AMIGOS
La
cantidad y calidad de nuestras relaciones sociales afectan nuestra salud física
y mental.
Por:
CECILIA RODRÍGUEZ
La
droga que le voy a recomendar es mejor que morfina o cocaína.
No
es para fumar o aspirar o inyectar.
En
realidad, no corresponde a la definición literal de “droga”.
Lo
que hace a nuestro cerebro sí corresponde.
Estos
son algunos de los efectos:
Da
una sensación de bienestar, ayuda a atenuar dolores físicos y reduce el nivel
de cortisol, la hormona del estrés.
También
reduce el riesgo de contraer resfriados e infecciones del tracto urinario y de
problemas cardiovasculares e inmunológicos.
Impresionante
en verdad.
Y
esa “droga” maravillosa es ni más ni menos que los amigos.
Más
y más estudios están demostrando que los amigos son buenos para la salud mental
y física.
Una
gran investigación publicada en la revista ‘Scientific Report’, proveniente de
la Universidad de Oxford, dice que mantener lazos amistosos fuertes y regulares
es una fuente de producción de las famosas endorfinas, cuya capacidad
analgésica es más fuerte que la morfina y cuyo efecto de bienestar es
comparable al de otros opiáceos.
Las
endorfinas son parte de nuestros circuitos de dolor y placer.
Son
los analgésicos naturales de nuestro cuerpo y encargadas de hacernos sentir
bien.
Además,
promueven la vinculación social entre seres humanos y entre otros animales.
A
la vez, la interacción social dispara emociones positivas porque las endorfinas
se unen a los receptores opioides en el cerebro y producen esa sensación de
placer que obtenemos de ver a los amigos.
No
es sorpresa, entonces, que el sistema de endorfinas se vea interrumpido en casos
de depresión clínica, por ejemplo.
Esa
es, en parte, la razón por la que las personas deprimidas no encuentran placer
y se aíslan.
Personas con altos
niveles de estrés tienen pocos amigos.
Aún
más interesante es que la gente que hace mucho ejercicio también tiende a tener
pocos amigos.
Probablemente
porque tanto ejercicio no les deja tiempo para socializar o porque el ejercicio
les da la necesaria dosis de endorfinas para sentirse bien.
El
punto es que, como especie, los humanos somos animales sociales y hemos
evolucionado para vivir en grupo.
Es
en nuestros genes.
Por
eso la cantidad y calidad de nuestras relaciones sociales afectan nuestra salud
física y mental e inclusive nuestra longevidad.
Científicos
de la universidad Carnegie Mellon encontraron que entre mujeres con cáncer de
ovarios, las que cuentan con apoyo social de numerosas amistades responden
mejor al tratamiento.
Muy
parecido a lo que ocurre con mujeres con cáncer del seno: las que tienen el
soporte de amigos tienden a vivir el doble de las que no. Igualmente, la gente
con pocos amigos o sin ellos tiende a morir más rápido después de un ataque al
corazón que los que tienen amistades cercanas.
Los verdaderos
amigos nos estimulan a cuidarnos mejor, se oponen a que hagamos cosas dañinas y
su apoyo ayuda a prevenir depresión y a aumentar la autoestima.
Y
ahora viene la sorpresa:
La
cercana relación que tenemos con hijos, padres y demás familiares, en
contraste, tiene poco o ningún efecto en
la producción de endorfinas.
Vale
notar que los amigos de que estamos hablando son los de carne y hueso con
quienes tenemos contacto directo frecuente y en vivo.
¿Cómo
se aplica la teoría a los ‘amigos virtuales’?
¿Los
de Facebook o Twitter o cualquiera de las muchas redes sociales?
Eso
es “harina de otro costal” y material para otra columna.
Vidas
demasiado ocupadas, mucho tiempo frente a pantallas, dependencia de aparatos
electrónicos se atraviesan en el camino de hacer y cultivar amistades.
Esta
columna es una invitación a darles prioridad a los amigos, la mejor droga para
una vida sana, larga y feliz.
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