"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 8 de enero de 2021

EL FIN DE LA REPUBLICA

La desafortunada frase del presidente argentino “En la justicia debemos meter mano, sin ninguna duda…” significa el fin de la República.

Téngase en cuenta que en el argot argentino meter mano es sinónimo de rapiña.

La República es un sistema basado en la división de poderes; es la constitución de tres poderes del estado, independientes y autónomos que se controlan entre sí.

La intromisión del Poder Ejecutivo en el Poder Judicial es lisa y llanamente el fin de la República y la instauración de otro sistema que no se sabe cuál es, pero evidentemente es un formidable y terrible avance del Ejecutivo sobre las Instituciones.

Todo esto tiene que ver en realidad con el rol y las funciones de los que ejercen los cargos públicos, los cuales son electos por voluntad popular para cumplir el mandato.

Por eso se llaman mandatarios, es decir son personeros del pueblo en el que está la Soberanía que en una Democracia es popular.

¿Pero cuál es ese mandato?

Que es lo que debe cumplir el mandatario en ejercicio de su función; lo que él cree que es  necesario o el mandato que le fue conferido.

El mandato conferido es aquél por el cual el pueblo lo votó, es decir, su plataforma electoral, lo que el mismo propuso como manifiesto para el ejercicio de su poder, que le confirió el pueblo.

Entonces en su plataforma, en su manifiesto, estaba Meter mano en la Justicia, estaba la Impunidad de los delitos juzgados y comprobados.

Es evidente que el pueblo no lo votó para eso, y que no estaba contemplado en su plataforma electoral.

Entonces ¿Cuál es el problema?

El problema es el soberano.

El soberano que debe ejercer el control de legalidad de las acciones de gobierno, y ese control de legalidad se establece por el cumplimiento de lo prometido, de las consignas pronunciadas y selladas como protocolo de su mandato.

Entonces si el pueblo no cumple con su deber de control, la República termina de desaparecer.

Lamentablemente en mi país, hubo un presidente que afirmó “ si les decía lo que iba a hacer, no me hubieran votado”.

Lo dijo alegremente durante su mandato.

Y el pueblo, bien gracias.

También es cierto, que la mayoría no tiene nada que ver con la verdad objetiva.

No siempre la mayoría tiene razón.

En la historia desde la caza de brujas hasta el nazismo ciento de ejemplos tenemos al respecto.

Pero también es cierto, que en la Democracia, la mayoría hace a la ley.

Es el argumento socrático, al tomar la cicuta, “si no has tenido las agallas de cambiar el sistema, si no has tenido las agallas de irte, debes someterte a la voluntad de la mayoría”.

 

La voluntad de la mayoría expresada en las urnas, es la aceptación de los fundamentos expresados en la plataforma partidaria triunfante.

El mandatario, a ellos debe atenerse, no puede después creer que él es el soberano y hacer su voluntad.

La soberanía es del pueblo, y no se negocia.

El pueblo debe ejercer el control de sus mandatarios y obligarlos a cumplir sus promesas electorales.

No hay alternativas ni excusas

El funcionario electo, es un representante del pueblo, al pueblo representa, al pueblo le debe obediencia, y debe cumplir el mandato para el cual fue electo, es decir sus promesas de campaña.

La República y la Democracia se unen por un fino hilo conductor movido por el soberano, el pueblo, mientras el pueblo esté atento y haga cumplir el mandato que confirió a sus representantes, que son sólo eso, representantes de la voluntad popular.

Sino habremos arribado al fin de la República…

Elias  D. Galati

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