"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 7 de marzo de 2010

Venezuela, Cuba y Pedro Luis Boitel...

... en una visión de Narcio Álvarez Quintana

Por Narcio Álvarez Quintana / GENTIUNO.com

En la larga lucha por la libertad y la democracia, la historia nos recuerda la presencia de uno de los hombres más enérgicos y combativos que figuran en el martirologio cubano. Se trata de Pedro Luis Boitel Abraham (1931-1972), líder estudiantil y luchador incansable por la libertad de su pueblo, muerto en huelga de hambre en la prisión conocida como el Castillo del Príncipe, bajo el sanguinario régimen de Fidel Castro.

Sus acciones estudiantiles y universitarias lo dieron a conocer primeramente entre las filas del Movimiento 26 de julio contra la tiranía de Batista. No sólo era un luchador incansable contra la injusticia, de cualquier clase y donde quiera que la detectara; era también un lector asiduo de toda clase de temas y un poeta inspirado. Dicen los que lo conocieron que tenía algo especial, un carisma que atraía a las personas, que vislumbraban en él una naturaleza limpia y poco común. Su figura se hizo conocida, las fuerzas policiales de la dictadura de entonces comenzaron a considerarlo una figura peligrosa y tuvo que pasar a la clandestinidad.

Cuando se le hizo imposible permanecer en Cuba, eligió Venezuela como país de exilio. Allí se dedicó con ahínco y renovadas fuerzas a la lucha contra el gobierno de Batista desde una emisora clandestina dedicada a trasmitir para Cuba, mediante la cual despertaba la conciencia del pueblo cubano y lo exhortaba a oponerse a la tiranía de entonces. También ofreció varias conferencias en universidades venezolanas y realizó declaraciones para la prensa.

Estando en estas actividades tuvo lugar el levantamiento del Vicealmirante Wolfang Larrazábal (1911-2003), contra el controvertido Marcos Pérez Jiménez, cuadragésimo presidente de Venezuela, que—tras unas elecciones consideradas fraudulentas--gobernó entre 1952 y 1958 combinando una política dirigida al progreso del país con una dictadura militar sumamente autoritaria. Sólo abandonaría el poder en enero de 1958, por la acción de las Fuerzas Armadas. El pueblo se manifestó contra el dictador y el gobierno cayó. Dejó el curioso saldo de una economía más avanzada que la del resto de América Latina junto a la suspensión de las libertades democráticas.

Pedro Luis, junto con muchos exiliados cubanos, inmediatamente prestaron ayuda a los patriotas venezolanos para afianzar al nuevo gobierno y se hicieron presentes donde los necesitaron. Desde la misma emisora que le servía de tribuna por la libertad de Cuba, se dirigió al pueblo venezolano, en especial a la juventud, en un llamado a la lucha por restaurar la democracia. Desde ella apoyó a la figura que la mayor parte del pueblo reconocía como idónea para encabezar ese proceso: Rómulo Betancourt (1908-1981), quien ya había sido Presidente del país entre 1945 y 1948. Tras la caída de Pérez Jiménez, se convocaron elecciones En ellas fue electo Rómulo Betancourt y otra vez Boitel acudió en su ayuda al ponerse al frente de un grupo revolucionario armado para defender al nuevo gobierno contra las maquinaciones y las maniobras de los comunistas que trataban de derrocar al nuevo gobierno. Se abrió para Venezuela una etapa de libertades democráticas.

Cuando, en enero de 1959, Fulgencio Batista huyó de Cuba y con ello, cayó la dictadura que encabezaba, Pedro Luis Boitel regresó a Cuba en un avión provisto por el gobierno venezolano. Allí prosiguió sus estudios universitarios en La Habana. Su popularidad hizo que se le propusiera para la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU). Temeroso del carisma de Boitel, Fidel Castro boicoteó las elecciones, e intentó comprar a Boitel ofreciéndole el Ministerio de Comunicaciones. Su elevado concepto de la honradez hizo a Boitel rechazar la oferta y persistir en aspirar al cargo para el que sus compañeros lo proponían. Entonces Fidel Castro hizo cerrar la Universidad de la Habana, y hubo un enfrentamiento público entre Castro y Boitel. Castro no respaldó a Boitel como presidente de la FEU, pese a haber sido electo, sino que impuso su sustitución por Rolando Cubelas, entonces un incondicional suyo a quien había prometido el cargo. Con el tiempo, decepcionado de un Castro erigido en dictador, Cubelas prepararía un atentado contra éste, por el que cumpliría largos años de cárcel.

Esta y otras arbitrariedades en la organización del país y de sus instituciones hicieron a Boitel decepcionarse de aquella revolución por la que tanto había luchado. Su espíritu rebelde lo llevó a sumarse al Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR), recién fundado por Manuel Artime con el fin de combatir el comunismo que ya se vislumbraba en Cuba y, de ser necesario, en otros países de América.

En 1961, Pedro Luis Boitel fue detenido por “conspiración contra el Estado” y condenado a 10 años de cárcel tras un juicio sin garantías. En la prisión, la dictadura agregó otros cargos contra el líder universitario que solicitó, primero, viajar al extranjero, lo que le fue denegado; más tarde, algunos derechos propios de un preso político. Para lograrlo, tuvo que apelar a varias huelgas de hambre. Entonces, algunas de sus peticiones le fueron concedidas. No obstante, fue sometido en la prisión a un acoso constante y a diversas formas de maltrato y hostigamiento, algunas de las cuales eran: continuas requisas, suspensión de visitas familiares, repentinos y frecuentes traslados de una prisión a otra, que desestabilizaban emocionalmente a los presos políticos, la paupérrima y a veces repugnante alimentación que se ofrecía a los reclusos, la insalubridad de las celdas, etc. Por ello, el 3 de abril de 1972, comenzó la que sería su última huelga de hambre.

Duró 52 días. Cuando su deterioro físico era ya extremo, sus compañeros de prisión tuvieron que pedir para él atención médica. Tuvieron que exigirle al Jefe de la prisión, de apellido Valdés, que hiciera algo por aquel hombre que se moría. Al fin se lo llevaron. Murió durante la madrugada el 25 de mayo de 1972.

Nunca podré olvidar una noche, a fines de mayo de 1972, en que nos trasladamos desde la Habana Vieja a pie y por la Ave. del Malecón Gregorio Arioza, Jorge Luis y el que esto escribe hasta la calle Jovellar, muy cerca de la Universidad de La Habana, a la casa en la que vivió Pedro Luis Boitel. Allí nos encontramos con Clara Abraham, su amada madre, quien entre lágrimas y lamentos, nos relató cómo había sido llevada por agentes de la seguridad del estado al cementerio de Colón, a una tumba sellada con cemento. Esta madre nos contó de la rudeza y del despótico trato de la policía política, durante el trayecto al cementerio y en el mismo sitio de la tumba.

Hoy, tantos años después, se repite el mismo crimen de la tiranía cubana en la persona de Orlando Zapata Tamayo (1967-2010), recién fallecido en huelga de hambre, y el régimen comunista desata una campaña de vejación y de miedo contra su madre y tratan de desacreditar el ejemplo de su hijo difamándolo y sembrando la confusión entre quienes no conocen del caso, mediante gentuza sin honor ni principios como el actor español Willy Toledo y el pseudo intelectual cubano Enrique Ubieta, de turbia carrera, con ascensos ganados a costa de eliminar por vías políticas a sus adversarios académicos.

Boitel fue un gran patriota, pero tuvo amor y fuerzas para luchar por Venezuela. Hoy, con una Cuba depauperada y destrozada, con una Venezuela convulsionada por un dictador y sus amos de Cuba, otro luchador entrega su vida por la causa de la libertad. Ambos de ideas claras, de elevadísima moral y de valor a toda prueba. Los hombres que como Pedro Luis Boitel y Orlando Zapata Tamayo no ceden ante la injusticia y la tiranía se convierten en símbolos y ejemplos a seguir tanto en Cuba como en la Venezuela sojuzgada de hoy. Son y serán siempre ese espíritu, esa llama que no cesará nunca de enaltecer al género humano en busca siempre de libertad y una vida mejor para cada ciudadano del mundo.

Narcio Álvarez Quintana
narcioalvarez@yahoo.com

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