"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 2 de noviembre de 2019

LA CONMOCION SOCIAL


Por Elias D. Galati

En los países de Latinoamérica, como en casi todo el mundo, es común la conmoción social, provocada por diferencias entre los grupos sociales, desavenencias con la forma de gobierno y en especial con el manejo de la economía en cada Nación.
Estas conmociones son casi siempre violentas, generan muertes y daños cuantiosos y agrietan la armonía social.
El fenómeno de la violencia, no sólo presente en estas conmociones, pareciera ser una constante en la historia del hombre, y lo ha acompañado desde que se tiene registro histórico, y aún antes.

En mi libro “La violencia” sostengo dos tesis de trabajo sobre la misma, la primera es:
“Un niño feliz y que se siente amado, nunca será violento” y la segunda:
“La miseria y la injusticia, son el origen de la violencia”.
Es posible que debiera agregarse una tercera tesis que es el Poder, y el apetito incontrolado de poder de muchas personas, y grupos en todos los rincones del mundo.
No hay una cultura del amor y de la paz, ni se priorizan socialmente esos valores en los niños desde su infancia
Las sociedades se manejan con decisiones políticas, que son tomadas a veces por los representantes elegidos, otras por grupos de poder político, económico, sindical, educativo y en muy poca medida culturales.
Estas decisiones tienen fundamentos ideológicos, que van desde concepciones liberales, conservadoras, a socialistas, comunistas, radicales y hasta anarquistas.

Los modelos armados en este contexto, de un lado y del otro, antes conocidos como la izquierda y la derecha, y el centro como moderador, han sido infructuosos e incapaces de generar una sociedad sólida, equilibrada, armónica y justa.
En todos los contextos hay pobres y ricos, poderosos y menesterosos, privilegiados y desestimados, y no se ve una salida en las concepciones políticas para que la sociedad dé las mismas oportunidades a todos sus miembros, y que las brechas en todo sentido, económica, social, cultural y existencial, no sean tan amplias.
No se cumple ninguno de los propósitos; en la desigualdad, en las diferencias notorias habrá injusticia y se generará la miseria.
Los grupos privilegiados crearán un poder, de tipo absoluto, sobre el resto de la comunidad.
Sucede aun en sistemas que predican y privilegian la igualdad, los derechos de los necesitados y la promoción de la clase obrera.

En esta parte del mundo además se cuenta con una falencia mayor, que es no haber conseguido un sistema, salvo en muy determinados períodos de ciertos países latinoamericanos, que tienda a generar igualdad, justicia, desarrollo y progreso, como sucedió en algunos lugares con los sistemas social demócratas europeos.
La conmoción seguirá emergiendo cada tanto, mientras haya miseria, injusticia, y ansia irrefrenable de poder.

¿Cómo armar una sociedad que permita a todos sus habitantes una vida digna, libre, justa, desarrollada, sin desigualdades ni privilegios.?
Desde hace muchos años he escrito y cuando he podido llegar a quienes detentan el poder, hacerles saber que todo ser humano tiene derecho a una vivienda digna y a un trabajo digno.
Y que como derecho, no tiene que ganárselo, hay que proveérselo.
Es deber de la sociedad para todos sus  miembros.
Recuerdo las lecturas de mi infancia, y los comentarios sobre las primeras comunidades cristianas en el siglo I y II de nuestra era.
La diferencia, la condición, era el amor.
La gente decía, mira cómo se aman, son cristianos.
Vivían en una comunidad de amor, de respeto y dignidad entre todos, absolutamente todos, sus miembros.

La segunda condición era la comunidad de trabajo y de bienes.
Todos tenían trabajo y todos tenían bienes, y cuando había falencias, el resto de sus hermanos los ayudaban para que salieran de esa situación y volvieran a vivir como debe vivir dignamente un hombre.
Los sistemas políticos de toda idiosincrasia, las doctrinas y formas de gobierno, no han podido establecer una manera de vida similar, que equilibre las sociedades y las naciones.
Sería oportuno pensar en armar un esquema a partir de la premisa que todos los hombres se amen entre sí como verdaderos hermanos…
Elias D. Galati

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