"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 10 de junio de 2008

ARGENTINA - Decreto-relato, de antología, por Ignacio Zuleta/Ambitoweb


El decreto oficial, leído antes del discurso de la Presidente, fija las pautas del plan que prevé destinar lo recaudado por las retenciones móviles a un programa de infraestructura social.

El Decreto 904 que publica hoy el Boletín Oficial por el cual se crea el Programa de Redistribución Social va a figurar como un ejemplo de otra extravagancia legal de los gobiernos Kirchner, los decretos-relato. El primero fue aquella desopilante pieza cervantina de Carlos Zannini por la cual Néstor Kirchner despedía a Fulvio Madaro del Enargas por su compromiso con unas facturas de Skanska. La principal razón de ese despido era propia de la ínsula Barataria (para seguir en el universo de las lecturas en el español confuso de la Presidente): «En comunicación telefónica con el señor ministro del Interior el señor fiscal Dr. Carlos Ernesto Stornelli,tras manifestarle 'que colaboraría con la campaña de Scioli' le expuso además 'me los llevo puestos a Madaro y a Ulloa' (en la causa mencionada) 'en virtud de una grabación que había escuchado'».

Esta forma de legislar a través de decretos con cuentos insertados, suele estudiarse en los talleres literarios como propia de culturas ancestrales. No piensa eso el derecho contemporáneo, que entiende que los considerandos de un decreto tienen la misma fuerza legal como la parte resolutiva.

Los considerandos son los argumentos legales sobre los cuales se toma una decisión. Un decreto tiene el rigor de un silogismo, es decir que a partir de unas premisas se deduce en forma necesaria una determinada decisión. Los considerandos no pueden ser frases destinadas a persuadir al público, a captar su benevolencia o a afirmar la verosimilitud de las decisiones, que son ingredientes de los relatos de ficción.

Tragaperras

Otro testimonio de la pluma egregia de Zannini en el género del decreto-relato, fue el decreto secreto que prolongó la concesión de las tragaperras del Hipódromo de Palermo. Se publicó el 31 de diciembre de 2007 en edición especial -era feriado- del Boletín Oficial y entre las justificaciones para el regalo se dice en los considerandos que el Estado debe «incrementar el parque de máquinas electrónicas de resolución inmediata, atento las necesidadesdel mercado lúdico. Las explotaciones lúdicas -agrega- deben efectuarse conforme los gustos del público apostador, que resultan mutables». Ese decreto póstumo de Kirchner ratificaba una resolución Lotería Nacional (31/2007) que discurría por el disparate cuando exaltaba las virtudes de los concesionarios Cristóbal López y asociados. «La fórmula de un 'BUEN HOMBRE DE NEGOCIOS' -dice el jefe de loterías y bingos- recuerda la del 'BUEN PADRE DE FAMILIA', pero es sustancialmente diferente. El BUEN PADRE DE FAMILIA' es la persona que pone los cuidados propios del hombre común medio. Esta exigencia del 'BUEN HOMBRE DE NEGOCIOS', es mucho más estricta, ya que no basta el modelo de un buen hombre común, sino que se exige del administrador una especial aptitud profesional.» Parece sacado de un fragmento platónico, cuando Sócrates describe las virtudes del auriga (chofer de carros).

Lo que debe evitar un gobierno es que el público crea que sus decisiones son un cuento. Pero la tendencia a legislar desde el relato parece irresistible para los abogados de la Secretaría Legal y Técnica. El decreto firmado ayer, justifica la creación de ese revoleo de partidas que es el Programa de Redistribución Social en que los «altos niveles de precios resultan buenos para unos y malos para otros». ¿Cuál es la vara que decide el destino de millones de pesos aportados por los contribuyentes? ¿Qué es un precio bueno y un precio malo? Hay más rigor en la cola del Disco cuando las señoras comentan a Tinelli. Se han dado premios Nobel de Economía, a quienes han intentado acercarse, aunque fuera un poco, a ese misterio teológico del precio bueno y el precio malo. No pierdan más tiempo, ya lo resolvió el ojo experto de Zannini.

Embalados en la ficción, la prosa de los considerandos del decreto de ayer se zambulle en la ciencia ficción, y afirma que «la expectativa de recaudación ronda los u$s 800 millones para el corriente año y los u$s 1.300 millones para el año 2009, sumas hasta las que actuaría así directamente el Programa creado, con cualidad redistributiva y función claramente social».

Se les perdona a los abogados que incurren en la ciencia de la política, que también es un arte, que crean que cambiando las palabras se modifique la realidad. Pero no al punto de hacerle firmar a un(a) Presidente, esa afirmación extraída de la fábula de la lechera. ¿Y si esa predicción falla, adónde se va el Programa? Imposible dar una respuesta seria. Nadie por eso montaría una inversión ni pública ni privada sobre tamaña presunción de la contabilidad creativa del Dr. Zannini. Lo único que le falta al decreto es que remate con un cariñoso «¡Adiós!».

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