Humor
político
Alejandro
Borensztein
Hoy,
hace 5 años, Alberto Fernández publicó: “Hasta que el silencio aturda a la
Presidenta”.
Como
todo el mundo sabe, buena parte de nuestra dirigencia se pasa el día
discutiendo qué corno hacer con la deuda.
Inútilmente.
Usted
y yo, amigo lector, sabemos que el problema no es la deuda sino todas aquellas
razones por las que vivimos pidiendo guita o rascando el fondo de la lata.
Pero
se ve que nuestros dirigentes no lo entienden así y siguen dando vueltas sobre
lo mismo.
Ni
hablar de los que se la pasan ñañañeando sobre el FMI.
Gente
en blanco y negro.
Por
si todo esto fuera poco, tenemos a Julio De Vido reclamando
por su liberación y la de López, Jaime y demás
"presos políticos".
Lo pide desde su
nuevo lugar de detención, la casita de 500 M2 que tiene en el country Puerto
Panal sobre 40.000 M2 de parque (4 hectáreas).
Es
un ranchito que antes no bajaba de un palo y medio verde pero ahora, con la
devaluación, yo creo que si le ofrecés ocho gambas te lo tira por la cabeza.
Un
fenómeno. Nadie le va a quitar el mérito de ser el empleado público más
próspero de la historia argentina.
Sin
embargo, todo esto no es más que mercadería del día al día.
Urgencias
pasajeras.
Pequeñas
miserias condenadas al inexorable olvido.
Lo
importante es otra cosa.
Y
a veces lo importante también es lo simbólico.
Por
eso festejamos el 25 de mayo o el 9 de julio.
Y
por eso mismo no podemos pasar por alto la fecha de hoy.
Allá
vamos:
¡Que
los cumplas feliiiiz!
¡Que
los cumplas feliiiiz!
¡Que
los cuuuumplaaas "Hasta que el silencio aturda a la presidentaaaaa"!
¡Que
los cumplas feliiiiz!
Hoy domingo 16
de febrero de 2020 se cumplen 5 años desde la aparición del Albertismo.
Hace
exactamente un lustro, el 16 de febrero de 2015 y pocos días después de la
muerte del fiscal Nisman, el profesor de la Facultad de Derecho Alberto
Fernández publicó en el diario La Nación una nota fundamental bajo el título “Hasta que el silencio aturda a la
presidenta".
Posiblemente
ni él imaginaba que con ese texto nacía el nuevo movimiento.
Plasmó
allí, con todas las letras, su acusación contra Exa Exa Ella por haber organizado lo que él mismo definió como un plan de
encubrimiento a través del memorándum con Irán.
Dijo
Tío Alberto en aquel texto fundamental:
“Cristina sabe
que ha mentido y que el memorando firmado con Irán sólo buscó encubrir a los
acusados. Nada hay que probar. Merced a ese pacto, la evaluación de los hechos
quedaría en manos de una comisión que funcionaría en la patria de los prófugos
y en la que la mayoría de sus miembros debería contar con el acuerdo iraní ”.
Sin
duda, aquel 16 de febrero de 2015 es al Albertismo lo que el 17 de octubre de
1945 es al Peronismo.
Esa
prosa memorable nos enamoró a los albertistas de la primera hora, especialmente
a los albertistas de los miércoles, popularmente conocidos como “los
miercolistas”.
Si
bien el texto se publicó un lunes, todo indica que fue escrito el miércoles
previo.
De
ahí que, desde sus inicios, el albertismo de los miércoles está considerado
como la mejor de sus ramas.
Los
miércoles es cuando el tipo toma las mejores decisiones.
Es
el albertismo bueno.
Nada que ver con
el cachivache de los viernes y ni hablar de lo catastrófico que suele ser los
martes.
Dice
el texto del actual Presidente de la República (y me pongo de pie) sobre su
circunstancial Vicepresidentaex @ s $:
"Ignorando
la tragedia, se indultó a sí misma apropiándose de la verdad, de la Patria y
hasta de la alegría y condenó cínicamente a los que quedamos agobiados por lo
patético de lo ocurrido".
Ni
Borges lo hubiera escrito mejor.
Cabe
aclarar que todos los párrafos acá citados son textuales y no se les ha tocado
ni una coma.
Son
posta posta, amigo lector.
Los
sabemos de memoria.
De
hecho, nosotros los miercolistas,
llevamos en nuestros oídos la más maravillosa música que es la letra de
"Hasta que el silencio aturda a la presidenta".
Reivindicamos
este texto para siempre, sobre todo porque Tío Alberto expone el verdadero y
profundo dilema como solo él, o eventualmente Shakespeare, podríamos hacerlo.
La
versión 2.0 del ser o no ser se sintetiza en esta pregunta:
"¿Para
qué pactaron ambos gobiernos notificar a Interpol lo acordado, si no era para
levantar los pedidos de captura librados?", dice Fernández
con una pluma que a esa altura ya le había abierto la puerta grande de la
historia.
Para
darle el pujo final al nacimiento del albertismo, Tío Alberto se florea con la
lapicera que, Dios quiera, sea la misma que termine usando en la Rosada: “Cristina
se siente ajena a la disputa. Está segura de que la ley penal no cae sobre ella
porque perversamente hizo avalar su nefasta decisión con una ley nacional.
Irónicamente, senadores y diputados legitimaron con sus votos el encubrimiento
de los presuntos asesinos”.
Posta
que lo escribió así.
La
palabra “irónicamente” usada en este párrafo es decisiva, no sólo para
comprender aquel pasado, sino fundamentalmente para entender este presente.
Y
a la vez deja planteada, ya en 2015, la
respuesta a los grandes interrogantes de hoy, como el debate sobre si en la
Argentina existen presos políticos.
En
aquel texto, Tío Alberto lo define clavándola en el ángulo con el siguiente
párrafo:
“No
es la primera vez que Cristina actúa de ese modo. También encubrió la
corrupción de su vicepresidente (Boudou) expropiando una empresa fabricante de
moneda y logrando que los votos de diputados y senadores legitiman el
ocultamiento de pruebas ”.
Tomá,
esta es para vos Julito.
Por
arriba de la barrera y con comba hacia afuera.
Andá
a buscarla y sacá del medio.
Como
lo que abunda no daña, el jurista Tío Alberto remata aquel texto de 2015 con
una frase que lo instala en la galería de los próceres:
"Sólo
un necio diría que el encubrimiento presidencial a los iraníes no está probado".
Gloria
y loor, honra sin paz, para el grande entre los grandes.
Seguramente
a Tío Alberto le da cierto pudor que le recuerde algunos de sus logros.
Y se ve que
todos respetan ese pudor porque de este asunto nadie le pregunta nada.
Pero
en esta sencilla página de los domingos nos gusta reconocer los méritos.
Si
hay algo que los miercolistas no tenemos es ingratitud.
Por
eso, hoy es la sexta vez que se menciona este hito de la historia del
albertismo.
Si
nos bancamos comernos la garompa de que "Hasta que el silencio aturda a la
presidenta" se mantiene fuera del debate, entonces nos bancaremos
cualquier cosa con tal de defender al Alberto de los miércoles.
Por eso aquella
nota fue una gesta y hay que conmemorarla.
Hoy
vale escarapela.
Hoy
vale oración en la misa del domingo.
Hoy
vale jamón, si sos un judío observante y andás con antojo de un tostadito
mixto.
Más que un
simple texto aquello fue un verdadero Testamento que sentó las bases de una
nueva nación,
enfrentando la resistencia de un pasado que inevitablemente debería ir
apagándose.
Si
es posible, por las buenas.
Al
mejor estilo del miercolismo.
Cuidemos
a esta rama del albertismo para que Tío Alberto no tome el camino de los
viernes o el de los martes y no tengamos que decir: e
Este Viejo
Testamento despide a un amigo.
Amén...
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