Por
Gustavo Lazzari
Los
bancos no desean como clientes a empresas pymes.
Exigen
una serie de requisitos conceptuales que son inalcanzables para muchas
empresas.
Sólo
15 de cada 100 pesos que prestan al sector privado tienen como destinarios
empresas pequeñas y medianas.
En
medio de la pandemia y el aislamiento dispuesto por el Gobierno se agudizaron
los problemas de financiamiento de las pymes.
Decimos
“agudizar” porque los problemas de financiamiento y sostenibilidad de las
empresas es previo.
Hace
años que las empresas (grandes, medianas y pequeñas) no pueden llevar en su
espaldas las mochilas que impone el fisco en materia impositiva, regulatoria y
laboral no salarial.
A
esas mochilas se le agregó hace ya unos años el problema del financiamiento.
El
estado comenzó en 2017 a absorber el crédito local.
Así
el débil sistema financiero que representa apenas 15% del PBI (versus el 115%
en Chile) se orientó a financiar casi exclusivamente al estado, su
cliente principal.
Las
tasas de interés resultaron lapidarias para las empresas.
En
varios meses de 2019 la tasa de interés por préstamos en descubierto (sin
acuerdo) llegó al 107%.
El
promedio, que estuvo entre 75 y 90%, no representa “el precio de la abstención
del consumo” sino el precio del desequilibrio macroeconómico y la necesidad
planchar el dólar para lograr la paz social.
La
pandemia y el cierre forzado de comercios complicó cosas que ya estaban muy complicadas.
Hace
meses decimos que las pymes somos la lepra de los bancos.
Los
bancos no desean como clientes a empresas pymes.
De
hecho sólo 15 de cada 100 pesos que prestan al sector privado tienen como
destinarios empresas pequeñas y medianas.
Las
empresas grandes recién 30 pesos de cada 100 y las personas físicas 55.
Quiere
decir que las empresas pequeñas están bien lejos de las prioridades de los
bancos siendo 600.000 clientes potenciales que concentran el 50% del PBI y el
70% del empleo total (registrado y no registrado).
Las
pymes tienen espaldas débiles tras décadas de cargar mochilas impuestas por el
Estado.
Un
estudio de IARAF da cuenta de 166 impuestos y 100 mecanismos de recaudación
forzada y de dudosa constitucionalidad (Sistemas de
percepciones y retenciones).
Más
de 69.000 regulaciones y una carga laboral no salarial que torna inviable la
contratación formal.
A
eso habría que agregar una industria del juicio que enturbia e inviabiliza el
mercado de trabajo.
Todo
eso es mucho para una pyme, con problemas de escala, en una economía cerrada
sin acceso a las exportaciones, también fuertemente desincentivadas con
impuestos y regulaciones absurdas.
Los
bancos exigen a la hora de otorgar préstamos una serie de requisitos
conceptuales que son inalcanzables para muchas empresas.
Cero
deuda impositiva y previsional
Presentaciones
impositivas al día
Ganancias
en tres períodos consecutivos
Cash
flow generosos
Frondosa
documentación y papeleo físico. (hay bancos que exigen, sólo para mirar el
balance, la certificación en original a un costo de $20.000, en CABA)
Ausencia
de juicios laborales
Ventas
no concentradas
Cartera
de cheques de cadenas de primera línea
Situación
1 (menos de 30 días de atrasos en deudas) en todos los bancos y entidades
financieras.
No
estar bajo PPC (Procedimientos Preventivos de Crisis)
No
estar en Convocatoria de Acreedores
Además,
por supuesto cumplir los ratios lógicos de Deuda Corto Plazo vs Activo
Corriente, Utilidades vs Patrimonio, Utilidades vs Ventas, etc, etc.
Y
por supuesto la misma pulcritud en las DDJJ de bienes de socios y gerentes
quienes serán los avalistas.
Títulos
de propiedad perfectos de las sociedades e individuales de cada socio.
Las
respectivas DDJJ impositivas de los socios.
Informes
de deuda y situación de parte de las empresas de información crediticia.
Una
carpeta que no cumpla uno de estos requisitos es lo que se conoce como “carpeta
manchada”.
No
hemos obtenido información fehaciente de cuantas empresas pymes tienen “carpetas
manchadas”.
De
tratarse de un número irrelevante este artículo termina aquí y sugiero al
lector no seguir leyendo.
Estimamos
que el número puede ser alarmantemente significativo.
A
partir de la cuarentena dispuesta para el sector servicios y buena parte de la
actividad manufacturera la cadena de pagos se rompió definitivamente.
Aún
no están los datos de los cheques rechazados, pero se estima un crecimiento
importante.
La
necesidad de otorgar créditos inmediatos a las pymes se ha vuelto imperiosa.
Los
bancos no tienen ni interés ni músculo para tratar este tema en medio de la
pandemia, el teletrabajo y las inexorables manchas que las pymes tienen en sus
carpetas.
Hay
dos dilemas innegables.
1)
Las pymes están forzadas a no facturar. (Las “exceptuadas” facturan al 30% de
su capacidad, lo cual a estos efectos es lo mismo)
2)
El BCRA y los bancos no tienen premisas ni respuestas para “carpetas
manchadas”.
Con
carpetas limpias o manchadas los empleados deben cobrar y las empresas deben
seguir proveyendo bienes y servicios.
El
pago de salarios es la salvaguarda de la cuarentena.
La
necesidad de créditos puente es imperiosa y los bancos parecen no ser el
vehículo indicado para efectivizar dichos créditos.
Hemos
propuesto créditos directos del BCRA bajo el formato de adelanto en cuenta
corriente a efectos de la cobertura de las nóminas salariales y las cámaras
bancarias por los cheques dados con anterioridad.
Sólo
de esa manera se soluciona la cadena de pagos y el pago de nóminas por los
meses de marzo y abril.
Las
respuestas del BCRA son lentas y sin contundencia.
Los
bancos se escudan en que “no prestan fondos propios, sino que manejan plata de
los ahorristas”.
También
era “plata de los ahorristas” la que financiaba las Leliqs, Lecap, Letes, y
demás títulos defaulteados y reperfilados.
De
hecho, el sector público incumplió compromisos de manera sistémica cosa que
nunca sucedió en el sector privado.
“Te
dan el paragua cuando hay sol y te lo sacan cuando llueve”, reza el lema
que describe la actividad bancaria desde hace décadas.
Esa
es la realidad, por ello la solución debe pasar por otro lado, fuera del
sistema bancario.
El
día después de la pandemia habrá que proponer una mayor apertura financiera
para no depender de un escuálido sistema bancario local.
Pero
hoy por hoy la urgencia es otra.
Las
autoridades deben ejecutar una solución de shock para la situación terminal de
las pymes y a la vez de buscar mecanismos posteriores de absorción monetaria
por la emisión inexorable.
Se
habla de horas y no de días.
Nada
de esto hubiera sucedido si la Argentina contara con moneda, un sistema
financiero fuerte y orientado al mercado.
En
Italia, España y Estados Unidos se habla de pandemia pero no de cadena de
pagos.
El
dato de la realidad es que nada de eso sucede y los coletazos de la pandemia,
el temor y el cese de actividades es letal para las empresas, el empleo y la
producción.
La
Argentina debe ser el único país donde las empresas que quieren seguir
trabajando no consiguen financiamiento y se funden las empresas que tienen
trabajo.
Algo
anda mal en el sistema financiero que no conecta proyectos productivos con
ahorro privado y en el Estado que aplastó empresas hasta el nivel de no poder
cumplir una mísera lista de requisitos.
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