POR MARÍA ZALDIVAR
No
fueron la pandemia ni la cuarentena eterna.
Te fuiste mucho
antes de este infierno; te alejó otro infierno, el de la mediocridad y la
falta de horizonte.
Abandonaste
el país buscando un horizonte porque, a pesar de tu juventud, entendiste que
aquí no lo habría.
Hace años que la
Argentina se volvió un lugar hostil para la gente honesta.
No te expulsaron la guerra, los desastres naturales o el rigor del clima sino una casta dirigente vergonzosa que, a través de varias décadas, hizo de la Argentina primero un lugar sin futuro y ahora un lugar sin presente.
Entre
políticos irresponsables, empresarios prebendarios y sindicalistas
inescrupulosos perfilaron un país de matones, iletrados prepotentes y
acomodados; gente de baja estofa que ocupa legal pero ilegítimamente los
espacios de conducción hasta hacer inviable ejercer, comerciar y hasta la vida
cotidiana misma.
UNA VIDA PLENA
Te
criamos en nuestros valores, sobre el pilar de la libertad, eje en la cultura
de las tradiciones y respeto por los valores morales, en un marco de
responsabilidad personal que supiste incorporar en absoluta armonía con lo que
recibías en el colegio.
Queríamos
para vos una vida plena: que fueras un
buen profesional en la disciplina que eligieras pero, por sobre todas las
cosas, que te transformaras en un hombre de bien.
Te enseñamos a transitar tu propio camino y a aceptar, como dijera Jean Piaget, que "elegir es perder''.
Aprendiste
a elegir, a dejar cosas en el camino para no dispersarte en tus objetivos y a
equivocarte pero también a incorporarte y seguir.
Te
mostramos con el ejemplo que los logros propios no te los quita nadie, a
encontrar satisfacción en ellos y en cada progreso.
La
escuela te dio conocimientos, modelos de vida y te enseñó el incalculable valor
de la amistad.
Fue
el complemento perfecto para hacer de vos el ser humano que sos hoy.
Pero cuando asomaste a la vida adulta comprobaste que la meritocracia y el esfuerzo que te habíamos inculcado no cotizaban en la sociedad en la que te tocaba desarrollarte.
Al
contrario; los buenos modales y la nobleza de las acciones impactaban en un
mundo plagado de corrupción y venalidad, y no encontrabas un lugar desde donde
hacer tu aporte en esta porquería inmoral y mediocre en la que se ha
transformado el país.
UN BILLETE FALSO
Compartías
con tus amigos los mismos principios.
En
una oportunidad, apenas adolescentes, a uno de ellos le dieron un billete
falso; cuando intentó usarlo, en el comercio se lo rechazaron.
Ese
episodio es una postal que no olvidaré jamás.
Volvieron
a casa azorados y él comentó "ahora que sé que es falso no lo puedo
usar''.
"Estas son las personas que estamos formando'', pensé emocionada.
Pero
el ambiente era adverso a sus valores y a sus conductas.
Tal
vez en ese entonces empezó a germinar en tu alma la necesidad de un mundo
mejor.
Y
un día lo lograste.
Desde
entonces celebro por vos esa enorme distancia que nos separa pero también sé
que no es gratis, que no es todo placentero.
Sé que tu
desarraigo conlleva sacrificio y dolores.
No
estar en familia cuando los hechos suceden en la Argentina es triste.
Asumir
que no podrás ver a tus hijos crecer en tu país es doloroso.
Las pantallas tienen un enorme valor entre nosotros.
Nos
vemos, nos sonreímos y nos mostramos desde el teléfono el lugar donde estamos o
el regalo que acabamos de recibir.
Son
momentos de intensa alegría hasta que alguien dice el primer "bueno...'',
que indica que es hora de cortar.
En
cada comunicación pasamos lista de los amigos y familiares y te contamos las
noticias de todos ellos.
Y
luego volvemos cada uno a lo suyo.
Nosotros
acá, sin
vos; vos allá, sin nosotros.
Yo
celebro que estés creciendo personal y profesionalmente en otro lado pero, no
me engaño, soy consciente del día a día que nos estamos perdiendo en nuestra
relación.
La vida.
Por
eso, aún en esta Argentina desahuciada, intento mostrarte que para mí la lucha
por una sociedad mejor continúa.
Tal
vez si hay frutos no serán para vos, pero sí para los millones de jóvenes
valiosos que están atrapados por un sistema perverso que los tiene de rehenes.
Por eso te mando
fotos desde el Congreso mientras reclamo a los legisladores por el respeto a la
vida;
por
eso me uno a causas internacionales contra el marxismo del Siglo XXI;
por
eso no claudico.
Porque
quiero seguir siendo coherente y porque la lucha por causas justas disipan la
angustia de tu ausencia.
Y
porque sé que en un rinconcito, tu alma también sufre.
Hago
extensiva esta carta a los miles y miles de padres que comparten este
sentimiento que hoy
¡Feliz Año Nuevo, hijo querido!
Cuando
suenen las 24 campanadas, cuando los fuegos artificiales iluminen el cielo, acá
vamos a estar pensando en vos.
Te
queremos y el orgullo que sentimos por la persona en la que te convertiste le
da sentido a cualquier sacrificio…
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