¿Conflicto
de poderes?
¿Dictar
sentencias no seguía estando a cargo del Poder Judicial?
¿El
divorcio no se debía a la falta de confianza en la defensa de sus derechos por
parte del Estado?
¿No
estaba el enojo con la Corte basado en la errónea idea inicial de que la causa
Kiper (que no era el tema de fondo) había convalidado el corralito?
Cada
uno sacará sus propias conclusiones.
Pero
es preciso recordar que nuestra Corte estuvo toda la feria de enero asediada y
soportando en solitario presiones de todo tipo mientras preparaba esa
sentencia.
Recuerdo
que cada vez que me levantaba de mi escritorio simplemente para ir al baño
tenía que moverme entre gendarmes y policías.
No
obstante, cuando podía me escapaba y me mezclaba entre los manifestantes y la
fila de los ahorristas, lo que generaba gran preocupación a mis custodios y
asombro de los periodistas que me descubrían.
Recuerdo
a una reportera que me entrevistó entre la muchedumbre diciendo que yo abusaba
porque no me reconocían.
Y
puede que hubiera tenido razón.
Pero
Van der Kooy al menos reconocía que el malestar con el Poder Judicial se debía
a la sentencia sobre el corralito, y no al cúmulo de pretextos que se usaron
entonces y el año siguiente para deshacerse de una justicia molesta.
A
favor de los ahorristas, ¿en contra del gobierno?
No
está de más revelar aquí que una de las primeras gestiones de Vanossi como
ministro de Justicia de Duhalde consistió en invitarnos a mí y al doctor
Belluscio a su casa de Barrio Parque, donde conversamos largo tiempo, y luego
nos visitó en el Palacio de Justicia, donde fue recibido por los integrantes de
la Corte en pleno.
El
problema para el nuevo Presidente no era ningún historial nuestro, mucho menos
el criterio del "caso Kiper", sino cómo reaccionaria el Poder
Judicial a su plan enviado al Congreso el 4 de enero.
Tal
plan consistía en terminar con la convertibilidad mediante una “pesificación
asimétrica”, la confiscación de los depósitos y una hiper devaluación.
El
mismo plan que Cavallo había descartado por requerir un avance grosero sobre
los derechos de la propiedad.
La
posición de Vanossi era un tanto particular porque, de buena fe sin duda pero
muy equivocadamente, le había asegurado a Duhalde que, de acuerdo con la
tradición de la Corte, para casos de emergencia las decisiones del Legislativo
iban a ser evaluadas por el alto tribunal, aunque mellaran e incluso violaran
el derecho a la propiedad.
Ese
fue el error que creó una expectativa que, a su vez, potenció un conflicto que no
debió ocurrir.
Nuestra
Corte estaba decidida a volver a las fuentes constitucionales de defensa del
derecho de la propiedad privada, es decir, a las mejores tradiciones de nuestra
vida institucional, sobre la base de un proyecto de sentencia con el cual al
principio todos los ministros (menos Bellucio) estábamos de acuerdo.
Convencidos
de decirle no al avallasamieto de los derechos de la población, no al golpe de
estado civil y palaciego, no a la violación de los derechos humanos o de
cualquier garantía constitucional consagrada, no a incurrir en el otorgamiento
de la suma del poder a político alguno.
No
estamos hablando de una negativa caprichosa por no comprender las dificultades
políticas de un gobierno, sino de entender que no hay mejor remedio para una
emergencia que volver a los principios fundacionales de una república.
Fue
ese sentido del cumplimiento del deber lo que determino el golpe contra la
Corte.
Lo
peor del juicio político que se inició a partir de ese entonces fue que, como
sucedería en los años siguientes, ni el gobierno ni la oposición advertían lo
que estaba en juego.
En
algunos casos extremos, como el de Carrió, su confusión era tal que se
convirtió en abanderada de esa causa del juicio político contra la institución
“Corte Suprema de la Justicia de la Nación”, no contra algunos de sus miembros
individualmente.
La
doctora Carrió es un caso de verdad curioso.
Es
una persona de convicciones no muy sólidas, como lo demuestran sus
antecedentes:
Fue
fiscal del gobierno militar cuando gobernaba en el Chaco el general de brigada
Antonio Serrano.
Ya
en la democracia fue diputada constituyente en la reforma de 1994 por su
provincia y luego, ante el fracaso de una elección política en su provincia
natal, paso a ser una referente de la ciudad de Buenos Aires, donde en 2007
obtuvo un honroso tercer puesto.
Como
diputada tuvo varios casos de denuncia contra la corrupción pública que le
valieron y le valen el reconocimiento de importantes sectores de la ciudadanía,
que la consideran un ejemplo de valentía política y personal.
No
obstante, al no haberse demostrado nunca la verdad de sus denuncias, aparece
muchas veces ante los ojos de los ciudadanos como poco creíble.
Al
día siguiente de dictado el "caso Smith” declarando la
inconstitucionalidad do todo el sistema de restricciones, Duhalde soltó una
suspicacia al revés:
“Esta
decisión de la Corte, casualmente tomada cuarenta y ocho horas después de que
el Congreso habilitara el juicio político, es muy grave”. Lo sintomático era,
en vez de eso, que se habilitara el pedido de juicio político cuarenta y ocho
horas antes de que fuéramos a tomar una decisión que se había estado elaborando
durante todo enero y que el Presidente y su ministro de Justicia, y el
secretario de Estado de la SIDE, en fin, todo el Poder Ejecutivo y Legislativo,
conocían e intentaban frenar. Sin embargo, ya sabíamos sobre las intenciones
originales de Duhalde. En una comida cuyo anfitrión fue entonces el arzobispo
de Mercedes, monseñor Rubén Di Monte, a la que concurrimos con el ministro
Guillermo López, el arzobispo fue el primero en comentarnos que el nuevo
gobierno tenía planeado llevar a cabo el juicio político contra todos los
ministros para así poder obtener el aval a las medidas económicas.
Y
eso requería una nueva Corte.
Por
suerte, nosotros no cejamos ante la amenaza.
(...)
El 4 de diciembre Clarín efectuaba la siguiente y esclarecedora frase:
“En
el gobierno no descartan, incluso, que la Corte pueda seguir fallando a favor
de los ahorristas y en contra del oficialismo”.
Estar
a favor de los ahorristas era estar en contra del gobierno.
Sin
embargo, desde el oficialismo se informaba que el fallo de la Corte les había
impedido lanzar las medidas que favorecerían a los ahorristas.
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