"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 4 de febrero de 2019

El aguaribay de Jorge Luis Borges


“Buenos Aires, yo sigo caminando por tus esquinas sin por qué ni cuándo”.
Al escribir “New England, 1967” las formas de su sueño habían cambiado.
Las Heras y Pueyrredón quedaba atrás en el espacio, en el tiempo y en los recuerdos de Jorge Luis Borges.
Allí, desde el quinto piso pudo mirar a los lejos el río y la más cercana  Recoleta con sus elegantes tumbas, abajo  la poblada copa del aguaribay  lo esperaba y  se transmutaba en biblioteca con otras hojas durante largas horas de lecturas.
Vivió en aquel edificio junto a sus padres y abuela entre 1929 y 1939, es decir entre sus treinta y cuarenta años.

El aguaribay estaba desde tiempo atrás, desde el otro siglo, cuando la facultad de ingeniería se encontraba aún cerca de la plaza de Mayo.
Algunas veces el nombre del árbol le sugería humedales y sonoridades guaraníes, otras, lejanos ecos andinos.
El árbol de follaje péndulo, sin duda era habitante natural del norte, plantado en la ciudad lo confortaba y le resultaba una amigable compañía cuando se sumergía en sus lecturas al abrigo de su sombra.
Imaginó y soñó con el árbol en su ambiente natural como protección, guarida y alimento de animales silvestres del monte.

Para el zorro el árbol es refugio y nutrientes por sus frutos rojos.
El – aguara guazú – “zorro grande” en guaraní, es monumento natural de cuatro provincias: Santa Fe, Chaco, Corrientes y Misiones.
El gran zorro del Chaco, habitante de las selvas sudamericanas es mencionado en el Apéndice II de CITES de la Convención de Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre. Etimológicamente aguaribay es el “fruto del zorro”, de aguará: zorro e yva: fruto.
El aguará guazú es el zorro más grande de Sudamérica, de patas largas y amblar cadencioso, muy buen caminador.

En el noroeste el nombre del árbol es “molle” no deriva del latín, sino del quechua – molli – significa rojo por sus frutos que semejan el “mullu” un molusco bivalvo de aguas calientes, el “oro rojo” fue sagrado para los Incas.
La mayor o menor presencia del molusco indicaba a los sacerdotes y meteorólogos el fenómeno del “Niño” en el Océano Pacífico y la posibilidad de predecir años secos o lluviosos.
Las hojas del molle forman parte del ritual en las ofrendas a la pachamama, con su fruto se elabora un tipo de  chicha.

Aguaribay, molle especie nativa americana de Ecuador, Perú, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay y Argentina.
Como no evocar al continente desde tan lejos, con su riqueza de paisajes, por su abundante flora y variada fauna y por  su patrimonio cultural, Borges sintió esa presencia que inmortalizó en los versos  “América me espera en cada esquina”.

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