"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 8 de marzo de 2010

El secreto del satanismo político

Cada noche deben hacer una ceremonia secreta de adoración al mal.
A quien esto escribe, dicho esto sin apasionamientos, cada vez le cuesta más, creer que no son satanistas.


EDITORIAL

Por el Lic Gustavo Adolfo Bunse

Cada noche deben hacer una ceremonia secreta de adoración al mal.

A quien esto escribe, dicho esto sin apasionamientos, cada vez le cuesta más, creer que no son satanistas.

La iglesia de satán fue la organización fundada en 1966 por Antón Szandor Lavey, alias “el papa negro”.
Seguidor del "satanismo" o "satanismo simbólico" en la noche del 30 de abril del 66 Lavey se afeita completamente la cabeza y funda la iglesia de satán en California.
Según su sistema, este día es el primero del año uno del reino de satanás...

Cabe preguntarnos todos, de una buena vez: ¿Que derecho tienen estos verdaderos partisanos de la política convertida en polígono de tiro, a despertarnos cada mañana, desde hace seis años, con una nueva crispación, con una nueva angustia, con una renovada laceración a la nobleza republicana, a la ley... a la condición elemental de un Estado que todos creímos, era la vocación general de vida en común, y en armonía?

¿Es cierta esa monumental imbecilidad de la democracia que nos quieren vender, acerca de que… si hay un delincuente en el poder, un parásito de la escoria social o un gran canalla como estos… tenemos todos que esperar mansamente a que termine su mandato y prosiga tranquilamente con sus tropelías ? ¿ Es ese el verdadero espíritu de la Constitución ?

Sacralizar el cumplimiento del mandato aun cuando descubramos que se trata de un mercader de la infamia y de la deshonra? ¿Es asi?

Permítaseme aquí mismo, señalar a esa teoría absurda de la más abierta complicidad en la comisión de delitos en uso del poder.

Las razones de subir la apuesta de un modo salvaje y hacerlo además con cualquier acto, desde lo extravagante a lo simple y con cualquier uso interpretativo de la ley magna, están, según se ve, mucho más asociadas a una estrategia que a una tara mental.

Aún cuando los dos protagonistas de esta película de terror operen como verdaderos imbéciles, mantienen sin embargo intacta su inveterada y muy conocida proclividad a la manufactura del mal, por el mal mismo

Sabe perfectamente, ella y lo sabe también su mentor ideológico que si esquivan la cárcel, después de la montaña de odios que han despertado, será solamente por un milagro.

Tienen además otro dato, usado por cualquiera de los famosos totalitarios del mundo desde Ceausescu hasta Saddam Hussein:
Serán jueces… quienes los manden al calabozo, por cuanto, si acaso es la turbamulta, harta de la burla y naturalmente enardecida, acaso no lleguen a ningún destino y queden en la ruta de adorno en algún farol.

Con estos datos, y a toda velocidad, deben entonces convertir a todo el aparato judicial en un claro grupo enfrentado a ellos, en abierto conflicto, absoluta y claramente enemistado con ellos.
Lo cual, sin dudas, va a personalizar cualquier controversia y por eso mismo, va a deslegitimar la augusta potestad de cualquier medida emanada, algún día, desde ese Poder del Estado.

Entiéndase bien esto: Si uno dice que este casal de reptiles tiene una tendencia a la psicopatía puede aparecer alguien diciendo que eso es querer absolverlos de sus enormes culpas, reemplazando responsabilidad consciente por una enfermedad susceptible de absolución.

Pues no señor: Un psicópata no necesariamente es un enfermo si su graduación no llega al peligro del asesinato, sino sólo alguien que pertenece a uno de los tres grandes grupos en los que toda la humanidad se clasifica.

Por tanto: Nadie esta queriendo absolverles culpa aquí... que eso quede claro

Un psicópata es una persona, que, ya desde pequeño, tiene una grave incapacidad la cual, a veces, pasa alegremente inadvertida: "Es incapaz de sentir remordimientos"

Un niño psicópata, si le pega una piña a otro niño, y el otro niño se pone a llorar desconsoladamente, el niño psicópata apenas si se inmuta.
De inmediato va a intentar justificar de alguna manera sorprendentemente verosímil su agresión, ante cualquier adulto que lo interrogue.

Así pues, ya tenemos el primer y más importante rasgo del psicópata: Jamás se siente mal por el dolor ajeno.
Jamás sufre internamente por el sufrimiento de otros.
Jamás pierde el sueño por el hecho de que otra persona esté sufriendo.

Este es justamente el punto más importante que debe uno comprender si quiere aprender a hacer frente a un psicópata cotidiano:

¡Usted no le importa lo más mínimo!
Ni usted, ni yo, ni nadie.

Siendo éste el punto más importante, es precisamente el que más trabajo cuesta hacer entender al común de los mortales.

Los psicópatas, NO sienten placer por hacer algo bueno por los demás.
Por lo tanto... ni lo intentan.
Tampoco sienten malestar cuando alguien lo pasa mal por culpa de ellos.

El cerebro del psicópata funciona fisiológicamente de forma diferente al resto de personas. Para el psicópata, cualquier persona se convierte de un momento a otro en un ENEMIGO A BATIR.

Otra característica: el psicópata no puede soportar su frustración.
Y su frustración SIEMPRE la descargará sobre las personas a su alrededor.
Porque el psicópata, (y aquí va otro rasgo típico), siempre culpa a los demás de todas sus desgracias y frustraciones.

Suelen empezar culpando a sus padres, pasando por sus hermanos, sus novias, sus jefes, sus esposas y finalmente terminan culpando a sus hijos de todo lo que en la vida les salió mal.

Todo el mundo tendrá la culpa siempre... menos ellos..., faltaría más.

Van cambiando sus estrategias de engaño y simulación de sentimientos, que es la forma que usan los psicópatas cuando ven que sus víctimas son duras de abatir por las malas.

Pero además, he dicho que operan de modo tan infantil que no queda ni resquicio de duda: ¡Nos toman por idiotas!

A riesgo de ser demasiado extenso repetiré una vez más la famosa teoría de Tucídides, hace más de dos milenios, llamada teoría del inevitabilidad de un conflicto.

Trátase de algo muy curioso: Dice que, la sola o la mera creencia de un conductor, sea militar o político, en la inevitabilidad de una confrontación o conflicto puede convertirse en una de sus principales causas.
Pues cada bando, creyendo que todo va a terminar en una guerra absoluta con el otro, realiza entonces unos preparativos bélicos razonables, que son interpretados, por el bando contrario, como la más cabal confirmación de sus peores miedos.

Y entonces cada uno empieza a subir la apuesta de sus propios preparativos.
Y así,... por aproximaciones sucesivas, la creencia inicial de que el conflicto era inevitable se convierte en una especie de profecía autocumplida.

Aquí, en nuestra comarca, tullida, insolvente y despanzurrada, un terrible karma de desgracias en cuentagotas, tal como si fuera un descarrilamiento interminable, nos persigue como una maldición milenaria.
Pero ahora, nadie sabe bien por qué y nadie sabe desde cual síntoma, flota la sensación de que se nos acabó el turno.
Que se han evaporado ya todas las chances encadenadas que, cada vez, pudimos manotear a último momento.

La perversa práctica deportiva del conflicto, llevada a cabo durante seis años consecutivos por una pareja de psicópatas que convirtieron nuestra República en un teatro de operaciones de guerra, puso a toda la sociedad en un estado de acostumbramiento casi natural a la crispación.

En el clima de entrenamiento más cabal para el ataque o la defensa, al vernos cada mañana, navegando en un conflicto nuevo.

“Yo te destruyo, tú me destruyes, él nos va a destruir, ella también. Nosotros nos vamos a destruir entre todos”.

Sabemos a la perfección conjugar el verbo de la preparación crispada para la eventualidad de un conflicto.
Lo insoportable para ella, además de su frustración, es que se le noten demasiado los gestos de miedo.
Sabe que se la viene cayendo a pedazos la estantería y que – ahora – la apuesta es tratar de no ser tragada por la realidad que avanza hacia ella a una velocidad alucinante.

Su inmovilismo, mezcla de inoperancia y confusión, es el trágico precio de los desbordes imperdonables de su propia farsa.
Sin la menor exageración, tiene tres cuartas partes de la estantería nacional desparramada por el piso.
Copió la peor faceta de la comunicación gestual y demagógica de su marido.

Y le agregó - por su cuenta - un capítulo de la fábula victimal que diseñó por su condición de pertenecer a un género que, psíquicamente, no puede asumir supuestamente por ser rechazada y atacada.

Ha imaginado, no sin motivos, un escenario negro demasiado cerca, y aún sin conocer la teoría de la inevitabilidad del conflicto y el colapso que planteara Tucídides en el 400 (a.c.), tuvo el reflejo del boxeador que siente por primera vez un golpe terrible.
Aterrada, ha empezado a preparar su defensa personal para cuando llegue el “gran desastre” que ya, observa como inevitable.

Es falso que ella crea que las cosas pueden mejorar.

Con la maravillosa ayuda de su esposo, nos va a arrastrar a todos a un escalada de enfrentamientos que tendrá su lugar en la historia.

¿Cree alguien por ventura que le importa un rábano el sufrimiento de cualquiera de nosotros ?

El único bien en peligro a preservar hoy, es su propio pellejo.
Un criterio tan autocontemplativo, como que está inspirado en su instinto de más animal y salvaje de supervivencia.

Se puede ver en su prédica y en su velada invitación al enfrentamiento civil entre ricos y pobres, entre los desposeídos y los especuladores, entre trabajadores y empresarios perversos, entre los protestatarios justos y los que son conspiradores.

Y así es, como comete, sin dudas, el grave delito de promover la fractura social y de estimular su descomposición en vectores de violencia que ya han sido puestos a funcionar para el escenario de choque.

Y entonces... es natural que sospechemos: No es posible que haga todo esto, sino como una secreta ofrenda de frenética adoración a Satán.

Lic Gustavo Adolfo Bunse / gabunse@yahoo.com.ar

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