Escrito por Gerardo Lissardy
En Argentina, Ecuador y Perú, los escándalos tumban a ministros de Salud.
En
Brasil, hubo al mismo tiempo escasez y desperdicio de vacunas. Y en otros
países de la región recién llegan las primeras dosis.
La vacunación contra el covid-19 se volvió de pronto un espejo flamante de viejos problemas del subcontinente como la corrupción, el favoritismo, la falta de planificación o la incapacidad para resolver grandes desafíos.
Cuando
México protestó la semana pasada en Naciones Unidas por el
"acaparamiento" de vacunas en los países ricos, puso el foco sobre
algo reconocido por la Organización Mundial de la Salud: la alarmante brecha en
la distribución global de las dosis.
Pero
el rezago de la vacunación en Latinoamérica respecto a otras regiones se debe
también a deficiencias propias, advierten expertos.
Por
ejemplo, la carencia de materiales elementales como viales o filtros en México
retrasó el envase y la distribución de millones de dosis de la "vacuna
latinoamericana" producida en Argentina tras un acuerdo con la
farmacéutica AstraZeneca.
"Hay una cuestión de dependencia externa, pero esa dependencia también es un fallo de América Latina: no tenemos la capacidad de producir esas vacunas, mientras que India o China, que eran tan subdesarrollados como nosotros hace 30 años, logran hacerlo", dice Miguel Lago, director ejecutivo del Instituto de Estudios para Políticas de Salud (IEPS) en Brasil, a BBC Mundo.
Con
cerca de un cuarto de las muertes por covid-19 en el mundo, pese a tener 8,5%
de la población global, América Latina ha sido golpeada con especial dureza por
la pandemia.
La
región también sufrió el año pasado el peor desplome económico mundial tras la
llegada del coronavirus, con una contracción de 7,4% del PBI según estimaciones
del Fondo Monetario Internacional.
El
ministro ecuatoriano de Salud, Juan Carlos Zevallos, renunció tras un escándalo
por el envío de vacunas a un geriátrico donde estaba su madre.
En
este contexto, el descubrimiento de las vacunas contra el coronavirus ilusionó
a los latinoamericanos con ver pronto la luz al final del túnel.
Sin
embargo, los esfuerzos de vacunación regional han estado marcados por
polémicas, demoras y frustraciones.
Las renuncias de los ministros de Salud en Argentina, Ecuador y Perú ocurrieron después que en sus países se denunciara favoritismo en el acceso a las vacunas que escasean para la población en general.
El
ministro ecuatoriano de Salud, Juan Carlos Zevallos, dimitió a su cargo este
viernes, en medio de investigaciones por el envío de parte de las primeras
dosis de vacunas a un geriátrico privado donde estaba su madre.
En Argentina y
Perú se reveló que funcionarios, ex gobernantes o personas influyentes también
se vacunaron de forma preferencial, sin seguir las reglas puestas al resto de
la población.
Durante
una visita a México esta semana tras pedir la dimisión de su ministro, el
presidente argentino, Alberto Fernández, buscó enterrar el escándalo: "Terminemos
con la payasada", dijo.
El
mandatario aludió a la investigación judicial abierta sobre el caso denominado
"Vacunatorio VIP" en su país y sostuvo que "no hay ningún tipo
penal en Argentina que diga 'será castigado el que vacune a otro que se
adelantó en la fila'".
Pero
otros creen que estos casos son síntomas de antiguos vicios de la región, como
el irrespeto a las normas o el uso de recursos públicos para beneficio de
algunos.
"En
todos los países donde saltan escándalos se repite una práctica bastante común:
eludir las estructuras formales del Estado para canalizar las vacunas sin
planes y protocolos claros y transparentes de atención a las poblaciones
vulnerables. Más bien lo contrario: protejo y atiendo a los míos",
escribió Felipe Burbano de Lara, sociólogo, politólogo y columnista del diario
El Universo de Ecuador.
Chile es el país de la región donde el proceso de inoculación avanza de forma más aceitada: casi 17% de su población de 19 millones fue vacunada en febrero.
El
caso chileno es visto como una prueba de que en la región es posible vacunar a
tasas similares o incluso superiores al mundo desarrollado gracias a una
robusta red de atención de salud que falta en otros países, además del poder
adquisitivo y la rapidez del gobierno para comprar millones de dosis.
Pero
tampoco Chile ha estado libre de polémicas en su campaña de vacunación: al
menos 37.000 personas en ese país se adelantaron a su turno sin tener factores
de riesgo, según datos oficiales.
"Ninguna fuerza"
Otro
país latinoamericano que evidencia los contratiempos de vacunación en la región
es Brasil, donde menos de 4% de la población ha recibido dosis hasta ahora.
Además
de tener sus propias denuncias de irregularidades en el acceso a las vacunas,
Brasil experimenta una escasez de dosis que expertos atribuyen a errores de
planificación del gobierno de Jair Bolsonaro.
Grandes
ciudades brasileñas como Río de Janeiro, Porto Alegre o Salvador llegaron a
suspender las inoculaciones por falta de vacunas, mientras también se
reportaban en el país desperdicios de dosis abiertas que perdieron validez
antes de ser inyectadas.
La primera etapa de vacunación en Brasil tuvo al mismo tiempo escasez y desperdicio de dosis. Los países más rezagados de América Latina en la carrera de la vacunación contra el covid-19 son Guatemala, Honduras, Nicaragua y Uruguay, que apenas importaron sus primeras dosis esta semana, mientras Cuba aún busca desarrollar sus propias vacunas.
Algunos
observan que otra característica histórica de la región, como la falta de
unidad y coordinación entre los países, también afectó sus posibilidades de
demandar más vacunas al resto del mundo.
"América
Latina no negocia como bloque, sino que cada país negocia como puede, entonces
claro que no tiene ninguna fuerza", señala Lago.
Se
estima que, sin acelerar su ritmo actual de vacunación, varios países
latinoamericanos podrían tardar años en alcanzar los niveles de inmunidad
necesarios en sus poblaciones para volver a la normalidad.
La lentitud de la vacunación en América Latina puede profundizar viejos problemas sociales de la región, como la desigualdad.
Como
si se tratara de un círculo vicioso, esto amenaza a su vez con profundizar
problemas sociales de una región que ya era considerada la más desigual del
mundo.
Nora
Lustig, una profesora de economía en la Universidad de Tulane, advierte que los
efectos podrían llegar incluso a largo plazo por el cierre de escuelas para
niños de familias de bajos recursos.
"En la
medida que no tengas la capacidad de crear un espacio de normalidad a través de
un proceso de vacunación más rápido", dice Lustig a BBC Mundo, "vas a tener un impacto sobre la
economía, la desigualdad y la pobreza"
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