“La
mistificación es un fenómeno frágil”. Laurence Debray
Dos
pedidos de disculpas:
1)
a los muchos a quienes aún no he podido responder sus comentarios de la nota
del sábado; lo haré durante la semana; y
2)
a todos, por saturarlos con dos envíos tan cercanos, pero creo que la situación
lo amerita.
Cuando
el viernes a la noche escribí mi columna habitual, obviamente no imaginaba que
nuestra prestidigitadora egipcia lanzaría a la mañana siguiente el anuncio de
su decisión de designar a Alberto “Camaleón” Fernández como candidato a
Presidente de la Nación por Unión Ciudadana, reservándose el segundo puesto.
Los
integrantes del sello del PJ que encabeza José Luis Gioja y se apelotonaron
para la foto con ella, agotaron los stocks de hilo quirúrgico para suturarse el
…
y
se sumaron alegremente a la movida…
A
mi modo de ver, se trata de una confesa muestra de clarísima debilidad.
Todas
las recientes encuestas que tanto nos han alegrado o preocupado –dependiendo
del lado de la grieta en que nos encontremos- anunciando su triunfo son falsas, a punto tal que ni
siquiera Cristina cree en ellas.
¿Alguien
puede ser tan ingenuo, después de haberla soportado durante doce años, que
renunciaría al más alto cargo si hubiera creído en una ventaja de ocho puntos
sobre Mauricio Macri en un ballotage?
Su
ego es tal que ni siquiera permitió que fuera su Instituto Patria quien hiciera
el anuncio de la fórmula que competiría y, por primera vez en la trayectoria
mundial de la democracia, un
precandidato a vice designó a quien encabeza la fórmula.
La
lectura no puede ser más clara:
Soy
yo quien decide.
Es
decir, está convencida de que, como están las cosas, perderá otra elección –en
2017, esta genial mujer lo hizo contra dos “cuatro de copas” políticos, Esteban
Bullrich y Gladys González- e intenta ahora evitar ser nuevamente la cara
oficial de la derrota y ensayar alguna apertura en pos de votos ajenos.
Pero
su neo y fiel amigo no podrá de arrimarle nada.
Aún
cuando tuviera éxito en la misión de atraer a Sergio Massa al redil abandonado,
en modo alguno significaría que los escasos votos que éste conserva pudieran
trasvasarse al binomio pretendiente.
Las
sociedades ya no son aquéllas sobre las cuales podía usar el dedo elector.
Pregúnteselo
nada menos que a Luiz Inácio Lula da Silva, que no pudo hacerlo a favor de
Fernando Haddad y permitió así el triunfo de Jair Bolsonaro.
Es
cierto que Alberto Fernández tiene buenas relaciones con casi todo el espectro
económico y político del país y del extranjero, puesto que ha usado todas las
camisetas (cavallismo, menemismo, duhaldismo, nestorismo, massismo y, ahora,
cristinismo) con buenos modales, pero nadie come vidrio.
No
basta para convencer al círculo rojo que se haya desmarcado de la gestión de
Cristina a punto de criticarla, hasta hace muy poco, agriamente.
Nadie
cree en su capacidad de influir sobre el temperamento natural de ella.
Si
la fórmula tuviera éxito, el comando estaría en manos de la viuda y volveríamos
al “socialismo del siglo XXI”…
Los
mercados lo saben y los precios de todos los activos argentinos –moneda, bonos,
acciones, campos, industrias, inmuebles, etc.- se depreciarían a la velocidad
del rayo y todos esos eventuales amigos perderían en consecuencia.
Tampoco
olvidan que, como todos los jefes de Gabinete kirchneristas, padeció de una
ceguera localizada que le impidió ver el trasiego de bolsos en el despacho
presidencial y, en una muestra clara de su nueva conducta enumeró él mismo, en
un reciente sincericidio, quiénes son los jueces que deberán cuidar sus
espaldas para no ser convertidos inmediatamente en nuevos Alberto Nisman.
¿Se asustarán
tanto los nombrados como para paralizar los juicios?
Además,
conviene pensar que, a contramano de la historia del kirchnerismo, esto se
produce a un mes largo de la fecha de cierre de las candidaturas.
Entonces,
hasta que éstas se oficialicen, no es más que un amague exploratorio y la
fórmula podrá cambiar, o invertirse, sin que a nadie asombre.
Ante
la declinación de Felipe Solá y Agustín Rossi a sus respectivas postulaciones a
la precandidatura y dado que ambos tenían parecida intención de voto que yo en
los Estados Unidos, para no ser menos también desisto irrevocablemente de
competir contra Donald Trump.
En
cambio, Daniel Scioli informó que sostendrá la suya, para legitimar una PASO de
ese espacio político.
No era cosa de
dejar solo al binomio inversamente ungido.
Se
especuló que el anuncio pretende preparar el terreno para un indulto.
Me
parece un disparate adjudicar el “patriótico renunciamiento” que Cristina
escenificó el sábado a esta causa:
De
triunfar, siempre podría confiar en la generalizada cobardía o complicidad de
los jueces para obtener la impunidad.
Por
otra parte, los juicios por los zafarranchos del kirchnerismo aún no han
comenzado y el trámite de la etapa oral de cada uno se extenderá, como mínimo,
más de dos años.
Luego
la Cámara Federal de Casación revisará cada fallo y, finalmente, éste irá a la
Corte Suprema, que no tiene plazos para expedirse.
En resumen,
estamos a años de una sentencia definitiva que habilitara, en caso de resultar
condenatoria, un perdón presidencial.
Para
no abusar más de usted, terminaré recomendando al Gobierno convencerse de que
se trata de una buena noticia, y que debe abstenerse de reaccionar con
precipitación o realizar cambios en sus propias fórmulas electorales.
Cristina
Elisabet Fernández está buscando precisamente esto, y sería una inigualable torpeza
permitirle que marque el paso del proceso.
Bs.As.,
19 May 19
Enrique
Guillermo Avogadro
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