Escrito
por Domingo Cavallo
En
el reportaje que le hizo La Nación, cuando el periodista Mariano Obarrio le
pregunta
¿Que errores cometió?, Duhalde responde:
¨Cuando
dije, el que puso pesos sacará pesos y el que puso dólares, sacará dólar”
A los pocos días llamé a una conferencia de
prensa y dije: Me equivoqué.
“Error
garrafal, era un tema muy peligroso.¨
¡Es
asombroso!
Si
Duhalde fuera realmente consciente de los errores que cometió, debería haber
mencionado que desde 1997 en adelante, cuando competía con Menem por la
candidatura presidencial del Peronismo, porque Menem insistía con la
re-re-elección, endeudó a la provincia de manera alevosa, no sólo emitiendo
deuda que colocaba en los mercados, sino, sobre todo, tomando prestado miles de
millones de pesos del Banco de la Provincia de Buenos Aires y de muchos otros
bancos, a los que le otorgó garantía de los recursos de la coparticipación
federal de impuestos.
Él sabe que esa
actitud, junto a la de otras provincias cuyos gobernadores lo imitaron, fue la
génesis de la crisis financiera con la que tuvo que lidiar De la Rúa, y,
particularmente, con la que me enfrenté yo, como Ministro de Economía, al que
Duhalde prometió ayudar, en el 2001.
Yo
se lo expliqué, con lujo de detalles, durante aquel año, cuando le pedía a él,
como a todos los dirigentes importantes de esa época, entre ellos al Dr. Raúl
Alfonsín, que le dieran apoyo al gobierno de De la Rúa, para superar esa crisis
y evitar una verdadera catástrofe.
Lamentablemente,
la catástrofe se desató con el golpe institucional del 19 y 20 de diciembre de
2001, que Duhalde presenta como un mérito de la ¨gran concertación convocada
por la Iglesia¨, que ahora invita a imitar como herramienta principal
de un eventual gobierno de Lavagna.
Duhalde
es un ignorante o un dirigente deshonesto.
Es
imposible interpretarlo de otra manera.
Cuando
él dijo que quien había depositado dólares iba a recibir dólares, no se
equivocó.
Era lo que
correspondía en un país que respeta el derecho de propiedad de millones de
ahorristas.
Claro
que los capitostes de la Unión Industrial, liderados por Ignacio De Mendiguren,
habían acompañado el golpe contra De la Rúa y, a la semana, contra Rodríguez
Saá, para sacarse de encima las deudas en dólares, aunque fuera a costa de
robarle sus ahorros a quienes habían depositado dólares en los bancos y de los
trabajadores y jubilados, a los que la
enorme devaluación que la pesificación provocaría, iba a deteriorar en más del
30% sus ingresos reales.
Fueron
esos lobbistas sin escrúpulos, los que lo convencieron, que reconocerles a los
ahorristas sus depósitos en dólares, era un error.
Que
él se haya dejado convencer por esos lobbistas es, o una muestra de ignorancia suprema o de escandalosa
deshonestidad, si es que para convencerlo le hicieron pagos
multi-millonarios, como en su momento se rumoreó.
Traigo
a colación este recuerdo, porque es muy relevante para imaginar cuál sería el
comienzo de un eventual gobierno como el que quiere promover ahora Eduardo
Duhalde para suceder al de Mauricio Macri.
Comenzaría, sin
duda, con una evaporación de todas las deudas públicas y privadas, por vía de
dos efectos.
Por
un lado, un tremendo golpe devaluatorio e inflacionario, como el del 2002, para
que las deudas en pesos virtualmente desaparezcan, como siempre lo hizo la
hiperinflación.
Pero,
como el sector público tiene el grueso de sus deudas en dólares, volvería a decidir una pesificación,
Por
supuesto, argumentarán que de esa forma reeditarán los superávits gemelos del
2002 al 2005, a los que siempre presentan como un gran mérito, siendo que se
lograron en base a un fortísimo deterioro de los salarios y las jubilaciones y
dejando de pagar intereses sobre la deuda, que significaron y aún hoy
significan, una costosa pérdida del
crédito público y de la confianza en las leyes de la Argentina.
Me
alarma sobremanera que ésta sea la política que tienen en mente.
Además,
hay claros indicios de que prima esta actitud irresponsable y mentirosa cuando
presentan a los esfuerzos del gobierno de Mauricio Macri por buscar el
equilibrio fiscal a través de discusiones transparentes y sinceras, como una
forma de trabajar por la acentuación de la pobreza.
Por
supuesto, si ellos llegaran a gobernar después de Macri, ocurriría lo que ya vivimos en el 2002:
De índices de pobreza del orden del 30%, se pasaría a índices del 50% y la desocupación se multiplicaría por 2, como ocurrió en aquel año.
De índices de pobreza del orden del 30%, se pasaría a índices del 50% y la desocupación se multiplicaría por 2, como ocurrió en aquel año.
La
posibilidad que, después de esa catástrofe, hubiera crecimiento, residiría en
que vuelva a repetirse el inédito boom de las materias primas que llevó el
precio de la soja de 130 a 600 dólares por tonelada.
Es
muy poco probable que ese fenómeno vuelva a repetirse, pero si lo hiciera, no
me caben dudas, que esa oportunidad volvería a dilapidarse, como se la dilapidó
en los 12 años que gobernaron los Kirchner.
¿Cuándo
se ha visto que un gobierno populista, ahorre e invierta, cuando los vientos
soplan a favor?
¿Serán
las iglesias, en la nueva propuesta de Duhalde, las que inviten a la
responsabilidad y a la austeridad fiscal?
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