"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 31 de agosto de 2019

EL DESARRAIGO


Por Elías D. Galati


El término arraigo proviene del latín radicare, y significa echar raíces.
Es similar a radicación en el sentido de establecerse en algún lugar creando relaciones y parentescos.
Uno de los mayores arraigos es el del hombre con la tierra, y en especial la tierra que lo vio nacer, donde se crió y ha crecido.
Es el fundamento de las nacionalidades, y ata a las personas, a través de sus ancestros con su lugar de origen.

Se encuentra arraigado aquel que posee buenas raíces, y está relacionado con un lugar determinado.
El desarraigo por lo tanto se produce cuando se extingue la relación, y cuando se pierde la radicación, alejándose de sus raíces, lo que provoca el destierro.
Cuando el hombre se encuentra impelido u obligado a emigrar, dejar su tierra, sus costumbres, sus tradiciones, y aún su familia, pierde el arraigo ancestral que lo ha convertido en quien es.
¿Por qué un hombre se somete al desarraigo?
¿Qué es lo que hace que deje todo lo que lo identifica, lo caracteriza y lo hace quien es y comienza una nueva vida?
En la historia humana, se han producido innumerables desarraigos, en especial de pueblos sojuzgados, dominados y hasta aniquilados, y de sectores de comunidades a los que se le ha hecho imposible continuar la vida en su lugar de origen, por lo que optan por irse.

El arraigo es una fuerza muy potente, por tanto, debe haber una situación de tal magnitud que impida que pueda continuarse la existencia, en la forma y con los proyectos que tiene un hombre, o un sector, o una comunidad para que se produzca su desarraigo.
Uno de los problemas que llevan al desarraigo, es la libertad.
Si se siente que es imposible vivir libremente, y que uno se encuentra condicionado, el ansia y el poder de la libertad que tiene el hombre, es capaz de superar las raíces, y obligarlo a marcharse.

Otra situación es la dificultad y la imposibilidad moral de aceptar una forma de vida impuesta por la mayoría, que se hace intolerable y no se puede ni se quiere vivir.
La guerra, el hambre, la miseria, la falta de estímulos y de posibilidades completan este panorama por el cual el hombre aun sabiendo quien es, que quiere, y donde quiere vivir, es capaz de desarraigarse.
Hay una cuestión ética que rodea esta tragedia, ya que todo desarraigo es en sí una tragedia.
Esta cuestión ronda las relaciones humanas, que a veces son llevaderas, equilibradas y permiten el disenso…
Y otras son autoritarias, soberbias, imperativas y pretenden sólo aceptar una forma de pensar y de actuar.
El conflicto moral, ha sido pintado magistralmente por Platón en sus Diálogos, en relación a su maestro Sócrates.
Dice Platón: “porqué esta Sócrates sentado en la cárcel, porque el pueblo de Atenas lo condenó y él que siempre predicó la sujeción a la justicia, quiso cumplir el fallo”
Aun sabiendo que le iba la vida en ello, y que era una sentencia injusta, por  envidia y eminentemente política.
Pero había dicho Sócrates cuenta Platón:
“Si no has tenido las agallas para cambiar el sistema, si no has tenido las agallas para irte, debes someterte a la voluntad de la mayoría”.
Es decir si la voluntad de la mayoría es moralmente inaceptable para ti, y no has podido cambiarla, vete, o sométete a ella.
Tremendo dilema ético.

El desarraigo se produce, por la imposibilidad moral de aceptar lo que impone la mayoría.
Entonces dejas todo, y tratas de comenzar de nuevo en algún lugar que puedas compatibilizar con tus valores morales.
Es el fuego del espíritu, y de las creencias, que pueden más que las raíces, las comodidades y las costumbres.

Es el alma del hombre que busca la libertad, la justicia, el equilibrio, la bondad y la paz.

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