LA NOCHE SERÁ MÁS OSCURA
Por Luis Gasulla
En la madrugada de hoy falleció el juez federal Claudio Bonadío.
Tenía 64 años.
Un año atrás, el influyente periodista del poder, Horacio Verbitsky, había informado que tenía cáncer y que no regresaría a los juzgados.
Volvió y mantuvo su enfermedad alejada de su trabajo.
Había realizado las investigaciones judiciales más impactantes de los últimos tiempos:
De los Cuadernos a la Tragedia de Once pasando por los negociados con la basura, entre tantas otras.
Antes de fin de año, había trabajado incansablemente para elevar la causa de los Cuaderno y sus derivados a juicio oral y público.
Otros tendrán la tarea de impartir justicia.
Puso en el banquillo de los acusados a la Patria Contratista.
Se animó a tomar una denuncia periodística del colega Diego Cabot y la transformó en el mapa de los sobornos de la obra pública convertida en la gran caja política de los gobiernos kirchneristas.
Lo hizo en un año y meses cuando el moto de justicia lenta está instalado en Comodoro Py.
No lo hizo sólo.
Allí estuvieron fiscales que soportaron el escarmiento mediático y las operaciones judiciales como Carlos Stornelli.
“Hay un grupo de personas que aguantaremos lo que venga, estamos comprometidos con el país” me dijo otro fiscal a finales del año pasado cuando le consulté sobre el futuro de la causa Cuadernos en medio de los aprietes del nuevo gobierno.
“No le deseo la muerte a nadie pero… la justicia llega” me expresó un flamante funcionario kirchnerista a poco de asumir en el cuarto gobierno K.
Hoy los miserables instalaron el TT “Justicia Divina”.
En Py, otro protagonista y conocido del fallecido juez me escribió temprano: “Estoy hecho mierda”.
Es el sentimiento compartido por los que transitan esos pasillos.
Su muerte será celebrada por los amantes del odio y los que han hecho de la impunidad una forma de vida.
Se le recordará el mote de “pistolero” como le dijo Cristina Kirchner en cadena nacional, “extorsionador” o el “juez de la servilleta” por el famoso papel de Carlos Corach en el gobierno menemista.
Pero Bonadio, en silencio, construyó un edificio de expedientes que comprobó la corrupción de Cristina Kirchner y el Ministerio de Planificación de Julio DE Vido.
Lo pudo hacer luego de que cambiase el gobierno por razones obvias que, muchas veces, no son relatadas en los medios.
Los organismos de control comenzaron a funcionar, los funcionarios de Juntos por el Cambio hablaron en la justicia y entregaron pruebas de la herencia recibida y los testigos de la corrupción, se animaron a hablar al romperse el miedo con un poder mafioso que ya no estaba en pie.
¿Tanto esfuerzo tuvo sentido?
Claro que sí.
Cuando mercenarios como Gregorio Dalbón festejan la utilización de fondos públicos con plata de todos y para intereses particulares, pareciese que los corruptos festejan su fugaz victoria en nuestras caras.
Pero la historia no está terminada.
La historia es cíclica.
Deberían haberlo aprendido pero están inmersos en la soberbia del poder.
Bonadio dividirá aguas y en los medios escucharás a miserables diciendo barbaridades como lo hicieron con el asesinado fiscal Alberto Nisman.
Hoy la noche es más oscura.
Pero, en algún momento, saldrá el sol…
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