Daniel Della Costa
Para LA NACION
30 deJulio 2009
Un gobernante que pretenda ejercer el cargo con acierto y justificar la calle que algún día lo inmortalizará, debe reunir requisitos tales como idoneidad, experiencia, sabiduría, carácter? y suerte.
Que era lo que Napoleón tenía en cuenta cuando elegía a sus generales.
No le bastaba con que el tipo fuera enérgico, arrojado e impasible ante la degollina; además, debía estar probadamente acompañado por la fortuna. Que es, como se ha visto desde que desempeña su mandato, lo que también le anda escaseando a la PresidentA.
Precisamente en estos días se han dado otras dos muestras de que los hados le son adversos: una, nimia; la otra, preocupante.
La primera, la hora de demora con que acudió a un encuentro con los mandatarios del Mercosur en Asunción, debido a que Taiana le dio el dato equivocado.
Una situación molesta, pero que, de cara al futuro, tiene fácil remedio.
Le bastará con echar al ministro o, si está de buenas, hacerlo escribir cien veces en un cuaderno: "Debo informar bien a la PresidentA sobre la hora a la que comienzan las reuniones, salvo que eso implique despertarla antes de las diez de la mañana"
Pero si esta contrariedad es de fácil solución, la otra, ni por pasteles.
Ya que se trata, nada menos, que de la aparente decisión de NK de asumir la banca para la que ha sido elegido.
A pesar de que todos estaban convencido de que su postulación, como la de Scioli y tantos otros, era de mentirijillas y al sólo efecto de "traccionar" los votos de la gente inocente.
Lo que ocurre es que aunque, en principio, esta decisión no estaría nada mal, ya que aportaría otro sueldito al matrimonio, se convierte en francamente aterradora cuando se atiende a la razón que habría dado para cambiar de opinión: nada más y nada menos que para ejercer la defensa de Cristina en el Congreso.
Porque sólo alguien que crea que todo lo que ha venido sucediendo durante este larguísimo año y meses del presente mandato se debe a la maldad de la oposición o a extravíos de la fortuna, estará convencido de que la decisión del copresidente es atinada y derechamente destinada a favorecer a su media naranja.
Cuando, en rigor de verdad y más allá de los sentimientos que aún pueda conservar hacia su cónyuge, esta noticia debería haberle caído a ella tan mal como una extensión rebelde o un vestido que le chingase.
Ya que ni el más lelo de cuantos comparten esta tierra generosa puede dejar de asociar la mala fortuna que acompaña a esta presidencia con la presencia, siempre desatinada, del inefable Néstor.
Y, en consecuencia, su concurrencia al Congreso, más allá de que algunos se restrieguen las manos pensando en lo que habrán de decirle si se atreve a afrontar un debate, puede convertirse, para la Presidenta, en la certeza de que su suerte ya no habrá de cambiar.
Quedándole acaso, como última esperanza, intentarlo a través de un recurso popular, pero probado: prendiendo en sus modelitos, a medida que los va estrenando, una verde y sencilla hoja de ruda.
"Maestro -dijo el reo de la cortada de San Ignacio-, no es que me olvide de Lupin, de la crisis y de las pestes. Pero, con el corazón en la mano, le digo que a mí me parece que, para que la Cristina emboque una, habría que hacerle un balero con una lata de galletitas o con un cajón de birra."
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
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