Por
Federico Türpe
Lo
que en este espacio venimos denunciando desde hace años, la academia acaba de
confirmar de forma científica:
Tucumán es la
provincia más deteriorada, indefensa y abandonada de la Argentina.
El
Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, publicado el
jueves, arrojó que el Gran Tucumán, donde reside casi el 70% de la población de
la provincia, encabeza el ranking nacional en déficit de infraestructura.
Se
considera que se está en déficit de infraestructura cuando se carece de uno o
más servicios públicos básicos, como
desagüe, vereda, pavimento, recolección de basura o alumbrado.
El 78% de los
hogares tucumanos está en déficit.
Tan
grave es la situación de la provincia, que en el conurbano bonaerense, una de
las zonas más comprometidas del país, esta deuda es del 57%, 21 puntos
porcentuales menos que en Tucumán.
En
el otro extremo, el positivo, están por ejemplo Ciudad de Buenos Aires (CABA),
con el 12,5% de déficit, o el Gran Mendoza, con el 15,1%.
Tucumán también
encabeza todos los indicadores de inseguridad.
El
déficit de “vigilancia policial” alcanza al 80% de los tucumanos, mientras que
en CABA es del 17%, en Mendoza del 58%, en el conurbano bonaerense del 46% y en
el resto del país del 43%.
En
cuanto a “percepción de inseguridad” la provincia llega a casi el 91%,
superando incluso al Gran Rosario (86%), considerada la ciudad más peligrosa de
la Argentina.
Después
que la UCA dio a conocer el estudio, no faltaron detractores del peronismo
local que acusaron a esta Universidad de “macrista”.
Cabe recordar
que la UCA es la misma institución que viene informando cómo se fue
incrementando sensiblemente la desigualdad y la pobreza durante la gestión de
Mauricio Macri.
Al
igual que con la inflación, una de las pocas mediciones confiables que se
mantuvieron coherentes, incluso cuando Cristina Fernández ordenó ocultar todas
las estadísticas socio económicas.
Descalificar a
la UCA va en sintonía con el mismo argumento básico y falaz que esgrime desde
hace cuatro años el gobernador Juan Manzur,
cuando
responsabiliza de todos los desastres tucumanos al gobierno nacional.
Sin
faltarle el respeto a la investidura gubernamental, sin dudar afirmamos que Manzur falta a la verdad.
La
tragedia de los derrames cloacales se agravó notoriamente durante los tres
mandatos de José Alperovich y no era Macri el presidente.
Y
estos últimos cuatro años este drama, 100%
responsabilidad provincial, se profundizó más aún.
Es
tan falaz como responsabilizar a la Nación por el grave deterioro de la red
vial -en la provincia más pequeña-, porque es una carencia que lleva décadas.
La
excusa de Manzur no resiste el menor análisis.
Según
la UCA, el Gran Tucumán también encabeza otro ranking peligrosísimo:
Es el aglomerado
urbano más contaminado del país.
Y
pese a que no se tomaron en cuenta las pérdidas de aguas servidas, sino seríamos, probablemente, una de las urbes más intoxicadas del
continente.
La quema de
cañaverales, los basurales a cielo abierto en toda el área metropolitana y la
contaminación de los ríos llevan mucho más de cuatro años.
Macri
no era ni presidente de Boca.
El
déficit del transporte público, servicio que esta vez no midió la UCA, pero que
venimos aseverando es uno de los peores del país, no comenzó con Cambiemos.
Es más que
evidente que existe un corolario entre el mayor déficit de infraestructura,
inseguridad y contaminación, con la provincia que a su vez ostenta el mayor
gasto proporcional en política, con la Legislatura más onerosa de la
Argentina y el porcentaje per cápita más alto de empleo público.
De
esto no hablan Manzur ni Osvaldo Jaldo, que promueven y financian con fondos
públicos la existencia de decenas de pymes disfrazadas de acoples políticos.
Pymes
que hacen bulto con familias enteras en cada acto institucional como si fueran
mitines partidarios, o como las que
combatieron con palos y piedras el 24 de octubre en la plaza Independencia,
sumiendo a Tucumán en otro papelón nacional.
No
son peleas ideológicas o porque los muchachos piensan distinto.
Estas bandas
pelean por espacios de poder y por dinero.
La
única obra que esgrimió Manzur durante su asunción, el martes pasado, fue las
reformas en el aeropuerto Benjamín Matienzo.
Trabajos que le
pertenecen, justamente, al gobierno nacional.
Obra
que, por otro lado, muestra la impronta de Cambiemos en las prioridades que tuvo
su gestión.
Agrandaron la
pista para favorecer la exportación de fruta fresca, al punto que hoy es la
segunda estación de carga más grande del país, después de
Ezeiza.
Una
obra importantísima para el sector productivo de la provincia, pero sin dudas
no era una prioridad para los tucumanos de a pie.
No
es una mera opinión de este columnista, es una sentencia que acaba de publicar
la UCA sobre la provincia con el mayor déficit de infraestructura del país.
Parafraseando
a Axel Kicillof, Tucumán es la mayor tierra arrasada de la Argentina.
Contra
el argumento que justifica el clientelismo político como recurso de asistencia
social, una sola cifra echa por tierra ese engaño:
El Poder
Legislativo tiene casi el doble de empleados (30.000) que todo el
Sistema Provincial de Salud (17.000).
Esas
son las prioridades de Manzur, las mismas que tuvo José Alperovich durante 12
años.
Macri no nombró
a 30.000 ñoquis en la Cámara tucumana, ni dejó de hacer las obras
cloacales ni de agua potable.
Este
desastre institucional tiene dos causas fundamentales:
Primero,
no hay división republicana de poderes y por
eso la Justicia no controla nada.
Segundo,
el sistema electoral es fraudulento,
porque el que controla la caja del Estado tiene el triunfo asegurado, con un
piso de 300.000 votos, entre las pymes de los acoples y el ejército de ñoquis.
Sino
lo creen, pregúntenle a Alperovich, que estaba convencido que obtenía medio
millón de votos porque era un estadista carismático y sexy.
Cuando
llegan al poder se marean y se olvidan (auto negación) cómo ganaban las
elecciones.
Ni
segundo ni tercero, ¡cuarto! salió
en junio “el mejor gobernador de la
historia”, según Jaldo, pese a haber gastado fortunas en la campaña.
Apúrense a ver
en qué auto llegan al recinto los legisladores que debutan y dentro de cuatro
años vayan a ver en qué vehículo dejan el cargo.
Dinero
sobra en Tucumán para hacer lo que hace falta, el problema es en qué y cómo se
gasta.
Cada
vez que Manzur vuelva a responsabilizar al gobierno nacional por su pésima
gestión -lo acaba de confirmar científicamente la UCA- habría que recordarle que Macri también fue presidente de Mendoza, de
Córdoba, de Salta, de Entre Ríos…
En
fin, que
Macri también fue presidente de otras 23 provincias que están mucho mejor que
Tucumán.
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