EL MIEDO ESTÁ JUSTIFICADO
Malú
Kikuchi
Estoy
preocupada, más que preocupada,
asustada.
Asustada
por vivir en un país que no está a la deriva, estoy, estamos en un país cuyos
gobernantes saben muy bien hacia donde quieren llevarnos y ese objetivo no es
el que votó el casi 45% de los ciudadanos.
Probablemente
tampoco lo votó más de la mitad de los que votaron la fórmula ganadora.
Las mayorías
argentinas no quieren ser Venezuela, ni
responden al Grupo de Puebla (organismo que representa intelectualmente
al Foro de San Pablo y maneja el chileno Marco Antonio Enriquez-Ominami, quien
se encuentra a la izquierda de Karl Marx).
Los
argentinos no queremos eso.
Me
preocupa, me asusta que entre lo que dice y hace el gobierno existen años luz
de distancia.
Con
3 ejemplos, los 3 de la semana pasada, bastan para ilustrar el miedo.
El
vice presidente del ENACOM (Entete Nacional de Comunicaciones), Gustavo López, en una entrevista
otorgada a la Televisión Pública dijo
que "los jueces deberían
cerrar los portales que generan alarma social con noticias falsas sobre la
pandemia".
Ante
la reacción generalizada de entes que apoyan la libertad de prensa, el
presidente del ENACOM, Claudio Ambrosini salió a desmentir a su vice
presidente. El mismo López se apresuró a decir que no había dicho lo que sí
había dicho.
El
sistema es conocido.
Se
larga una idea difícil de aceptar y se
lo hace a partir de una 2ª línea de conducción, si pasa sin demasiado ruido, el
objetivo se hace realidad.
De
no ser así, se da marcha atrás, se desmiente y...
Se
espera una oportunidad más propicia para "esta vez vamos por todo".
En
ese todo entra la libertad de expresión.
Con
el maldito tema de la pandemia se ha hecho imperativo liberar y o enviar presos
a domiciliaria.
Los
lugares cerrados y muy concurridos son caldos de cultivo para cualquier
enfermedad contagiosa y el covid-19 lo es y mucho.
Pero
en vez de liberar o mandar a sus casas
(en prisión custodiada, ¿cómo y por quiénes? no se sabe) a presidiarios
de delitos menores o a punto de cumplir condena, sin tener en cuenta los
requisitos indispensables para tomar esta resolución, se soltó a personas inviables.
Abusadores
sexuales, violadores, quizás hasta homicidas.
Un
fenomenal cacerolazo que se escuchó en todo el país hizo reaccionar al poder
ejecutivo.
La
prestigiosa ministra de Justicia (compañera de estudios de Alberto F.), Marcela
Losardo, por todos los medios radiales y televisión que la solicitaron aclaró
que la división de poderes es absoluta, que el poder judicial es el responsable
del atropello, que el ejecutivo no tiene nada que ver.
Dijo,
"el
ejecutivo no detiene ni excarcela".
Pero
todos sabemos que el poder judicial es
sensible a los deseos del ejecutivo.
También
dijo: "nadie puede estar de acuerdo con que los violadores y los
homicidas estén en la calle".
Nadie
está de acuerdo, pero hay 56 violadores sueltos en la provincia de Buenos
Aires.
El
presidente echó a Vanoli de ANSES, lo merecía.
Lo
reemplazó por María Fernanda Raverta (Cámpora y fiel a CFK).
ANSES maneja hoy
$2.000 BILLONES, el equivalente al 38% del presupuesto nacional.
ANSES
tiene una representación en cada ciudad pequeña, mediana y grande de la
Argentina.
ANSES tiene un
representante de la Cámpora al frente de cada una de sus sucursales.
O
sea que todas las jubilaciones, las AUH, los subsidios existentes y por
existir, están en manos de la Cámpora.
Todo el dinero, toda la ayuda social, todo el poder... en manos de Cristina.
Alberto
Fernández es el que debería tener el poder.
El
poder ejecutivo es unipersonal de acuerdo al artículo 88 de la CN (y tiene
todas las atribuciones del artículo 99 con sus 20 incisos).
Se
sabe que Alberto F. es experto en derecho penal, pero la Constitución debe
conocerla.
La
pregunta es, ¿comparte la ideología de Cristina o no se anima a enfrentarla?
Cualquiera
fuere la respuesta, el miedo está justificado.
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