La
lapicera recargada de un híper presidente III
El disfraz, la
manipulación de las palabras, es el principal ardid de la política peronista y
una de las claves de su gobernabilidad.
Son
increíbles los versos y contorsiones discursivas que llevaron a cabo los
legisladores kirchneristas para justificar hoy lo que repudiaban ayer bajo el
tutorial "Con los abuelos, no".
Estas abnegadas
ovejas son aquellos mismos lobos feroces que hace dos años provocaron desmanes
en el recinto y organizaron una intifada en las calles, en lo que resultó lisa
y llanamente un intento de golpe de Estado al Parlamento.
El
saqueo de hoy, operado genéricamente
sobre el 41% que votó contra Cristina Kirchner, se realiza bajo la bandera de la "solidaridad".
Y
con cara de piedra.
La
reforma de Domingo Cavallo también se llamaba "ley de solidaridad
previsional".
Coincidencias
semánticas de gente sensible con superioridad moral y coartadas infinitas.
Ya
se sabe que hay lucha de clases en la Argentina:
Los
pagadores de impuestos (centralmente la despreciada pequeña burguesía
productiva) y los cobradores (subsidiados, ñoquis, burócratas y bonistas de
Wall Street).
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