Incontable mencionar a todos los poetas que escribieron
sobre nosotras: las mujeres
Firmemente creo que solo somos nosotras quienes nos reconocemos.
Y en ese reconocernos, destaco el poema de Gioconda Belli:
Y Dios me hizo mujer
Y Dios me hizo mujer, de pelo largo, ojos, nariz y boca
de mujer.
Con curvas y pliegues y suaves hondonadas
Y me cavó por dentro, me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios y balanceó con cuidado el
número de mis hormonas.
Compuso mi sangre y me inyectó con ella para que irrigara
todo mi cuerpo…
Nacieron así las ideas, los sueños, el instinto.
Todo lo que creó suavemente a martillazos de soplidos y
taladrazos de amor
Las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas y bendigo mi sexo.
…
Madrid 20 MAY 2018 –
Nota del diario El País / Juan Cruz
“En Nicaragua rebosó la copa de la iniquidad”
La escritora Gioconda Belli dedica su último libro a la
lucha feminista y lamenta que la revolución sandinista acabara en la
"dictadura" de Daniel Ortega
Hay una historia escalofriante de esta mujer, Gioconda
Belli (Managua, 1948) poeta desde los 18, ocurrida en 1978, cuando el sandinismo
revolucionario luchaba en Nicaragua contra el somocismo criminal.
Ella fue a buscar la ayuda de Omar Torrijos, el general
que presidía Panamá, él quiso acostarse con ella, ella resistió, y rabiosa
salió corriendo de la mansión en la que el militar era cuidado por un harén.
Lo cuenta en sus memorias (El país bajo mi piel. Editorial
Txalaparta, 2015) y lo decía de viva voz este sábado, a un mes de la revuelta
en Nicaragua, en la Librería Contrabandos, en el barrio madrileño de Lavapiés,
rodeada de ejemplares de su último libro, Rebeliones y revelaciones
(Txalaparta), dedicado en gran parte a su lucha por la revolución de la mujer,
que inició al tiempo que apareció su primer libro.
Quiere hablar más de Nicaragua que de este volumen.
Su país (“mi país portátil”), por el que combatió como
sandinista, ahora está en manos de “un dictador, Daniel Ortega, que ya es otro
Somoza”.
Pregunta. En este libro usted dice que soñó “un
matrimonio perpetuo” con su país y ahora reniega “de los despojos” de su
“familia política”, el sandinismo que maneja Ortega.
Respuesta. Lo que quedó vivo de la revolución es lo que
estamos viviendo ahora.
Pensamos en arrepentirnos y hasta hace unos meses, ante
los despojos que Ortega deja, nos preguntamos si valió la pena tanto
sacrificio, mi juventud, la de Sergio [Ramírez], la de Ernesto [Cardenal]…,
para que hayamos terminado con este hombre y esta mujer subidos al poder,
creando todos los mecanismos para no bajarse nunca.
Y de pronto surge esta situación espontánea, la rebelión
de los jóvenes.
Un país que parecía embrujado se quiebra en mil pedazos
desde que la gente ve la represión contra los muchachos.
Lo vimos, todos vimos cómo la policía los pateaban.
Fue la gota que colmó la copa de la iniquidad.
P. Ahí ve de nuevo la revolución.
R. En lo que significa la revuelta: no queremos otra
tiranía.
Matan a los chicos, y la gente sale a la calle con
consignas que fueron sandinistas: “Patria libre o morir”,
“Que se rinda tu madre”.
Todos los símbolos, menos la bandera sandinista, que se
la apropió Ortega como si fuera suya.
P. ¿Cuál fue su error?
R. No respetar la libertad de la gente, olvidar que el
país es de todos y no de un partido.
Nosotros, tras la revolución, cometimos el mismo error,
pero no de forma tan arrogante.
Ellos sienten que tienen todo el poder.
Ese fervor contra la tiranía es lo que queda de la
revolución.
P. ¿Por qué los jóvenes?
R. Porque son los que resienten más profundamente la
falta de libertad.
Recuperaron las universidades, se enfrentaron a los
burócratas matones que se habían apropiado de ellas, afrontaron manifestaciones
por la dejadez de Ortega ante sucesos graves, políticos y ecológicos.
Así rebosó la copa de la iniquidad. Un símbolo de la
resistencia ha sido la destrucción de los arbolatas [árboles de lata que la
vicepresidenta, Rosario Murillo, esposa de Ortega, esparció por Managua],
iconos del poder.
Han destruido dieciocho de 125.
P. ¿Cómo debe de ser el ánimo de Ortega?
R. El miércoles se juntó con los jóvenes; fue como a una
guerra, apoyado por helicópteros.
Cuando empezó a hablar un muchacho le dijo que habían ido
a escuchar los términos de su marcha, porque habían asesinado a jóvenes, “no
queremos otra dictadura”, gritó…
Y luego una muchacha fue gritando los nombres de los
asesinados, y todos gritaban: “¡Presente!”.
Respondieron a la protesta siguiendo el guion venezolano:
mandaron matones a saquear las tiendas.
P. Ha escrito un libro de dos luchas: la de la revolución
moribunda y la revolución de la mujer. ¿A qué se debe en este momento?
R. No hay separación.
Las luchas colectivas tienen que pasar por luchas
individuales.
Se repiten las historias, y ahora vemos a Ortega
convertido en otro Somoza.
Me da cólera ver la bandera sandinista, que para mí
significó tanto, junto a la bandera de Nicaragua.
Creo que todas las revoluciones están llamadas a fracasar
si no van acompañadas de esas revoluciones que tenemos que hacer en las
relaciones humanas, contra la explotación.
Y ahí entra la inexcusable lucha de la mujer.
P. Ahora se hace bandera de lo que usted lleva diciendo
desde que era una muchacha.
R. El cuerpo es el campo de batalla de la desigualdad
entre el hombre y la mujer.
Destapar ese costo que la mujer ha tenido que pagar en
silencio por el esquema de la dominación es un avance muy importante para
entender la psiquis femenina y para que el hombre entienda también cómo se lee
su propio comportamiento dominante.
P. Marido y mujer coinciden compartiendo la presidencia
de su país… ¿Qué le produce esa simbiosis?
R. Son una pareja poco pareja.
Es una pareja política, porque no lo son en términos
afectivos.
Hicieron un pacto terrible entre una madre que aceptó que
su marido violara a su hija y a cambio le pide una cuota de poder.
Es una pareja enferma de poder…
…
Y la comparación con Cristina Elizabet Fernández surge de
inmediato.
Que no le haya entregado los atributos al presidente que
ganó las elecciones…
Nadie lo comprende.
Que haya involucrado a sus dos hijos en el latrocinio a
la patria que la votó para que administrara la nación en que nació solo una
descastada.
Que haya dividido al partido peronista (desde donde se inició
políticamente) y formara Unidad Ciudadana…
INACEPTABLE
Evidentemente los designios de Dios, ante la muerte de Kirchner
Evitó que continuara esa pareja enferma de poder!
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