Renunciar...
GERMÁN
FERMO
En
esta elección la economía no importa.
Noto
una abrumadora subestimación del riesgo que tenemos frente a nosotros en estas
elecciones 2019.
Por
primera vez siento que la ingenuidad de mis compatriotas puede condicionar mi
futura libertad cívica.
En
este entorno, la lectura de la realidad política de nuestro país se debe
realizar bajo una premisa resignada pero sumamente efectiva:
No
se trata del país que me gustaría tener sino del que me permiten mis
conciudadanos socialistas.
Desde
1983 nunca la institucionalidad jugó un rol tan decisivo en una elección y
siento que millones de argentinos no lo perciben.
Si
permitimos el retorno del kirchnerismo directa o indirectamente disfrazado
ahora de “peronismo bueno”, será el comienzo del fin.
Esta vez quizá
no tengamos la chance de volver a elegir en 2023.
El
caballo de Troya desembarcará con despiadada fuerza y tal vez nos quite el
derecho de volver a evaluar.
Espero que
muchos de los hoy distraídos comiencen a darse cuenta de que esta elección
puede ser nuestra última y en este contexto, la economía pasa a un plano de
absoluta irrelevancia.
Me
pregunto cuántos argentinos estarán al tanto del riesgo institucional que
corremos.
Cuántos
estarán dispuestos a renunciar ya mismo y retornar a su viejo amor, el
peronismo, ese pendulante cocktail de poder que nos viene empobreciendo desde
1945.
Sin
instituciones sólidas no existe libertad posible, sin libertad nada más
importa, renunciar hoy por lo tanto y pesar de la pésima gestión económica en
manos del Presidente Macri, no es
opción.
Los próximos 5
años serán de lamentable performance económica, gane
quien gane.
Debido
a las múltiples reformas estructurales que los argentinos no permitimos hacer y
que nuestra clase política entera ignora, las
chances de crecimiento sostenido son nulas, en el mejor de los casos
tendremos años de rebotes y nada más que eso.
El
problema es que para resolver el principal de todos nuestros dramas, pobreza al
35%, crecer debería ser el aspecto
más elocuente para tener en cuenta.
A
este entorno habrá que sumarle una economía que se irá en el mejor de los casos
desinflacionando lentamente al ritmo del socialismo de los argentinos.
Es una lástima
que hoy en día, no hayamos comprendido que para grandes logros se necesitan
grandes sacrificios y suma convicción.
Olvídense
de los personajes que de vez en cuando se postulan a presidentes, la restricción somos nosotros mismos…
Una nación que
se acostumbró a perder y que no se resigna a que es imposible usufructuar los
beneficios del capitalismo cuando lo que se practica es socialismo perdedor.
Es
lo que hay y es lo que habrá.
La
mediocridad asistida con estabilidad institucional será en este contexto un
logro a celebrar.
Vamos por todo.
En
Peronia habitan 43 millones de almas
socialistas que sólo están dispuestas a votar distintos tonos de populismo.
Estas
elecciones nos enfrentan a sólo dos opciones excluyentes con chances concretas
de poder, el resto está pintado como la Gioconda de Da Vinci.
Podemos
seguir quejándonos y echarle toda la culpa a Mauricio Macri o hacer lo que no
hicimos nunca:
Bancar el trago amargo de este primer mandato de transición a pesar de todos los errores de gestión macrista y seguir apostando por un cambio institucional que está costando mucho más de lo que se pensaba.
Bancar el trago amargo de este primer mandato de transición a pesar de todos los errores de gestión macrista y seguir apostando por un cambio institucional que está costando mucho más de lo que se pensaba.
Renunciar no es
una opción en la Argentina de hoy porque dicha
actitud le abre nuevamente la puerta a un populismo extremo que esta vez irá
por todo y devorará la poca institucionalidad que nos queda.
Un error
electoral en esta instancia puede costarnos toda nuestra libertad.
Si
hay un tiempo para no subestimar el retorno del kirchnerismo, es hoy mismo.
Es
momento entonces de que los argentinos comprendamos la contundente simpleza en
esta elección que se nos viene: MM vs
CFK.
No
hay nada más ni nada menos que esto.
O
se está de un lado o se está del otro.
Sería
fantástico que los argentinos identificasen alguna otra opción más exigente
pero la realidad es que la amplia mayoría de la sociedad es socialista y por lo
tanto, no está dispuesta a votar otra
cosa que no sea populismo.
Podemos
jugar a que esta severa restricción mental no existe y planificar entonces
política económica utópica o sea, la que
no sirve absolutamente para nada en la Argentina de hoy.
La
gestión económica a cargo del Presidente Macri ha sido muy mala y parecería que
muchos de mis compatriotas socialistas y no socialistas también, andan con
ganas de “castigarlo”.
Esta
actitud no hará otra cosa que beneficiar al peronismo, un peronismo que
comienza a unirse con un viejo amigo:
El
kirchnerismo, si es que alguna vez estuvieron separados.
Me
resulta irónico observar a un peronismo que habla en tercera persona y le
cuenta las costillas a un Presidente Macri por sus múltiples promesas
incumplidas como si ese peronismo no fuera responsable del 90% de lo mal que
hoy estamos.
Ese mismo
peronismo que fue K y contribuyó a saquear a una nación entera hace no más de
cuatro años.
Superman no
existe.
Nuevamente,
los argentinos esperan a un mesías salvador, un “súper presidente” que
transforme a un país quebrado en algo grandilocuente en un par de semanas.
Dicho presidente
no existe hoy y tampoco existirá mañana…
Cualquier
candidato que prometa soluciones rápidas en esta economía rota de hoy miente
descaradamente en especial porque si dicha solución existiese requeriría el
máximo apoyo y convicción de una sociedad dispuesta a un sacrificio histórico,
aspecto totalmente ausente en esta realidad que vivimos.
Los argentinos
son socialistas que pretenden vivir con los lujos del capitalismo, aspecto que
nos condena a crisis recurrentes una y otra vez por exceso de gasto. La
principal restricción que enfrenta todo líder político que quisiese encaminar a
esta nación hacia algo que se parezca a la normalidad, es mental:
Los
argentinos siguen sin aprender de sus errores y parecería que 74 años de socialismo perdedor no fueron suficientes para
comprender que la riqueza se genera de otra forma.
Pero
lo cierto es que esta restricción mental existe, mayoritariamente los
argentinos no están dispuestos a otra cosa por lo que para cambiar esta
realidad se requieren dos insumos:
Paciencia
infinita y 30 años de convergencia en el mejor de los casos.
Pero
cuidado: podemos estar muchísimo peor que esto.
En
esta coyuntura tan compleja que venimos tolerando hubiera sido útil al menos
que este gobierno hubiera podido mitigar de alguna forma la saqueadora herencia
kirchnerista.
Lamentablemente
no lo hicieron, de hecho la gestión macrista antes de la llegada del Fondo
Monetario Internacional vino exacerbando incluso los múltiples desequilibrios originados
en la era K.
Pero resulta
útil comprender que venga quien venga dichos errores ya están hundidos y habrá
que tomar la pérdida,
otra
pérdida más para una nación que insiste una y otra vez con decisiones
socialistas.
También
es cierto que la medida más relevante del Presidente Macri fue tercerizar el
manejo económico en el FMI y liberarnos de los interminables desaciertos de un
equipo económico que pecó de exceso de optimismo y de una ingenuidad merecedora
del Guinness.
Pero también
resulta importante destacar que a pesar de nuestras múltiples penurias actuales
podemos estar muchísimo peor y para hacerlo solo basta que perdamos la poca
institucionalidad republicana que nos queda.
Bajo
un marco institucional democrático, Argentina tendrá chances de por lo menos
intentar un largo sendero hacia la solución de nuestros dramas.
Pero si por
tontos subestimadores del riesgo nos permitimos perder nuestra libertad cívica,
los
males actuales no harán otra cosa que exacerbarse y como testigo de esta visión
solo hace falta observar lo que ocurre en Venezuela…
No hay comentarios:
Publicar un comentario