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martes, 30 de julio de 2019

Su propuesta sobre las Leliq implica destruir los salarios y las jubilaciones


Los dichos del candidato muestran el grado de improvisación y la falta de formación que tiene la dirigencia política argentina, dejando en evidencia, una vez más, no estar a la altura de las circunstancias
Por Roberto Cachanosky

El domingo a la noche Alberto Fernández dijo, en menos de 5 minutos, un cúmulo de dislates económicos que no sorprenden viniendo de un movimiento como el kirchnerismo.
Si bien el tema principal o que más impactó fue cuando dijo que iba a dejar de pagar los intereses de las Leliq, viendo el video uno observa otras cosas tan delirantes.
"El primer paso para exportar más es movilizar el consumo interno", dijo.
Lo normal es que si se consume más internamente quede menos saldo exportable.
De todas formas no se entiende cómo relaciona Fernández el aumento del consumo interno como paso previo al aumento de las exportaciones.
Resulta difícil calificar esta relación sin caer en una falta de respeto, así que no la califico, solo remarco la inconsistencia.

En lo que hace a las Leliq, todos sabemos que es insostenible esta tasa de interés en el largo plazo y el crecimiento del stock.
Eso creo que está fuera de discusión.
Es más, tiempo atrás publiqué en una nota sobre la inconsistencia de largo plazo de estas letras y cómo desarmar ese problema.
Aclarado este punto, vamos a las afirmaciones de Fernández. ¿Qué ocurriría si dejara de pagar los intereses de las Leliq?

O Fernández no sabe nada de economía, y dijo esa barbaridad basado en su ignorancia, o bien está anunciando un feroz ajuste de los sueldos y jubilaciones vía una llamarada inflacionaria.
Casi hiperinflacionaria
Como se sabe, estos instrumentos del Banco Central están en manos de los bancos, quienes compraron el stock con los depósitos de sus clientes.
Al momento de redactar esta nota el stock de Leliq es de $1,2 billones, el equivalente al 86% de la Base Monetaria y casi el mismo monto de depósitos a plazo fijo en pesos del sector privado.

Bien, ¿qué ocurriría si el BCRA dejara de pagar los intereses de las Leliq?
Como los bancos captan depósitos a plazo fijo pagando tasa de interés que luego cobran una tasa mayor comprando Leliq, no podrían pagarle a sus depositantes los intereses por un plazo fijo.
Automáticamente la gente retiraría de los bancos los depósitos a plazo fijo.
Ahora bien, al presentarse el cliente del banco en ventanilla para retirar su dinero, automáticamente el banco se daría vuelta y le diría al BCRA:
"Tomá las Leliq y dame los pesos que tengo al cliente en la ventanilla".

Como el BCRA no tiene los pesos, tiene que emitirlos, de manera que se cancelaría la deuda para pagar los depósitos a plazo fijo con una fenomenal emisión monetaria que, en el extremo, duplicaría la base monetaria.
Esto generaría una gran llamarada inflacionaria y cambiaria.
Así que si Alberto Fernández pretende hacer eso el 10 de diciembre, podrá subirles el 20% a los jubilados, pero la inflación que va a generar va a ser tan grande que la caída del salario real y de las jubilaciones pueden ser de nivel apoteótico, similar de la que se produjo cuando Eduardo Duhalde salió de la convertibilidad.
En definitiva, o Fernández no sabe nada de economía, y dijo esa barbaridad basado en su ignorancia, o bien está anunciando un feroz ajuste de los sueldos y jubilaciones vía una llamarada inflacionaria.
Casi diría hiperinflacionaria.

Si uno piensa mal, hasta puede especular con que la jugada de Fernández consistió en generar ahora una corrida financiera y cambiaria para complicar al Gobierno.
Es que desde que la Casa Rosada logró dominar el mercado de cambios en base a tasas desorbitantes y endeudamiento para frenar la suba del dólar, aumentó la confianza en el gobierno y la del consumidor.

La realidad es que desde abril el tipo de cambio se mantiene quieto y con tendencia a la baja.
Es decir, el dólar bajó en términos nominales y, obviamente, en términos reales.
Al mismo tiempo pudo mostrar un IPC con tendencia a la baja y ya hay indicadores de actividad que muestran que la recesión estaría tocando piso.
Estos tres ingredientes pueden haber mejorado la imagen del Gobierno.

Luego del acantilado, que es la curva desde noviembre de 2017 hasta abril pasado, en los últimos tres meses hay una recuperación importante.
En julio la confianza, siempre según la Universidad Torcuato Di Tella, aumentó el 6,1% respecto a junio y el 28,8% respecto al piso de abril.

En definitiva, el gráfico muestra que al menos la economía ya no le juega en contra a las autoridades.
Aclaro que toda esta tranquilidad cambiaria y con baja de la inflación es forzada y artificial, pero le funciona a Cambiemos para llegar a las elecciones sin desbordes cambiarios y una inflación más potable para el estándar inflacionario de Argentina.

Pero queda al menos un punto más a tratar del tsunami de dislates económicos que en cinco minutos dijo el candidato Fernández.
El ex jefe de gabinete de Néstor Kirchner y de Cristina Kirchner afirmó que el 10 de diciembre, si es elegido presidente, va aumentar un 20% las jubilaciones y que va a financiar ese aumento con el no pago de los intereses de las Leliq.

Si uno piensa mal, hasta puede especular con que la jugada de Fernández consistió en generar ahora una corrida financiera y cambiaria para complicar al Gobierno
Considerando que hay un stock $1,2 billones, a una tasa del 60% anual, el BCRA tendría que transferirle a la Anses $140.000 millones anuales de intereses para aumentar las jubilaciones, pero si el Central no pagara intereses por las Leliq habría una corrida financiera y cambiaria que duplicaría la base monetaria en un mes, con lo cual iríamos de cabeza a una hiperinflación y los jubilados y los asalariados cobrarían migajas.

Resumiendo, la catarata de dislates que dijo Fernández, desde que para aumentar las exportaciones el paso previo es incrementar el consumo interno, algo insólito desde el punto de vista económico, hasta decir que va a pagar el aumento de las jubilaciones no pagando los intereses de las Leliq, muestran el grado de improvisación y la falta de formación que tiene la dirigencia política argentina, dejando en evidencia, una vez más, no estar a la altura de las circunstancias para enfrentar los serios desafíos que tenemos por delante para volver a la senda de crecimiento.

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