"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 2 de noviembre de 2009

Falsificar remedios es igual a decretar un exterminio...

Se puede controlar o minimizar el error de indicar un medicamente inadecuado. Pero no hay antídoto contra la lacra social que implica intoxicar en masa a los más débiles.

Por: Eduardo San RománFuente
JEFE TERAPIA INTENSIVA PARA ADULTOS, HOSPITAL ITALIANO


William Shakespeare fue el más grande relator de las pasiones humanas en el siglo XVII y quizás de todos los tiempos.
La Europa de entonces estaba atravesada por innumerables guerras intestinas, devastadoras.
La traición era frecuente y hasta se drogaba a los enemigos para poder matarlos sin error, como en Macbeth.
Pero había usualmente un profundo arrepentimiento de los malvados o, si no se arrepentían, al menos los perseguía una suerte de carga de por vida, algunos inclusive quedaban ciegos luego de su error, como en el Rey Lear.

Contemporáneamente a Shakespeare la ciencia -como nueva disciplina- daba sus primeros pasos y en Roma en 1608 se realiza el primer Congreso de Medicina.
Las ideas innovadoras de Descartes y Galileo en ciencias circulaban y llegaban a la biología.

De entonces hasta ahora muchas cosas han pasado en la humanidad, algunas terribles como las continuas guerras, otras maravillosas como el descubrimiento de vacunas y la posibilidad de erradicar enfermedades devastadoras.
Sin embargo, lo que no ha sido escrito por ningún clásico ni tratado en congreso médico alguno, es el impacto de falsificar medicamentos, una mentira mortal que ataca a lo mas débil de la sociedad: los enfermos.

El impacto de indicar un medicamento inadecuado es bien conocido por todos nosotros.

Eso puede inscribirse en lo que se llama error en medicina y existen formas de minimizarlo a través de un correcto proceso de atención.
Sin embargo es imposible contrarrestar la mentira envuelta en un celofán que dice A, pero en realidad es Z.

Colocar en el mercado de la salud medicamentos apócrifos (llamados vulgarmente truchos) es un crimen contra la humanidad porque es casi una intoxicación en masa, un exterminio.

Algunos ejemplos recientes referidos a lo urgente de acertar con la medicación son reveladores y nos están haciendo cambiar la conducta e inclusive formular nuevos paradigmas de tratamientos, que en los pacientes graves es ir desde lo máximo para luego desescalonar (hacer menos complejo el tratamiento ulterior) si los análisis así lo permiten.

En medicina crítica casi siempre, vamos de más a menos, pocas veces es al revés.

El doctor Kurman (St. Boniface General Hospital) ya en 2003 revela en un estudio de pacientes infectados que "cada hora de retraso en la indicación de un antibiótico en pacientes con infecciones graves internados en terapia intensiva provoca una disminución en la probabilidad de sobrevivir del 7.5%" y Valles publica en CHEST, también en 2003, que la indicación de un antibiótico inapropiado en pacientes muy graves es la causa directa de muerte de ese individuo (independientemente de otras causas posibles).

Los estudios referidos a "dar en la tecla" con una droga y su relación con la evolución del paciente son incontrastables.
Pocas cosas pueden desencadenar la muerte o daños irreparables como "intoxicar " a un individuo con una droga inadecuada.
Ahora bien, ¿qué se puede hacer cuando nos invade la mentira organizada?

No hay ninguna herramienta que nos permita a los médicos identificar a priori que tal o cual presentación farmacéutica es apócrifa.

La única forma de darnos cuenta es que el paciente evoluciona desfavorablemente.
Pero entonces ya es tarde, usualmente muy tarde.

Volvamos a Shakespeare en el Acto II, escena 2, de Hamlet.

Hamlet: ¿Qué noticias hay ?
Rosenkrantz: Ninguna, señor, salvo que el mundo se está volviendo honrado.
Hamlet: Eso es que se acerca el Día del Juicio. Pero esa noticia no es cierta.
Dejadme interrogaros con más detalle.

La verdad es que creo que luego de 400 años el mundo sí se está volviendo más honrado, ya que aunque con dificultades hay cada vez más mecanismos de control para evitar por ejemplo el engaño.
Esto pasa en el mundo, no en todos lados, desde ya, pero lo que es seguro es que no pasa en la Argentina, donde el engaño es la regla y parece no tener límites.

Un medicamento trucho es un tóxico aunque no tenga ningún principio activo, ya que al no hacer el efecto deseado y permitir que la enfermedad siga avanzando se comporta como un tóxico.

Lo que ha pasado en nuestro país reviste la gravedad de una intoxicación en masa.

Hay consecuencias sociales importantes ya que esta suerte de medicamentos falsificados pone en riesgo la credibilidad acerca de los medicamentos genéricos (medicamentos que han permitido disminuir los costos en medicina) lo cual es erróneo, ya que un genérico no es falso si tiene los controles adecuados.

Heráclito se refería al tiempo como "un niño que juega a los dados" dando a un ser superior o al destino un papel relevante, pero eso fue en Éfeso hace ya más de 2500 años.

Sería lamentable pensar qué medicamento le tocará a mi paciente, ¿el verdadero o el falso? y dejar al destino la respuesta.

Para la misma época existían algunos juegos de palabras tales como que "un hombre no puede bañarse dos veces en el mismo río", ya que tanto el río como el bañista en instancias ulteriores son siempre diferentes.

Difícil acertijo del pensamiento griego, pero útil al momento actual de la mentira organizada:
"Ojalá que tanto el río (nuestra sociedad) como nosotros (los bañistas) podamos ser diferentes, construir una sociedad diferente.

Los que padecieron el engaño (en esta oportunidad) fueron quienes no tienen otro recurso que la asistencia de la medicina de obras sociales, que tan bien le puede hacer a su gente, si no fuera por tanta corrupción organizada.

Cuando las aguas bajan tan turbias finalmente contaminarán todo el sistema de salud.

El silencio de todos los actores que intervienen en salud denota un pasmoso acostumbramiento a un comportamiento social sin límites ni códigos...
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