoria colectiva le cueste
aceptarlo, eso era lo que ocurría
bajo el gobierno de Menem hasta hoy.
Y en el orden militar, la euforia no era
menor, las distintas promociones festejaban los fines de año con pintorescos
cruceros, o excursiones a Punta del Este o México y la mayoría de los
suboficiales viajaban a Europa integrando las misiones de paz.
Precisamente esas misiones constituyeron la
principal maniobra de la política exterior del gobierno menemista que se alió
automática e incondicionalmente a los EE.UU. para servir a sus intereses en
cualquier rincón del mundo donde el gobierno norteamericano lo ordenase.
Mientras los militares argentinos se vestían
como norteamericanos, hablaban en inglés y defendían los intereses
anglo-norteamericanos en distintas misiones, –en la isla de Chipre se llegó al
extremo de que tropas nacionales se subordinaran a un comando inglés, es decir
al país que aún usurpa nuestras Islas Malvinas –, en la Argentina se continuaba
el desguace de las FF.AA. sin pausa y a toda marcha.
Así fueron haciéndose extraordinarios
negocios desde el área de la Defensa Nacional, cerrándose unidades y comandos
cuyos terrenos luego eran rematados.
Esto fue tan así que para avalarlo baste
recordar que quienes ejercían el cargo de Ministros de Defensa, eran expertos liquidadores de empresas.
Pero, muchos militares, no alcanzaban a ver
más allá de los viáticos que les generaban las comisiones en el exterior y
cumplían felices y contentos el desguace material y espiritual al que Menem los
sometía con la obsecuente ayuda del traidor Balza y todos sus generales.
Menem no hubiese logrado semejante nivel de destrucción
de las FF.AA. sin la acción previa de Alfonsín y sin el colaboracionismo de
Balza y todos sus generales –tan responsables como él–.
Así llegó el falaz arrepentimiento por la
participación de los militares en la guerra contra la subversión en el que,
Balza arbitrariamente, comprometió a las FF.AA., y todos los generales y el
Ejército callaron…
Luego llegó la venta de armas a Croacia y
Ecuador y todos los generales y el
Ejército volvieron a callar… También
llegó el falaz montaje pergeñado por Balza en la causa Carrasco para encontrar
culpables
y, otra vez, generales y Ejército volvieron a callar y
algunos a mentir…
Balza compró jueces, fiscales y testigos para
encubrir delitos cometidos en la investigación y…
Nuevamente, todos callaron…
Los únicos que no callamos y además actuamos
en contra de tanta corrupción y entrega, fuimos los mal llamados
“carapintadas”…
Ni siquiera la prisión ni los agravamientos
de condena, precisamente por no callarnos, lograron detenernos.
Y por esa actitud que para nosotros fue
desinteresada y patriótica, nos ganamos el rechazo de gran parte de la sociedad
y de nuestros propios camaradas, algunos
de ellos engañados por la propaganda disolvente que partía de la clase política
entreguista y corrupta, pero otros,
convencidos que éramos el verdadero enemigo de la Patria.
Respecto de estos últimos, hoy 28 años
después, se da la triste paradoja que muchos que nos combatieron con ferocidad
el 3 de diciembre de 1990, se encuentran en prisión por sus responsabilidades
en la guerra contra la subversión.
Teniendo la oportunidad de unirse a los
camaradas que en aquella jornada intentamos salvar al Ejército de la
destrucción que inexorablemente vendría años más tarde, eligieron aliarse al
poder político y apuntaron sus armas hacia sus camaradas.
Tanta confusión en el orden castrense recién
comenzó a clarificarse cuando después de 40 años de acontecida la guerra contra
la subversión, esta alcanzó el poder y comenzó su venganza, colocando presos a
todos los militares que habían participado de aquella contienda.
Recién ahí, los militares ex combatientes de
aquella guerra fraticida ya retirados, comenzaron a comprender quién era el
verdadero enemigo y a sufrir las consecuencias del abandono de los camaradas en
actividad y de la institución toda que, al igual que ellos anteriormente,
seguían y aún hoy siguen, sin saber dónde está el verdadero enemigo y sirven
incondicionalmente al poder político que procura su destrucción.
Como ya dijéramos al inicio de este artículo,
hoy dos décadas después los hechos hablan por si solos sin que en todo este
tiempo hayamos tenido que recurrir a frases tales como: “Teníamos Razón” o “Nosotros
lo dijimos”.
Más allá de que nunca hemos dejado de
expresar nuestros pensamientos, fueron dos décadas en las cuales los sucesos
ocurridos fueron el fundamento que reafirmó la legitimidad de aquel
pronunciamiento:
• A
28 años al país se le ha enajenado su soberanía, la FF.AA. están de rodillas y
el país indefenso ante los enemigos interiores y externos.
• El
narcotráfico y la delincuencia común se han hecho dueños de la calle.
• Las
patotas oficiales pasaron a ser el brazo armado de gobiernos para imponer sus
políticas o para disuadir
a los opositores.
• La
degradación social alcanzó niveles hasta hace poco, inimaginables.
• Las
milicias populares aguardan su turno para entrar en acción en caso de que el
proyecto político
populista se debilite.
• Se
ha insuflado en el pueblo una cultura anticristiana.
• La
anarquía se insinúa diariamente en las calles argentinas.
Es por todo lo expresado que, hoy 28 años
después, los militares “carapintadas”, reafirmamos nuestra condición de
soldados más allá de haber perdido el derecho al uso del uniforme y nuestros
grados militares y, junto a nuestros hermanos civiles que nos acompañaron en el
pronunciamiento y dieron su testimonio en la prisión o el exilio, decimos
que no hemos perdido la esperanza, y reivindicamos patrióticamente las causas
que nos llevaron a protagonizar los hechos del 3 de diciembre de 1990 a la vez
que reafirmamos nuestro compromiso de continuar bregando por los Valores y
Principios de una Patria Cristiano-Católica y por un Ejército Nacional
Sanmatiniano dispuesto a defenderlos…
¡Por Dios y la Patria...!
No hay comentarios:
Publicar un comentario