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Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 11 de marzo de 2020

Reestructuración de deuda:


El tamaño del Estado, tema tabú
Por Martín Simonetta

El FMI es apenas una de las batallas a ganar para el gobierno.
La otra, y más compleja, tiene que ver con los bonistas privados, fondos de inversión y tenedores de títulos argentinos

El tamaño del Estado parece ser un gran tema tabú en el análisis de las causas de la situación crítica de la economía y la sociedad argentina.
“De eso no se habla”.
Lo importante para los gobiernos es renegociar la deuda pública del Estado, más no modificar las causas que han llevado al país a este nivel de endeudamiento cíclico, recurrente y explosivo.
En la actualidad, el proceso de renegociación de la deuda pública de la Argentina se encuentra en pleno y silencioso desarrollo (más allá de las versiones que trascienden).
Sin dudas, ésta es la pelea de fondo que determinará las posibilidades de éxito o no del gobierno de Alberto Fernández para el logro de sus metas de corto plazo.

El papel jugado por el actual presidente en la crisis de deuda tras explosión 2001-2002, lo han posicionado en el rol de “el salvador” para una Argentina que hoy tiene sus cuentas en una situación crítica, lo que ha sido uno de los factores clave para posibilitar su triunfo electoral.

El FMI presta dinero de los ciudadanos
Su gira en Europa, visitando primeros mandatarios (el Papa incluido) así como la cercanía del Ministro de Economía Martín Guzmán ante las autoridades del organismo, han fortalecido la posición de la Argentina ante el Fondo Monetario.
Pero el FMI es apenas una de las batallas a ganar para el gobierno.
La otra, y más compleja, tiene que ver con los bonistas privados, fondos de inversión y tenedores de títulos argentinos, que tienen mucho menor interés en cuestiones de estrategia política global y regional, y mucho más interés en asegurar el cobro para sus inversores.
Si bien los canales de diálogo se encuentran abiertos, aún restan diversos factores por definir la propuesta de quita y posposición de capital e intereses emitida desde el gobierno bajo el argumento “necesitamos crecer para pagar”.

En base a la información que es pública, y las versiones off the record, nada parece estar definido aún.
Lo que sí es claro es que, si fracasa Argentina, fracasa también el FMI, quien le ha prestado 44.000 millones de dólares (y no piensa realizar ninguna quita, aparentemente).
Y una renegociación con los bonistas privados sería el primer paso necesario para ver cuáles serían las políticas económicas concretas del gobierno de Alberto Fernández, de las que ya ha dado muestras, a través de medidas, que tienen que ver con un retorno al tradicional modelo de sustitución de importaciones.

Es claro que el FMI presta con criterios más “flexibles” a los países “no prestables” debido a que presta dinero de carácter político, obtenido vía impuestos de los ciudadanos de los países aportantes.
En consecuencia, es menos exigente y menos adverso al riesgo de prestar a Estados que no califican, a quienes nadie ya les presta, como es el caso de la Argentina.
Pero hay un tema de fondo del cual no se habla ni se cuestiona, que la reducción del peso del Estado sobre las espaldas de los argentinos.
Sin dudas, es la gran causa de los problemas que asfixian a la sociedad toda, castiga la producción, la inversión y el consumo.
Pero de eso no se habla.
Simplemente, se negocia y se renegocia la deuda que –si no se cambia lo que debe cambiar– volverá a ser un problema poco tiempo después de dejar de serlo de forma temporaria.
Este gran tabú es como un gran secreto familiar, que a una importante parte de la sociedad parece serle útil.

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