Por Carlos Pagni
La carta de Cecilia Nicolini al CEO del Fondo Ruso de Inversión Directa que muestra el estado en que se encuentra el Gobierno en relación con la apuesta más contundente de su plan de inmunización: la Sputnik V
Cecilia Nicolini es una asesora clave de Alberto Fernández.
Politóloga,
con una interesante carrera académica, se la reconoce por su compromiso con la
función pública.
Ahora
hay que agradecerle algo más: una sinceridad tan inusual como candorosa.
Hace
dos semanas, el 7 de julio, Nicolini dirigió una carta, vía mail, a Anatoly
Braverman.
Es
la mano derecha de Kirill Dmitriev, el CEO del Fondo Ruso de Inversión Directa
(RDIF, por sus siglas en inglés). Hay varios motivos por los cuales esa carta,
a la que accedió LA NACION, es muy valiosa.
El más importante es que revela la encrucijada desesperante en que se encuentra el Gobierno en relación con la apuesta más contundente de su plan de inmunización: la Sputnik V.
También
desnuda que la preferencia por esa vacuna ha sido una opción geopolítica; igual
que el desinterés por productos alternativos.
Nicolini
explicita, además, algo obvio: que el oficialismo hace una utilización facciosa
del plan de vacunación.
La otra evidencia que aporta esta nota no tiene que ver con su contenido, sino con el contexto en que fue divulgada: la administración de la pandemia es solo uno de los campos en que se desarrolla es el conflicto entre dos sectores del oficialismo conflicto que aparece en el armado de las listas para las próximas elecciones..
La nota de Nicolini, que se envió con copia a la ministra Carla Vizzotti y a su secretario de Gestión Administrativa, Mauricio Monsalvo, comienza con una confesión angustiante:
“Como
le mencioné hoy, estamos en una situación muy crítica. Nosotros teníamos la
esperanza de que, después de la conversación que tuvimos tú, Carla, Kirill y yo
un par de semanas atrás, las cosas iban a mejorar. Pero han empeorado”.
La
funcionaria explica que no llega el componente 2, que es el que se aplica en la
segunda dosis.
Y
reclama el envío, aunque más no sea, de un millón de unidades para inocular a los
mayores durante el fin de semana. Es decir, el 10 o el 11. No tuvo suerte:
recién el 13 llegaron 550.000.
Más allá de las dificultades para conseguir el componente 2, todo el contrato con el RDIF y con Human Vaccine, una empresa creada por ese fondo para vender la Sputnik V, está al borde de naufragar.
Nicolini se lo dice en estos términos a Braverman: “…Todavía necesitamos recibir las dosis pendientes del Componente 1.
Tal
como lo indica el contrato, todavía tenemos pendientes de recibir 18.734.185
dosis (5,5 millones C1 + 13,1 millones C2).
Aún
estamos esperando el cronograma de entrega de Julio que Usted también acordó
enviarnos en esa llamada.
Pero
no lo recibimos.
En
algún punto, podríamos pensar en recibir más componente 1 que 2, o pensar
nuevas estrategias, pero urgentemente necesitamos algo del componente 2.
A
estas alturas todo el contrato está en riesgo de ser públicamente cancelado.
Nosotros
entendemos el faltante y las dificultades de producción de algunos meses atrás.
Pero
ahora, siete meses después, todavía estamos muy atrás, mientras estamos
empezando a recibir dosis de otros proveedores en forma regular, con
cronogramas que se cumplen”.
El párrafo siguiente tiene un matiz enternecedor:
Nicolini
intenta sensibilizar, tal vez presionar, al hombre de Vladimir Putin al
informarle:
“Recientemente
emitimos un decreto presidencial que nos permite firmar contratos con empresas
americanas y recibir donaciones de los Estados Unidos.
Las
propuestas y entregas son para este año y también incluyen vacunas pediátricas,
lo que es otra ventaja.
Le
pedimos a su equipo que comparta un protocolo para uso pediátrico que nos
permita ejecutar un estudio aquí, pero todavía no recibimos nada”.
El
pasaje sugiere algo así como “si nos siguen ignorando nos vamos con los Estados
Unidos”.
Una
insinuación significativa, que confirma lo que se sabe: la estrategia de
vacunación está guiada por criterios geopolíticos, acaso más que sanitarios.
Un
aspecto que ilumina de nuevo la resistencia a comprar vacunas norteamericanas, sobre
todo la del laboratorio Pfizer, única autorizada para uso pediátrico.
La contra cara de esa reticencia es la franqueza con que Nicolini explica a Braverman que el Gobierno ya no puede hacer más cosas para beneficiar al fondo ruso y al laboratorio Richmond, de Marcelo Figueiras, con el que ese fondo contrató la elaboración local de la Sputnik V.
La
transparencia de la asesora es sorprendente:
“Finalmente,
la producción local fue un gran paso para todos nosotros.
Nuestro
Presidente participó del evento de lanzamiento, incluso esperando por más de 2
horas.
Nosotros
estamos muy felices y con gran apoyo a Richmond.
Solo
le pedimos que tenga los primeros resultados antes del 9 de julio, ya que es
una fecha muy importante para nosotros, el Día de la Independencia, lo que es
muy significativo.
Richmond
envió las primeras dosis para pasar el control de calidad el 16 de junio.
Nos
habían dicho que este proceso podría demorar entre 10 y 15 días.
Es
7 de julio y todavía no está listo y no estará listo para el 9 de julio, como
el Presidente les pidió amablemente, teniendo en cuenta los días que se
necesitan.
Las
dosis están en Rusia por más de 21 días ahora… nosotros esperamos que Usted
ponga especial atención a esto, que fue el único y más importante pedido del
Presidente Fernández y fue, otra vez, una decepción para él y para el país”.
Nada que llame la atención:
Fernández
necesitaba, por razones de campaña, anunciar que Rusia aprobaba la fabricación
local de la Sputnik el 9 de julio.
Tampoco
le dieron ese gusto: el visto bueno llegó el 15.
De
todos modos, Nicolini y Fernández hicieron de tripas corazón y salieron
alborozados a dar la vuelta olímpica por Twitter.
Hay en la carta un párrafo vidrioso.
Nicolini
explica a Braverman que no puede acceder a un requerimiento: que el Estado, en
vez de comprar las vacunas al sello Human Vaccine, se las compre a Richmond.
No
están claras las razones del pedido.
En
el Gobierno explican que para RDIF, por la normativa rusa, es más costoso
exportar vacunas que exportar el principio activo de esas vacunas.
Por
eso preferiría que el proveedor sea Richmond.
De
ser así, el Gobierno tendría un problema: previó desgravar la compra de todos
los suministros nacionales relacionados con la pandemia, menos las vacunas.
Es
decir: si le comprara a Richmond, habría que sumar un costo impositivo que se
evita con la adquisición de Estado a Estado.
Para
que su interlocutor no lo tome a mal, Nicolini menciona algunos beneficios
concedidos: por ejemplo, a Figueiras se le permitió importar el principio
activo sin pagar aranceles, “entendiendo que esas dosis iban a ser entregadas a
nosotros”.
Ojalá
sea así.
Porque
Figueiras tiene un contrato para vender esa vacuna en varios países.
Es
decir: el fisco argentino le estaría dando una ventaja ajena por completo al
interés nacional.
El cierre de la carta de Nicolini es conmovedor.
Ideal
para leer con un trago de vodka y kazachok, bajito, de fondo.
En
su afán porque los rusos, que ni le contestan los mensajes, envíen las vacunas,
la asesora enumera todo lo que el gobierno de Fernández está haciendo por el de
Putin:
“Pronto,
un nuevo estudio será publicado y revisado en una revista especializada sobre
la eficacia, efectividad después de 6 meses, y la respuesta ante las nuevas
variantes.
Nosotros
respondimos siempre haciendo todo lo posible para que Sputnik V sea el mayor
éxito, pero Ustedes nos están dejando con muy pocas opciones para continuar
peleando por Ustedes y por este proyecto!
Y
como también mencioné una vez, estamos soportando persecuciones legales como
funcionarios públicos debido a estas demoras, poniendo en riesgo nuestro
Gobierno”.
Es
un párrafo inesperado en alguien que integra una administración encabezada por
Fernández y por Cristina Kirchner, dos adalides de la soberanía nacional.
La de la Sputnik V es la segunda apuesta que el oficialismo intenta rescatar del fracaso.
La
primera fue la de AstraZeneca, impulsada por su productor local, Hugo Sigman:
se trata de 22 millones de dosis, de las cuales alrededor de 12 millones se
pagaron en noviembre de 2020, para ser aplicadas en diciembre; pero comenzaron
a llegar en junio de este año, a cuentagotas.
Cinco
días después de escribir a Braverman, Nicolini se embarcó con Vizzotti hacia
Londres, para visitar AstraZeneca y tratar de que el laboratorio cumpla con sus
compromisos.
El reclamo ante Rusia parece de una enorme ingenuidad.
El
fondo que financia y comercializa la Sputnik V está, al cabo de una fenomenal
campaña de marketing, enfrentando enormes dificultades internacionales.
Lo
describió con detalle Inés Capdevila en este diario 20 días antes de que
Nicolini enviara su mail.
El
escándalo acaba de estallar en la India: los rusos anunciaron el miércoles que
producirían su vacuna junto al instituto Serum, el mayor laboratorio
infectológico del planeta; pero un día antes, otro gigante farmacéutico, Dr.
Redy, informó en Nueva Delhi que suspendería la distribución de Sputnik V
porque sería irresponsable hacerlo cuando no están disponibles las segundas
dosis.
En Rusia conocen bien esta dificultad: cuando los Estados Unidos han vacunado al 48,33% de su población y la Unión Europea al 44,08%, solo el 14,23% de los rusos fueron inmunizados por completo.
Apenas
2,6 puntos más que los argentinos.
Fernández
le pide a Putin algo que Putin no tiene para su propia gente.
En
la Argentina este problema se agrava por una peculiaridad: la vacuna rusa fue
la que se privilegió para inmunizar a los mayores de 70 años, que son los más
vulnerables al Covid.
Esa
franja ahora espera la segunda dosis que no llega.
Además
de un juego de poder internacional, cabe imaginar que sobre la crisis sanitaria
argentina se esté proyectando una disputa interna.
La
carta a Braverman fue subida al sistema público de información por el
secretario Monsalvo, un ahijado de Ginés González García.
Es
muy probable que Monsalvo esté obligado a dar ese paso, aun cuando Nicolini
tenga derecho a pensar que la divulgación de un mail no es imprescindible.
Desde
Salud el texto fue a las comisiones especializadas del Congreso.
En
Diputados fue recibido por el tucumano Pablo Yedlin, un delegado de Juan
Manzur, acaso el político más cercano a Hugo Sigman.
Yedlin
no puso todo el celo necesario para evitar que esa joya literaria que es la
nota de Nicolini trascendiera.
Más
allá de estos detalles, suponer que la divulgación del mail ha sido una jugada
del sector anti ruso en la guerra interna de las vacunas puede ser una fantasía
afiebrada sobre un complot propio de la Rusia de los zares.
O
de Stalin.
A ese sector pertenecen los amigos de Alberto Fernández. Cristina Kirchner, que se preguntó hace pocos días por qué Manzur se había salvado de un procesamiento que sí afectó a otros funcionarios, está rodeada de dirigentes que simpatizan con los rusos.
O
tienen antipatías hacia Sigman.
O
hacia el Reino Unido y, por lo tanto, hacia AstraZeneca.
Alicia
Castro, por ejemplo, que se preguntó a través de Twitter qué lecciones fueron a
tomar Vizzotti y Nicolini a Londres.
La
iniciativa de adquirir la Sputnik nació de Axel Kicillof.
Su
ministro de Salud, Daniel Gollán, reveló: “Cuando nos enteramos de que la
Sputnik podía ser fabricada por un laboratorio argentino, le pasamos el dato a
Figueiras”.
Estas
convergencias se registran en un contexto que excede lo sanitario: para los
hombres de Putin que observan la Argentina, la figura más interesante es
Kicillof.
La querella de las vacunas es el barco que se agita en la superficie de un inquieto mar de fondo.
El
conflicto que envuelve al Frente de Todos ya supera la mera tensión entre
Cristina Kirchner y su delegado Alberto Fernández.
Alrededor
de estas dos figuras se han configurado dos bloques de poder, que expresan
intereses distintos y anclajes internacionales contradictorios.
Solo
contra el telón de fondo de esta disputa se puede entender la resistencia de
Fernández a entregar a Santiago Cafiero para que encabece una lista bonaerense.
Solo
contra ese telón de fondo se comprende la insistencia de Cristina y Máximo
Kirchner por capturar la Jefatura de Gabinete e intervenir una gestión que, por
rebeldía o por desorientación del Presidente, se les ha escapado de las manos
(Diario
La Nación)
No hay comentarios:
Publicar un comentario