El
27 de diciembre de 1991 el premier castrista le dijo a la Asamblea del Poder
Popular que se debía esperar “las peores circunstancias”.
En 1994 estalló
el Maleconazo y más de 100.000 cubanos lograron escapar de la isla.
Solo
la brutal represión logró mantener en pie al sistema montado entre 1959 y 1961.
¿Cómo
salir del atolladero y sin divisas?
La
respuesta es simple: Ajustando sin
compasión.
Así
como en 1982 los estadounidenses tuvieron su “cisne negro” que le cambió
sustancialmente su política exterior con Hispanoamérica,
Fidel
Castro encontró pocos años más tarde su
propio “cisne” de la buena suerte en manos del venezolano teniente coronel Hugo
Rafael Chávez Frías.
En
esas horas en Malta tanto Gorbachov como Bush ignoraban que Chávez se había
incorporado a un grupo clandestino en 1982 (Fuerzas Armadas Nacionales) y
mantenía encuentros con el líder guerrillero venezolano Douglas Bravo, ex jefe
de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional, brazo armado del Partido de la
Revolución Venezolana (PRV).
Para
sus citas clandestinas Chávez se hacía llamar “José María” o “Che María”.
Unos
pocos años más tarde Fidel y Raúl Castro -y sus colaboradores- llevaron
a Venezuela al desastre...
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