"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 5 de julio de 2015

Porque me miras...

La mirada es uno de los gestos más vívidos en la relación humana, posiblemente junto al beso, el abrazo y el apretón de manos, pero además esa gestualidad dice muchas cosas más, y casi siempre participa de los otros gestos, en los cuales también hay una mirada conjunta.
¿Qué significa mirar? 
¿Por qué se mira?
La mirada responde a un estímulo exterior o a un impulso interior.
En el libro del Eclesiástico capítulo 19 versículo  29 se dice: 
Por la mirada se reconoce al hombre, por el aspecto del rostro se reconoce al pensador.
Por los ojos se conoce lo que uno lleva en el alma, como si el interior se proyectará a través de ellos en su contacto y relación con los hombres y el mundo exterior.
Un mirar claro, llano y limpio indica la sinceridad de aquel que mira, y manifiesta que no hay dobleces, ni segundas intenciones en su mirar, el cual es auténticamente una forma de relacionarse.
La paz y la armonía interior se manifiesta a través de la mirada cuando se expresa la humildad y la sencillez del espíritu, reflejada en los ojos dulces y pacíficos que expresan un aspecto exterior de serenidad.
La mirada puede ser colérica y violenta, también osada, irrespetuosa e insolente, a veces extraviada y otras veces indiferente como si no tuviera importancia a quien miro.
Hay miradas de desprecio, las hay deshonestas, también las misericordiosas y las urbanamente formales.
Pero como decía el Profeta...
¡Dios mío desvía mis ojos, y no permitas que se detengan a mirar cosas inútiles!

Hay miradas vulgares y de compromiso, y otras son automáticas y reflejas y responden más a un impulso que a una decisión.
Pero porque miro, qué es lo que miro y porque me miran.
Cual es el motivo que impulsa a una persona a mirar a otra.
Puedo mirar por curiosidad, a alguien que no conozco, o a quien de alguna manera elijo para saber quien es y que hace.
Puedo mirar por rencor, hacia quien creo que ha hecho mal, me ha perjudicado o es una persona que creo perversa y mal intencionada.
O por amistad, porque lo considero cercano, y deseo relacionarme y saber de él.
También porque estoy bien y feliz en su presencia, y me siento en armonía a su lado, compartiendo situaciones.
Puedo mirar por miedo, sospechando que pasará algo terrible y que debo evitarlo, a toda costa.
Puedo mirar como un signo de solidaridad, como una apertura hacia el mundo, en  una forma bondadosa de relacionarme en todo momento con el mundo y la gente que me rodea.
Y puedo ser, como sucede comúnmente, que mi mirada sea la respuesta a la mirada del otro.
Cuando la situación es tal que sobran las palabras, o más cuando no alcanzan las palabras, porque nada puede expresar lo que sucede y no hay término alguno que pueda manifestarlo, como la mirada de los amantes.
Ese intercambio de miradas, es una relación gestual de gran riqueza y de un bello y maravilloso contenido.
Recuerdo haber escrito hace unos años un relato en el que expresaba: 
"Me acerqué para darle un beso y me miro con ojos de angustia y terror; 
su mirada me dijo más que lo que me había contado en años, 
vi en ellos la existencia, el hombre, la verdad, la felicidad, 
el amor y el arcano de todas las relaciones humanas.

¿Por qué me miras? 
¿Qué ves y que buscas en mí? 
¿Qué es lo que ha provocado tu mirada?
Si nuestra alma es sencilla y humilde, si nuestro comportamiento refleja con identidad lo que sentimos y pensamos, si nuestra mirada es limpia y fresca, si no albergamos dobleces, rencores ni resentimientos, nuestra mirada será cristalina y nos devolverán una mirada de bondad, armoniosa y amorosa, cálida y expresiva que llegará hasta el hondón de nuestro corazón y nos animará a continuar la existencia en busca de la felicidad.


Elías D. Galati

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