En la encrucijada

El kirchnerismo ensaya el modo de neutralizar el impacto de las derrotas que le augura el Congreso.
. Un sector planea una tregua hasta el final del mandato a cambio de bajarse de la pelea de 2011 y de desactivar la ofensiva judicial.
. Otros imaginan, incluso, lanzar una consulta popular sobre Malvinas para descomprimir la tensión interna.

Susana Viau - criticadigital

Néstor Kirchner ha hecho mutis.
Quienes frecuentan la residencia de Olivos aseguran que el marido de la Presidenta es un enfermo difícil y refractario a cumplir las prescripciones de reposo y tranquilidad.
En tal caso, su distanciamiento sólo podría atribuirse a un repliegue táctico [1] el preámbulo al inconfundible sonido de los tambores de guerra.

Un anticipo de esos aprestos de combate se observó esta semana, cuando el ministro de Planificación Julio De Vido acordó un encuentro con la cúpula empresaria para procurar poner freno a la escalada inflacionaria. Indignada, la Presidenta llamó al ministro y luego de un enérgico lavado de cabeza le ordenó la suspensión del encuentro. De Vido respondió que renunciar a un entendimiento con el empresariado tendría un costo muy alto.

La jefa de Estado aceptó entonces una salida intermedia: que la reunión se realizara el día previsto (el último jueves), pero en petit comité. De allí resurgió con más fuerza la idea de una cita ecuménica. Algunos de los industriales se encontraban de viaje y la invitación los sorprendió arribando a sus destinos.

De todos modos, convencidos de que a una convocatoria formulada desde la cúspide del poder no se le puede responder con excusas, cambiaron pasajes, anularon reservas de hoteles y alquileres de coches y se dispusieron a emprender el retorno. Puede que, tal como se ha dicho, en De Vido pese el recuerdo del multitudinario cónclave esteño convocado por el presidente electo José Mujica y al que concurrieron los ejecutivos argentinos.

A la Casa Rosada no le cayó bien lo que allí se dijo y no le faltó razón: Mujica, con la crudeza oratoria que le permite su rol de hombre de campo, planteó las ventajas que ofrece Uruguay para la inversión nacional y extranjera. No hizo menciones expresas, pero tampoco hacía falta una ceremonia de presentación para adivinar de quién buscaba diferenciarse cuando aseguró que “no los vamos a expropiar ni les vamos a doblar el lomo con impuestos”.

La promesa fue música para los oídos de los más de 300 hombres de negocios que se congregaron en los salones del Hotel Conrad y asistieron extasiados al discurso pragmático del ex dirigente guerrillero. Cristina Fernández se tomó venganza al anunciar que las 200 mil computadoras que promete distribuir entre los estudiantes tienen 160 gigas y un monitor de 10 pulgadas y no 2 gigabites y pantalla de 7 como otros equipos que “se han visto en la región”.

La Presidenta no suele ser afortunada en sus alusiones a terceras naciones y ese mismo día sostuvo que “para neutrales están los suizos, como digo yo. Nosotros tenemos que ser gente comprometida con los destinos de nuestro país”. Las relaciones exteriores son para los Kirchner un recurso utilizable en sus luchas domésticas. Esa certeza es la que hace crecer la preocupación por una eventual escaramuza entre los pesqueros de Santa Cruz y los barcos destinados a la prospección petrolera en la zona de Malvinas.

Un incidente controlado en el Atlántico Sur, que alejara la atención de los ciudadanos de la inflación y las previsibles derrotas oficialistas en el Congreso. Se afirma que en algún sector del Gobierno se baraja la posibilidad de llamar a una consulta popular respecto de la conducta a seguir frente a la avanzada británica.

La desorientación oficial –y la consecuencia en el error– preocupa, incluso, a los hombres que rodean al matrimonio patagónico. Aseguran que dos de sus usinas políticas, Juan Carlos Mazzón, operador en la sombra, y Miguel Ángel Pichetto (baluarte legislativo) debatieron días pasados los pormenores de un plan B. De acuerdo a la versión, el pacto consistiría en asegurar a la oposición que el kirchnerismo no presentará opción electoral en 2011, que reformará la Carta Orgánica del Partido Justicialista para transparentar sus mecanismos de decisión internos y que modificaría la Ley de Partidos Políticos.

A cambio, sólo pediría colaboración en la gobernabilidad y la seguridad de un retiro sin sobresaltos judiciales en El Calafate. La operación se completaría con un retoque en el gabinete. El ministro del Interior, Florencio Randazzo, sería reemplazado, según esas especulaciones, por el pampeano Juan Carlos Marín, un peronista de buen diálogo hacia el interior del justicialismo y con casi todo el espectro opositor. Quienes escucharon los detalles de la propuesta sonrieron: “Cristina podría considerar, quizás, un trato de ese tipo; Néstor ni soñando”.

Por el momento, el kirchnerismo se prepara para perder lo menos posible en una batalla puntual. Dados los malos augurios que llegan del Palacio del Congreso, pretende que tanto en la Cámara de Diputados como en la del Senado el DNU 2010/09 sea votado simultáneamente el 3 de marzo. En el peor de los casos, suponen, las dos derrotas no se sumarían y serían computadas como un desastre único; en el mejor, el triunfo en una de las cámaras alcanzará para imponer el Fondo del Bicentenario y acallará el revés que se produzca en la otra.

El peronismo disidente se niega a unificar el día de sesión. No quiere conceder respiro y es probable que en ese punto sea acompañado por el radicalismo. Los caminos de las dos fuerzas opositoras mayoritarias se bifurcan al llegar a la presidencia provisional del Senado. Tanto el jefe del bloque de la UCR, Gerardo Morales, como el titular del partido, Ernesto Sanz, se niegan a convalidar la estrategia de los disidentes, empeñados en colocar en ese lugar al salteño Juan Carlos Romero. Aducen que la cuestión de la presidencia expresa en última instancia una interna del peronismo en la que ellos ni deben ni quieren intervenir.

El debate, sin embargo, está por venir. Para los radicales se trata, nada más y nada menos, que de dirimir cuál es en esta etapa el rostro del enemigo: si es el de un kirchnerismo en retirada o el de un peronismo disidente en crecimiento, un dilema que tal vez se plantee el martes, en la reunión de bloque.

Los disidentes depositan pocas expectativas en el resultado: “Es lo mismo que hicieron en Diputados –mascullan– y lo mismo que hizo Cobos con Redrado. Tres veces a favor del Gobierno no es una casualidad”, y advierten que mantendrán la nominación de Romero hasta el último minuto. Jugados a suerte o verdad, aspiran a que el respaldo del radicalismo a José Pampuro no pase inadvertido.

Encerrado en su propia crisis, el kirchnerista Pichetto no prepara una estrategia destinada a ganar sino a sobrevivir: “O no le están bajando instrucciones o las que les dan son incumplibles. Se le abren grietas en las comisiones, la gente pregunta si vale la pena inmolarse por esto”, opina un legislador que lo conoce desde los años en que ambos militaban en el menemismo.

El parlamentario asegura con un dejo admirativo que a Pichetto lo persiguen dos fantasmas: el de la resolución 125 y el de la tarde del 3 de diciembre, y entre los dos optará por abrazarse al primero: “Es que Miguel no se quiere parecer a Agustín Rossi. Tiene sentido del pudor. No va a mezquinar su presencia ni la de su gente en el recinto.

Además, lo que se le perdona a un diputado no se le perdona a un senador”. Era inevitable: el legislador termina su vaticinio comparando a Pichetto con Edward John Smith, el capitán del Titanic. Y eso que todavía no le han informado de la aparición de un síntoma preocupante: la deserción. Dos senadores, uno del nordeste y otro del noroeste estarían evaluando abandonar el Frente para la Victoria y debutar el 3 de marzo con bloque propio.
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[1] Más que "repliegue táctico", creo que el presidente Kirchner no está todo lo "bien" que enuncia la esposa...
Con lo "afectos" que son a los discursos desde el atril de la residencia de Olivos, sí estuviera tan sano, ya se debería haber presentado (pour la gallery) para "tranquilizar" a sus seguidores...
¿No les parece? - Corina Ríos