"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 6 de agosto de 2018

Aceptar la derrota



La bomba de titanio libera menos del 1% de la energía que podría llegar a liberar – MPL
La luz del alma le dice a la personalidad ríndete ante mí

Cuando Gueshe Langri Tangpa recomienda “acepte su derrota y ofrezca la victoria a los demás”, expresa el pensamiento de Pan de Leche.
Para el Maestro, el hecho de aceptar una circunstancia adversa sin que se amargue nuestro corazón, es encontrar un diamante muy valioso.
Debemos enfrentar nuestras dificultades sin permitir que la mente se pierda en la desesperanza o en la confusión.
La impaciencia y el desánimo, no nos ayudan con las circunstancias adversas.
Algunas personas prefieren suicidarse antes que aburrirse de sí mismas…

Sí nos acercamos al fuego y nos quemamos, no podemos enfadarnos con algo cuya naturaleza es el calor.
Sí enfermamos, es para aprender de esa experiencia.
  padecemos dificultades, debemos valorarlas como una especie de examen de la vida, una prueba para superar de manera creativa.
Aceptar las condiciones adversas con agrado, disfrutar de ellas y aprender a “bailar” con los conflictos, permite alcanzar metas espirituales.
La intención pura y elevada colabora para depurar los enfoques y las ataduras impuros.

Cuando nada funcione, habrá que admitir esa circunstancia sin agravarla con la desesperación.
Sí carecemos de paciencia, no podremos realizar con éxito ninguna práctica espiritual.
La vida personal es corta.
Quizá sólo estemos unos días más en este mundo…
Así que, en lugar de preocuparnos por nuestros problemas, que en realidad no son más que el resultado de nuestro propio karma negativo,
debemos aceptarlos con agrado y utilizar nuestra vida para crear causas de felicidad duradera.

Sí toleramos ahora pequeños contratiempos, obtendremos más tarde, grandes resultados.
En cambio sí nos preocupamos por cualquier motivo, no podremos mantener “buenas relaciones amplias con la vida”
La gente suele conversar sobre temas sin importancia, y, por lo tanto, no vale la pena discutir por ellos.
Al aceptar la derrota, hacemos felices a los demás e, indirectamente, reducimos el egoísmo.
Nuestros problemas desaparecen porque ya no hay sitio en nuestra mente para ellos.
De manera gradual, las personas entenderán nuestra naturaleza y buenas cualidades, y estarán contentas con nosotros.
Ofrecer la victoria significa intentar hacer felices a los demás.

Podemos lograrlo, practicando la generosidad, la disciplina moral, la paciencia y otras virtudes.
Podemos dar amor u ofrecer ayuda material cuando nos sea posible.
También podemos practicar la meditación de tomar y dar.
Cuanto más entrenemos a nuestra mente en el deseo de dar, más generosos nos volveremos.
Entonces, la felicidad surgirá desde dentro, y dejaremos de depender de las circunstancias externas.
Cantaba Gibran Kalil Gibran:
“Derrota, mi derrota, mi soledad y mi aislamiento…”
“Eres para mí más querida que un millar de triunfos, y más dulce a mi corazón que toda la gloria del mundo”

Ahora bien, sí hay una buena razón para mostrar nuestra disconformidad, debemos hacerlo.
De lo contrario, lo mejor es olvidar el asunto.
Las enseñanzas de paz del Maestro son las mismas que las de Buda y las de Yhe Tsongkhapa.
La única diferencia reside en las palabras que se utilicen, pero el significado es idéntico.

Según el punto de vista espiritual, el valor del Maestro depende de la visión que tengamos de él o de ella.
Sí lo miramos de manera ordinaria, él será ordinario.
Pero sólo vemos como un ser iluminado, él o ella será como un Buda para nosotros.
El valor del guía depende más de nuestra propia mente que de él mismo.
Esto tiene un significado muy profundo…
Aunque el mismísimo Buda apareciera frente a nosotros y nos impartiera enseñanzas, sin tener fe en él, no recibiríamos ningún beneficio.
Pero sí el Maestro es un practicante humilde y lo respetamos como la representación de Cristo, para nosotros,
él o ella, realmente lo es, y de esta forma, recibimos las bendiciones de todos los Budas

Nadie puede obligarnos a tener fe en un Maestro, pero sí queremos recibir los máximos beneficios de sus enseñanzas, hay que intentar hacerlo.
Aconsejo recordar las instrucciones contenidas en el camino gozoso de buena fortuna sobre cómo escuchar las enseñanzas:
- “Mi maestro es como un médico espiritual.
Gracias a la confianza que deposito en él, por fin tengo la oportunidad de curar mi enfermedad interna”
Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar…
Capítulo 22 del libro ¿Hay mariposas en París? [Enrique Mariscal]

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