"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 9 de marzo de 2010

Los perdedores formarán su equipo propio

La Liga de los Perdedores tiene su razón de ser. Cuando un equipo deportivo pierde consuetudinariamente lo relegan a la división inferior.
En esta competencia, hay que reconocer que los genios políticos latinoamericanos tuvieron la decencia de aceptar su incapacidad y todos pasaron a la categoría amateur por propia voluntad...

Latinoamérica

Por fin los latinoamericanos se alejan de esa pesada carga continental que son los países del primer mundo.
Aquellos que comenzaron la carrera hacia la prosperidad y el desarrollo al mismo tiempo que ellos, pero se adelantaron demasiado.
Falta imperdonable para los que no toleran la derrota, por tanto, formarán su propia liga de Países Mediocres de América.

Por José Brechner

El Grupo de Río, en la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe que se reunió en Playa del Carmen, en la que participaron 32 países menos Honduras –que no fue invitada porque se ajusta a las leyes y no gusta del socialismo y la dictadura– decidió separarse oficialmente de los Estados Unidos y Canadá para aglutinarse exclusivamente entre ellos bajo una nueva bandera internacionalista.

La picante ensalada formada por dictadores, macacos y pocos estadistas, se convierte así en un triunfo adicional para Hugo Chávez y un fracaso más para Barack Obama.

La ironía es que jamás hubo un gobierno norteamericano más izquierdista y condescendiente con los socialistas que el de Obama, y los que plantean el apartamiento de la potencia son los más izquierdistas que gobernaron América Latina en los últimos 30 años.

Los norteamericanos no llegan a entender, que los progres los odian no por lo que hacen sino por lo que son. El mismo motivo por el que los desprecian los musulmanes y las demás culturas atrasadas y acomplejadas del mundo. Los originarios y los progres detestan a los que no son sus iguales, y para ser como ellos hay que retroceder mil años.

La Liga de los Perdedores tiene su razón de ser. Cuando un equipo deportivo pierde consuetudinariamente lo relegan a la división inferior. En esta competencia, hay que reconocer que los genios políticos latinoamericanos tuvieron la decencia de aceptar su incapacidad y todos pasaron a la categoría amateur por propia voluntad.

¿Cuál es la razón por la que 32 países con clima bonancible, exuberantes riquezas naturales y extensos territorios aptos para el desarrollo y la vida próspera se hayan quedado al margen de la historia? La respuesta es una sola: El respeto a la ley.

A diferencia de los anglosajones, los latinos abusan de la transgresión constante y sin límites. Festejan la viveza criolla que no es más que estupidez colectiva. Evaden impuestos, modifican las leyes para beneficio personal, carecen de ética, de respeto al prójimo, desfalcan al estado, violan toda norma descaradamente. Y donde no hay ley, orden, ni justicia, no puede haber civilización ni progreso.

El nuevo ente de fracasados servirá para que obedezcan sin impedimentos al emperador Hugo I, que intentará controlar el nuevo mamarracho colectivo. Sumisión al venezolano significa dinero extra para sus bolsillos y salirse del esquema democrático por completo, como hizo Evo Morales que tiene bajo su dominio a los poderes Ejecutivo, Legislativo Judicial; la Corte Electoral y las Fuerzas Armadas. A cambio, el dictador permite el libre narcotráfico, que disemina sus ganancias en el comercio local amparando una economía ilegal pero dadivosa.

El matrimonio Kirchner controlaba el poder político, pero sufrió un fuerte revés al perder el control del congreso nacional, aunque sigue teniendo el poder económico. Correa y Ortega en sus respectivos países también tienen autoridad casi absoluta.

Bajo esas condiciones no pueden lidiar con las exigencias democráticas de los Estados Unidos y Canadá. Los latinoamericanos se juntarán con Irán, Rusia y los árabes que son menos rigurosos y tienen plata, aunque no son precisamente generosos.

La formación de la nueva OEA sin los norteamericanos, que contribuyen con el 60 por ciento para su presupuesto, necesitará de abundantes fondos para funcionar. El dinero obviamente tendrá que salir de algún lugar, y qué mejor que de los bolsillos de los ciudadanos latinoamericanos, que pagarán de sus impuestos para que algún diplomático de pacotilla, pariente, amigo o socio del gobernante, siente sus almorranas en una lujosa residencia, rodeado de serviles funcionarios que le harán la vida ciertamente confortable.

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