Elias D Galati (Argentina)
Tribuna infomarruecos.ma
En la ciudad en la que vivo existe un Centro de Día de la Parroquia de la Catedral, donde se asiste a gente en situación de calle desde hace muchos años.
En
el año 2012 pusimos en dicho Centro en marcha un proyecto “La inserción social
a través de la cultura”, por el cual agregamos a la asistencia, talleres de
oficios, electricidad, plomería, panificación, cocina y otros, a fin de
capacitar a la gente en situación de calle, para que pudieran tener una salida
laboral, poseer un oficio y ganar su sustento para vivir dignamente.
El proyecto permitía la capacitación, el
control de Educación a Distancia, y se hizo presencial, hasta la irrupción de
la pandemia en marzo de este año 2020.
Muchos
alumnos terminaron la capacitación, y algunos consiguieron trabajo o changas
como electricistas, cocinero y ayudantes en bares y restaurantes.
El
proyecto se completaba con otro llamado “Vivienda digna y trabajo digo” que
comenzó en el año 2013, con la colaboración de quienes hacían viviendas
ecológicas a partir de armado de pallets rellenos de botellas de plástico con
papeles y cartones, de los cuales llegamos a realizar varios, y a acumular
miles de botellas, pero no se pudo concretar por la falta de lugar para
ubicarlos.
Los pedidos que hicimos para conseguir tierras fiscales ociosas y sin utilidad fueron vanos, por lo que ante la imposibilidad de seguir acumulando material debió suspenderse antes de terminar el 2013.
Habíamos
pensado que si se extendía el proyecto podríamos cambiar la situación de la
gente que vive en la calle en nuestro país, y en lugar de seguir recibiendo
asistencia, dependiendo del Estado, podrían trabajar y ganarse el sustento.
Si
bien recibían la tierra, trabajarían en la construcción de sus casas, lo que
los haría dignificados.
Hoy
en día, con un criterio más reflexivo, nos encontramos en una encrucijada que impide
el desarrollo de la actividad de cada hombre en nuestras comunidades.
A
pesar de entender que a la asistencia había que incorporar la enseñanza, darle
al hombre atributos y conocimientos para que puede progresar por sí, nos invade
la desesperanza.
Porque comprendemos que hace falta algo más, el contexto social y político, la educación y la cultura de un país.
Que hace falta una decisión política, y desde las más altas esferas un ejemplo claro de acatamiento a las normas republicanas y democráticas, y un apego a la ética personal y social.
Que
el cambio será posible si hay un ejemplo, desde el poder, de cuáles son las
virtudes que se deben respetar siempre, y que si no se respetan, obran los
mecanismos de control, que producen el castigo pertinente a los culpables, a
todos los culpables, sin condición, y sin privilegios.
Es
un trabajo de ida y vuelta, de un pueblo que vive de los valores, porque cree
en ellos, que ama la dignidad, el trabajo, la equidad, la paz y la justicia, y
de sus mandatarios, que siendo quienes deben hacer cumplir las normas sociales
establecidas y el mandato dado por la comunidad, gobiernan y legislan de
acuerdo a ellas, y dan prioridad a los
valores que encarna la tradición y la realidad de la gente.
Que
no buscan su conveniencia, su felicidad, y el privilegio de quienes los
acompañan, sino que postulan una sociedad igualitaria, equitativa, para todos,
sin banderías ni condiciones.
Que
si no se tiene conciencia de los valores, de una comprensión desde el poder,
que hay que respetar la ética, la moral y el equilibrio, todo se desbarranca y
no hay posibilidades de cambio.
Pero
esas cuestiones se han convertido en ilusorias…
La
realidad que nos circunda, nos muestra que la sociedad ha dado un giro de 180º
y que como ya hemos dicho tantas veces, al trípode griego de la verdad, la
belleza y el bien, se ha traspuesto a otro conformado por fama, dinero y poder.
Si
las virtudes de la sociedad se priorizan en razón de la fama, del dinero y el
poder, la vida se hace difícil e insoportable.
De
esa forma la sociedad va hacia el precipicio, pero es posible que en ese camino
reaccione y vuelva a pensar en la prioridad de la ética sobre todo de la ética
social.
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