"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 5 de julio de 2021

El anciano Vicente II

El cantinero se disculpó y le sugirió pasarse a una mesa más alejada de los inadaptados a los cuales nada se les podía objetar por ser el orgullo de Francia.

El viejito Vicente le respondió: "No no no mi buen amigo, no importa, si me lo permite desearía quedarme aquí, es que en esta mesa conocí por primera vez a mi amor, la madre de mis hijos.

No me queda mucho tiempo, y sentarme aquí me permite recordarla.

Si no se enoja, me quedo.

Los muchachos son jóvenes, y tienen mucho por volar todavía. Yo estoy bien, déjelos aletear..."

Siguió bebiendo su añorado licor de manzanas.

Y ante cada burla, cruel y más cruel que la anterior, el viejito asentía, y por respuesta solo sonreía. Eso enfurecía más a esos jóvenes oficiales del aire franceses.

Ya querían que se fuera.

Se lo exigieron ostentosamente al cantinero, el cuál (sabiendo ahora el motivo de la estancia del anciano) se negó.

Y prosiguieron las burlas y los sarcasmos hirientes, ahora relacionados con la edad del pobre viejo.

El anciano Vicente se sonreía.

Pero no era para nada un gesto nervioso, no era un rictus de miedo o intranquilidad. Le causaba real gracia esa situación.

Tal vez esos jóvenes no sabían.

Pobres, en realidad no tenían por qué saberlo.

No sabían (seguramente) que cuando sus abuelos ni siquiera habían pensado en engendrar a sus padres, a los 18 años él ya había armado su primer cajón volante: el "aeromóvil", un peligroso y pesado mamotreto de madera con alas al que le había adosado un pequeño motor....y que levantaba vuelo!

Tal vez nunca supieran que por la época que llegó a Francia se presentó en la escuela de pilotos para conseguir el deseado brevet y que aunque no hablaba una gota de francés, su porte importante hizo que sus instructores creyeran que era un avezado piloto profesional, al que (pese a las impotentes gesticulaciones de Vicente) igual sentaron frente al tablero de mandos de un avión super tecnológico, pero que él no sabía ni como encender.

Es casi seguro que jamás se enteraron que una vez en el aire hizo arriesgados loops, admirables tirabuzones, temibles vuelos rasantes, pasadas invertidas, oblícuos, giros , contragiros, picadas y demás, al cabo de las cuales sus instructores desde tierra emitían gritos de admiración y aplausos descontrolados pensando que los estaba maravillando con sus innatas habilidades de acrobacia aérea, cuando de verdad Vicente en realidad estaba aterrorizado y a las puteadas, y solo atinaba a pegarle golpes y patadas al timón con el fin único de no matarse.

Ni sabía lo que hacía.

Nunca les dijeron, claro, que cuando bajó del avión, los legendarios instructores de la Francia Libre lo vivaron, lo llevaron en andas y le otorgaron el brevet "con distinción de honores". Firmado y sellado por todos.

Solo dos aviadores tuvieron ese brevet en la historia: Vicente.....y Roland Garrós (si si, el mismito del estadio de  tenis)

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