"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 24 de octubre de 2009

La razón de la sin razón...

La razón se entiende por un lado como la facultad de discurrir, el raciocinio o discernimiento y por el otro el acto de discurrir el entendimiento, las palabras o frases con que se expresa el discurso.

Puede considerarse también el argumento o demostración que se emplea en apoyo de alguna cosa, como el motivo o causa, el orden y método en una cuestión, la relación, el cómputo, la justicia en operaciones o el derecho de ejecutarlas, su equidad, el mensaje o el aviso.

Desde antiguo se ha considerado a la razón estrechamente vinculada a la verdad, al equilibrio y a la ética, como lo justo y debido.

La sinrazón ha sido entendida como iniquidad, acción que se contradice con la justicia y esta fuera de lo razonable o debido.

La razón y la sinrazón, son por lo tanto en el aspecto teórico y en términos lingüísticos conceptos opuestos.

Desde el lenguaje, como el de la filosofía, es imposible compatibilizar estos términos.

Más aún deberían ser incompatibles desde el punto de vista moral, y también en el ámbito existencial, en la realidad en que se vive.

Pero la realidad post moderna como ya lo expresara Discépolo "es un cambalache, todo es igual, nada es mejor…"

La primera confusión comenzó hace mucho tiempo en el marco teórico, pretendiendo encontrar la razón de la sinrazón, tomando el concepto razón como motivo o causa, ya no apelando a la racionalidad, sino a la motivación.

Pero este concepto de razón ya no era intelectivo, había traspasado los límites y se había convertido en un concepto volitivo.

Es decir se apelaba a la voluntad, a la expresión de esa forma del espíritu manifestada en el comportamiento y en la conducta.

Traducido significaba cual era el motivo o la causa de una conducta inicua, que se contradice a la justicia, que está fuera de lo razonable y de lo debido.

Podía especularse filosóficamente que un puñado de voluntades procedían de esa manera, y tratarse de explicar desde la ética y sobre todo desde la moral, el porque de este comportamiento.

La diferencia entre ética y moral consiste en que la ética considera los valores objetivamente, mientras que la moral considera las costumbres sociales, como una especie de rango estadístico, lo que entra dentro de una media que se cumple más o menor comúnmente.

El gran problema de la razón de la sinrazón en nuestras sociedades hoy, es que se justifica moralmente el comportamiento sinrazón.

Las sociedades aceptan por adhesión, por omisión o por desidia que existan ese tipo de comportamiento, que se expongan públicamente, que muchas veces se promuevan o se justifiquen como valiosos.

Es trasponer los niveles de análisis, y prostituir el concepto de causa o motivo con el concepto de racionalidad.

Puede comprenderse que en una sociedad donde no hay equilibrio, donde existen deterioros a los derechos, donde las posibilidades de unos no condicen con las posibilidades de otros, donde la injusticia y la miseria campea en grandes sectores de la misma, exista una sinrazón en los comportamientos injustos, inicuos e indebidos.

Pero no puede analizarse el mismo como el cambio social de una nueva sociedad, y como el modo de una nueva ética social.

No puede pretenderse considerar como los nuevos valores que deben imperar porque las condiciones sociales lo han condicionado.

El patoterismo, la provocación, el revanchismo, el clientelismo y amiguismo, la voluntad de forzar a un cambio, porque no me gusta y de cualquier manera, no son conceptos válidos desde la ética.

Si se han convertido en algunas sociedades como conceptos morales, es decir como costumbres adquiridas y aceptadas, son el comienzo de la destrucción del fundamento social.

He dicho en otras oportunidades que la corrupción nos alcanza, si me dan mal un vuelto, hago un escándalo, si me dan de más o algo no me cobran, me callo y digo que se embromen por su ineptitud.

Una sociedad donde las mismas actitudes, si yo las hago soy un vivo y si me lo hacen son unos perversos, no puede cerrarse, no hay como amalgamarla.

Dice un proverbio oriental antiquísimo "Que nunca tu deseo supere a tu deber"

Vuelvo a Discépolo

Es lo mismo el que labura

Noche y día como un buey

Que el que vive de las minas

Que el que roba, que el que afana

O está fuera de la ley...
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Elias D. Galati

wolfie@speedy.com.ar

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