Cristina
y Macri eran, cada uno a su modo, de una sola pieza:
F.
es un PH modificado, una casa chorizo llena de habitaciones, corredores
laberínticos y recovecos secretos.
La
elección de Stiglitz como carta de presentación ante el mundo financiero
internacional tranquilizó bastante esas aguas:
No
se trata, como se cree en el kirchnerismo mágico, de un San Perón o de un Santa
Claus del Estado, sino de un economista
de la heterodoxia con rigores ortodoxos en materia fiscal y jurídica, y un
enemigo de la emisión descontrolada.
Su
sola mención -el hombre es el mensaje- fue bien recibida por Kristalina;
también por el Vaticano:
Junto
a Jeffrey Sachs y Paul Krugman, mister Stiglitz forma parte de la mesa de economistas
senior del heredero de Pedro.
Los
funcionarios del Fondo, que conversan mucho más de lo que se conoce con el
nuevo presidente de la Nación, han comprendido que el lector de Sarmiento no
tomará el camino de Maduro, a pesar de que mande a defenderlo en la ONU:
Medida
indefendible, fruto de los compromisos de la Pasionaria del Calafate.
El
ajuste salvaje que F. ordenó sobre el campo, los jubilados y la clase media
desarrollada -saludado con euforia por los mercados- tiene por objeto pagar la deuda externa.
Que
se hará con el mismo estilo y la misma retórica que se le dispensó al FMI
durante la "década ganada":
Como
un acto emancipatorio, en nombre de los desposeídos.
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