Sí, les pidieron coima
Así fue el Pfizer-gate
Por Christian Sanz y Carlos Forte
Nadie de la empresa Pfizer lo admitirá jamás, pero un importante funcionario de primera línea del gobierno de Alberto Fernández le sugirió a esa firma arreglar un “retorno” en el marco de las negociaciones por la vacuna contra el coronavirus.
Ello fue lo que
terminó de “frizar” las conversaciones entre el gigante farmacéutico y
el Estado argentino.
Según pudo reconstruir Tribuna de Periodistas, ocurrió a principios de este mismo mes y el funcionario que intentó la “avanzada” sobre el laboratorio sería un hombre más que cercano a Ginés González García.
Lo confirmaron a
estos periodistas dos fuentes oficiales, una del Ministerio de Salud —persona
mediática si las hay— y otra de la ANMAT.
Por
su parte, desde la cartera a cargo de Ginés solo se limitaron a decir a este
portal que todo se trataba de una “infamia”.
Con
una salvedad: el funcionario en cuestión pidió que su nombre no fuera revelado.
¿Cuál
sería el temor?
Como sea, las versiones de corrupción dinamitaron las negociaciones de manera abrupta y repentina, provocando la sorpresa de propios y ajenos.
¿Cómo explicar
que se truncara todo de repente, cuando las conversaciones venían aceitadas y
fructíferas?
Para
salir del atolladero, el ministro de Salud habló de presuntas “condiciones
inaceptables” por parte de la empresa farmacéutica a la hora de acordar con el
gobierno.
"Las
condiciones son iguales para todo el mundo.
Si
no hay un acuerdo con Argentina es porque nuestro país no acepta algo que otros
aceptan o pide algo que otros países no reclaman".
La
frase quedó retumbando en el aire y sus ecos persisten hasta el día de hoy.
A
punto tal, que referentes de la oposición de la talla de Alfredo Cornejo y Luis
Petri han pedido que se investigue a fondo la posibilidad de que se hubiera
pedido un “retorno” a esa firma.
Entretanto, para salir del atolladero, Ginés arriesgó una explicación:
"Seguimos
conversando pero realmente no hemos podido firmar el contrato pese a la enorme
voluntad del Gobierno argentino.
No
se olviden que Pfizer fue la primera que recibió el propio presidente, cuando
Pfizer hizo el ensayo clínico, que ya terminó en la Argentina, con 6 mil
voluntarios".
Lo que nunca
terminó de aclarar el ministro fue el tenor de las presuntas exigencias de la
empresa farmacéutica.
El que sí lo hizo, aunque nadie le creyó, fue Jorge Rachid, médico y asesor de la gobernación de Buenos Aires.
El
funcionario aseguró que la firma de marras exigía “glaciares, y permisos de
pesca”.
Absurdo
por donde se lo mire.
En
tal contexto, un funcionario de segunda línea del Ministerio de Salud empezó a
hacer circular por Whatsapp una versión tan inquietante como incomprobable:
“Pfizer tenía
comprometidas 7.000.000 de vacunas para la Argentina y como la gente de Ginés
González García le pidió coima importante tuvieron que dárselas a los
chilenos”.
¿Fue
la confesión de un hecho de corrupción o una fake news en venganza por quedar
afuera de algún negocio puntual?
Imposible
saberlo.
En
tanto, en medio de tantos dimes y diretes, Ginés cometió un innecesario
“sincericidio”: dijo que Alberto Fernández “está nervioso porque no llegan los papeles”
para que la vacuna rusa pueda aplicarse a mayores de 60 años.
¿Se
puede ser más inoportuno?
Si hay algo que no necesitaba el presidente de la Nación era que le agitaran el avispero como lo hizo su propio ministro de Salud este martes.
No
casualmente, el mismo día que empezó a vacunarse con la Sputnik V.
Ya
lo dijo el hidalgo Quijote de La Mancha: “Cosas veredes amigo Sancho, que non
crederes”.
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