El Estado se echa a la droga
José
Vicente Pascual
Fuente: El Manifiesto.com
El
presidente del gobierno Pedro Sánchez no mentía en la sesión de investidura,
celebrada el pasado 4 de enero, cuando prometió a los españoles no endeudar más
al Estado, incrementar el gasto público en un 3,5% del PIB (unos 40 000
millones de euros), y al mismo tiempo recaudar unos 6.000 millones extra
mediante acciones fiscales urgentes, como las tasas a proveedores de servicios
en Internet y la lucha contra el fraude fiscal.
Engañó, cosa a la que
está acostumbrado y puede hacer con absoluta naturalidad, pero no mintió porque
el descuadre previsto de más de TREINTA MIL millones de euros entre los
ingresos y los gastos con cargo a la administración tiene un aval
importantísimo, definitivo aunque no confesable:
Las amistades de
Podemos con las narco dictaduras suramericanas y su excelente sintonía con la
clase política más corrupta y criminal que ha medrado en aquella parte del
mundo desde finales del siglo XX.
Evo
Morales, Chávez, Maduro, el heredero Canel, Ortega, Correa y afines, tras
décadas de saquear a sus infelices naciones, actuar como jerarcas del
narcotráfico e imponer el terror “revolucionario” como forma de gobierno (por
llamar de alguna manera a sus fechorías),
han
acumulado descomunales activos de capital, caudales fruto del pillaje y la
producción/distribución de estupefacientes con patente corsaria estatal;
y
dichos activos, como es de lógica financiera, necesitan un ámbito y un referente económico más o menos legal para
blanquearse.
España
es su objetivo, y los socios de Sánchez, los otrora indignados podemitas, son
la llave de esta operación que consolidará la relajada presencia en nuestro
país de aquellos fondos rentados por el crimen y empapados de sangre, miseria y
sufrimiento ajeno.
No
aventuro conjeturas conspirativas, no lanzo juicios temerarios y
sensacionalistas:
Me
ciño a la evidencia y a la única conclusión a la que puede llegarse tras
observar detenidamente el curso de los acontecimientos en el pasado próximo.
Ningún político,
por irresponsable y memo que sea, puede tener el cuajo de plantarse ante la
cámara de diputados, como hizo Sánchez, y comprometerse a una política
económica tan descabellada…
A
menos que, en lo reservado de su intimidad, esté convencido de que el plan es
viable porque “trabaja con red”.
Esa
red se llama dirigencia de Podemos y las amistades peligrosas de la dirigencia
de Podemos.
Algunos
analistas aventuran que Sánchez tiene previsto sacarse de la manga impuestos no
confesados por el momento, subidas de precios y cargas tributarias a las rentas
más enjundiosas.
¡Pero
sabemos que eso piensa hacerlo de todas formas!
De
hecho, ya se está haciendo.
Por
ejemplo: el precio del transporte público en Barcelona ha subido un 12% el día
1 de enero de este año.
Nadie
con dos dedos de luces ignora que Sánchez y su gobierno “progresista” (si
esto es progreso, el canibalismo es gastronomía) van a pegar la gran
mordida a las rentas más altas, a las medianas y, cuando no le quede más
remedio porque la caja se vacía a velocidad de vértigo, las más bajas.
Lo cual, unido
al encarecimiento de los servicios básicos comunes (luz, transporte,
combustibles…), remediará más o menos los desequilibrios evidentes de su plan
económico.
Pero
todo eso no basta, ni por lo remoto.
Es
necesario llenar las arcas del Estado español con los capitales rapiñados a los
pueblos de Suramérica y legalizados en nuestro país, también con los beneficios
del gran negocio de las narco dictaduras que han campado durante décadas de
infamia en Suramérica, sostenidas por
una terrible represión y alimentadas por el escandaloso expolio perpetrado por
esa casta criminal, la cual germinó y se consolidó bajo el ala doctrinal
globalista-indigenista, eso que el inefable Zapatero y otros visionarios
denominan “socialismo del siglo XXI”.
Demasiadas
casualidades
No
es casualidad, no puede ser casualidad que al día siguiente de que Tuto
Quiroga, delegado ante la comunidad internacional del gobierno interino de
Bolivia, declarase que “Sánchez y Podemos deben estar muertos de
miedo” por las posibles revelaciones y confesiones de ex gobernantes
bolivianos refugiados en la embajada de México en La Paz, ocurriese el célebre incidente de los Geos españoles que intentaron
colarse en la sede consular con el objetivo, más que creíble, de sacar de
Bolivia a toda prisa a aquellos políticos, colaboradores cercanos de Evo
Morales, acogidos a la inmunidad del asilo diplomático.
No es
casualidad, no puede ser casualidad que el sátrapa Maduro haya intentado un
nuevo golpe de estado, usurpando la presidencia legal a Guaidó, unos días
después de que el gobierno interino de Bolivia haya solicitado a la fiscalía
que cite a declarar a Zapatero, Baltasar
Garzón, Pablo Iglesias, Monedero y Errejón, en un intento muy plausible,
aunque con pocas probabilidades de verificarse, por clarificar el entramado español
en los crímenes de la narco dictadura de Evo Morales:
Cómo
han colaborado y cómo se han beneficiado de esta ignominia, cuánto han recibido
y cuánto han facilitado, qué favores han hecho y qué favores han recibido.
Naturalmente,
el dictador venezolano no es idiota (no del todo)…
Sabe
perfectamente que tirando de la madeja boliviana saldrán los trapos a medio
lavar de sus idilios con la izquierda yeyé española desde hace lustros; y sabe
perfectamente que muchos de sus países vecinos, empezando por Colombia, y no
digamos los Estados Unidos, están a la espera de causa definitiva que legitime
una intervención armada internacional en Venezuela, única vía (a
estas alturas todo el mundo está convencido de ello), de desencontrar a
la tiranía parasitaria chavista de la maltratada sociedad venezolana.
El
“hilo boliviano” puede ser ese elemento definitivo, y Maduro y los maduristas
lo saben.
También
saben, porque son malvados pero no estúpidos, que cuando llegue el momento sólo
les valdrá un argumento para la queja, la alegación ante la comunidad
internacional de que han sido supuestamente agredidas “instituciones
democráticas” venezolanas que ellos, previamente, se han encargado de usurpar y
monopolizar.
Ese
es (ojalá pudiese escribir “era”) el auténtico objetivo
del golpe del 5 de enero.
España, futuro
paraíso narco
Imaginen
su barrio, su ciudad, convertidos en Ciudad Juárez.
A eso arriesga
su futuro y el de los españoles Pedro Sánchez.
A
veces no queda más remedio que jugarse la boca.
Me
la juego y lo repito:
Imaginen
a España convertida en el México de los cárteles, sí:
Ese
campo de batalla perdulario que tantas horas de asueto nos ha ofrecido en las
series de Netflix, donde los débiles caen como moscas y los matones creen en
Dios y cada domingo van a misa.
Visualicen
a esos mismos matones (que en vez de creer en Dios creen en la diosa Igualdad)
visitando al pintoresco y hacendoso diputado de Teruel Existe: “Tomás…
Tomasito, te hemos puesto un tramo de autovía y un centro de salud, y nos debes
dos favores…”.
Imaginen
cualquier tropelía perpetrada por quienes no se consideran sujetos a la ley, entre otras razones porque ya han renegado
de la ley, la Constitución y cualquier normativa democrática que no convenga a
sus idearios e intereses.
E
imaginen, por último, que poderosas organizaciones de narcotráfico y blanqueo
de capitales, auténticos dueños del país, medran a sus anchas en todos los
rincones de España, respaldando con su dinero y su poder intimidatorio a los
nuevos gobernantes bajo el nuevo concepto de Estado:
Una
oficina de favores/débitos para los afectos y de represión para los díscolos.
Esa es la España
que se fragua en el pacto PSOE-Podemos con anuencia de los cortijeros del País
Vasco y Cataluña.
A
esa España estamos abocados, si alguien no lo remedia.
¿Solidaridad?
¿Feminismo? ¿Ley? ¿Empleo? ¿Progreso? ¿Educación? ¿Libertad?
Vayan
olvidándose de pendejadas.
La
nueva España, refundada sobre las
raíces consistentes del dinero criminal de los cárteles, tiene como
único objetivo mantener el escandaloso dispendio público, a toda costa:
Los
derroches orgiásticos de las superestructuras autonómicas, los miles de
chiringuitos político-social-culturales gracias a los que subsisten centenares
de miles de adeptos incondicionales, acérrimos de la nueva fe estatalista; hay
que mantener políticas lingüísticas, educación doctrinaria, policías
territoriales de cometido pretoriano y salarios de privilegio, tinglados seudo diplomáticos que divulguen cualquier causa en
escenarios internacionales,
El Estado no va
a tener otra salida que echarse a la calle y la mala vida.
La
droga y sus trapicheos, a veces y aunque el remedio sea peor que la enfermedad,
dan beneficios y un Senado con traducción simultánea, y una casta euro
turística que ha hecho de Bruselas su santo chollo, y viajes y ferias, y
fiestas y músicas, y la sanidad universal y las pensiones actualizadas conforme
al IPC, y los centros de refugiados y las benéficas ONG’s que trafican con los
desamparados, y el salario mínimo homologable con Europa, y…
Hay tanto que mantener,
y tan escasos son los medios, que el papá y la mamá Estado no van a tener otra
salida que echarse a la calle y la mala vida.
La
droga y sus trapicheos, a veces y aunque el remedio sea peor que la enfermedad,
dan beneficios.
Al
tiempo.
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