"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 24 de abril de 2010

Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad - 2010 - 2016

1. Los Obispos de la Argentina, nos dirigimos a todos nuestros hermanos. Les escribimos desde nuestra fe como discípulos y misioneros de Jesucristo,

Aportes para una nueva Nación

2. Muchos signos nos hacen pensar que está por nacer un país nuevo. Gracias al diálogo, hemos vivido aprendizajes cívicos importantes.

3. Crecimos en la promoción de los derechos humanos. También maduramos en la aceptación del pluralismo, que nos enriquece como sociedad.

4. Tomamos conciencia que no hay democracia estable sin una sana economía y una justa distribución de los bienes. Reconocemos la importancia estratégica de la educación, de la producción y del desarrollo local, de la urgencia de generar trabajo y de la necesidad de recobrar la auténtica cultura de la laboriosidad.

5. Creemos que existe la capacidad para proyectar, como prioridad nacional, la erradicación de la pobreza y el desarrollo integral de todos. desafío histórico, “La gran deuda de los argentinos es la deuda social. Requiere que nos decidamos a un mayor compromiso ciudadano.

6. Expresamos la necesidad de buscar acuerdos básicos y duraderos, mediante un diálogo que incluya a todos los argentinos. Valoramos como un don la pluralidad de miradas sobre la cuestión social y política.

La celebración del Bicentenario (2010-2016)

7. Estamos agradecidos por nuestro país y por las personas que lo forjaron, y recordamos la presencia de la Iglesia en aquellos momentos fundacionales.

8. Queremos ser Nación, una Nación cuya identidad sea la pasión por la verdad y el compromiso por el bien común”[1]

9. Desde los inicios los valores cristianos impregnaron la vida pública. Esos valores se unieron a la sabiduría de los pueblos originarios y se enriquecieron con las sucesivas inmigraciones.

10. En nuestra cultura prevalecen valores fundamentales como la fe, la amistad, el amor por la vida, la búsqueda del respeto a la dignidad del varón y la mujer, el espíritu de libertad, la solidaridad, el interés por los pertinentes reclamos ante la justicia, la educación de los hijos, el aprecio por la familia, el amor a la tierra, la sensibilidad hacia el medio ambiente, y ese ingenio popular que no baja los brazos para resolver solidariamente las situaciones duras de la vida cotidiana[2]. Son fundamentos sólidos y verdaderos sobre los cuales podemos avanzar hacia un nuevo proyecto de Nación.

Juntos para un nuevo proyecto de país

11. Podremos crecer sanamente como Nación si reafirmamos nuestra identidad común. Necesitamos dar pasos importantes para el desarrollo integral.

12. “Los cristianos somos portadores de buenas noticias para la humanidad y no profetas de desventuras”[3] Creemos estar ante una oportunidad única.

13. ¿Por qué hablar de un proyecto de país? Hay una opinión generalizada sobre la necesidad de establecer políticas públicas que, tomando como fundamento nuestra Constitución Nacional, propicien un desarrollo federal, sano y armónico de la Argentina en la convergencia de aspiraciones e intereses entre todos los sectores de la vida política con miras a armonizar el bien común, el bien sectorial y el bien personal,

14. Es indispensable procurar consensos fundamentales que se conviertan en referencias constantes para la vida de la Nación.

15. Desde ellos, institucionalizar las necesarias políticas públicas, mediante el camino del diálogo sincero, respetuoso y abierto.

Un nuevo acuerdo sobre políticas públicas

16. El diálogo es esencial en la vida de toda familia y de cualquier construcción comunitaria. El que acepta este camino amplía sus perspectivas. Gracias a la opinión constructiva del otro, descubre nuevos aspectos y dimensiones de la realidad, que no alcanzaría a reconocer en el aislamiento y la obstinación.

17. Necesitamos aceptar que toda democracia padece momentos de conflictividad. En esas situaciones complejas, alimentar la confrontación puede parecer el camino más fácil. Pero el modo más sabio y oportuno de prevenirlas y abordarlas es procurar consensos a través del diálogo.

18. El riesgo de un nuevo crecimiento de la inequidad, exige tomar conciencia sobre la “dimensión social y política del problema de la pobreza”[4]. La promoción de políticas públicas es una nueva forma de opción por nuestros hermanos más pobres y excluidos. Igualmente se requieren nuevas estructuras que promuevan una auténtica convivencia humana, que impidan la prepotencia de algunos y faciliten el diálogo constructivo para los necesarios consensos sociales”[5]

19. Pero nunca llegaremos a la capacidad de dialogar sin una sincera reconciliación. Se requiere renovar una confianza mutua que no excluya la verdad y la justicia. Hay que sumar en lugar de restar. Importa cicatrizar las heridas, evitar las concepciones que nos dividen entre puros e impuros, y no alentar nuevas exasperaciones y polarizaciones[6], para no desviarnos del gran objetivo: contribuir a erradicar la pobreza y la exclusión.

¿Qué estilo de liderazgo necesitamos hoy?

20. Para nosotros, este es el verdadero fundamento de todo poder y de toda autoridad: servir a Cristo, sirviendo a nuestros hermanos.

21. En un cambio de época, advertimos la notable ausencia, en el ámbito político, comunicacional y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos, con fuerte personalidad y abnegada vocación, que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas[7]

22. Por eso, es fundamental generar y alentar un estilo de liderazgo centrado en el servicio al prójimo y al bien común.[8]
El testimonio personal, como expresión de coherencia y ejemplaridad ,con capacidad de promover el desarrollo integral que ayude a despertar nuevas vocaciones de compromiso social y político.
El verdadero liderazgo supera la omnipotencia del poder y no se conforma con la mera gestión de las urgencias.
Recordemos algunos valores propios de los auténticos líderes: la integridad moral, la amplitud de miras, el compromiso concreto por el bien de todos, la capacidad de escucha, el interés por proyectar más allá de lo inmediato, el respeto de la ley, el discernimiento atento de los nuevos signos de los tiempos y, sobre todo, la coherencia de vida.

23. Alentamos a los líderes que se esfuercen por ser nuevos dirigentes, más aptos, más sensibles al bien común, y capacitados para la renovación de nuestras instituciones[9] También queremos reconocer con gratitud a quienes luchan por vivir con fidelidad a sus principios.
Y a los educadores, comunicadores sociales, profesionales, técnicos, científicos y académicos, que se esfuerzan por promover una concepción integral de la persona humana. Uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo es recuperar el valor de toda sana militancia.

Nuevas angustias que nos desafían

24. Emerge una nueva cuestión social: hoy han surgido formas inéditas de pobreza y exclusión[10]. Se trata de esclavitudes modernas ; no son solamente “explotados” sino que han llegado a ser “sobrantes y desechables”[11]

25. La nueva cuestión social, abarca tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas que no encuentran sentido Ello se manifiesta, por ejemplo, en el crecimiento del individualismo y en el debilitamiento de los vínculos personales y comunitarios[12], las graves carencias afectivas y emocionales[13].
Invitarnos a discernir y promover nuevos vínculos de pertenencia y convivencia y nuevos estilos de vida más fraternos y solidarios.

26. Reconocemos una recuperación en la reducción de los niveles de pobreza e indigencia después de la crisis de 2001-2002.
Pero también es verdad que no se ha logrado reducir sustancialmente el grado de la inequidad social.

27. Es grave la situación de la educación en nuestra patria: profunda emergencia educativa

28. Es gravísimo el problema del endeudamiento del Estado. Los pagos de la deuda externa condicionan gravemente los esfuerzos que debieran realizarse para saldar la deuda social.

29. No se ha podido erradicar un histórico clima de corrupción. Tampoco el mal del clientelismo político, alimentado por la distribución de subsidios ,la marginación de los aborígenes y de los inmigrantes pobres.
Es particularmente preocupante la situación de los adolescentes y jóvenes que no estudian ni trabajan, quedando a merced de propuestas fáciles o escapistas. Es escandaloso el creciente consumo de drogas que hace estragos cada vez a más temprana edad. En todo el país se ha multiplicado la oferta del juego.
La población se ve afectada por la violencia y la inseguridad que se manifiestan de variadas maneras.

30. Hubo numerosas iniciativas en diversos sectores de la sociedad, cuya experiencia puede ayudar a la construcción de un nuevo proyecto de país.
Se propusieron variados temas en orden al desarrollo integral de todos.
En particular recordamos la inmensa tarea iniciada en aquellos días por las mesas del Diálogo Argentino.
Hoy una vez más necesitamos discernir los caminos para superar las nuevas angustias que nos desafían, confiando en las reservas morales y en los profundos valores que son el sustento de nuestra convivencia.

Metas a alcanzar a la luz del Bicentenario

31. A la luz del principio de la dignidad inviolable de cada ser humano y de una concepción integral de la persona, nos parece imperioso proponer, algunas metas prioritarias para la construcción del bien común:

32. Recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas.

33. Avanzar en la reconciliación entre sectores y en la capacidad de diálogo.

34. Alentar el paso de habitantes a ciudadanos responsables.

Fortalecer las instituciones republicanas, el Estado y las organizaciones de la sociedad.

35. Mejorar el sistema político y la calidad de la democracia.

36. Afianzar la educación y el trabajo como claves del desarrollo y de la justa distribución de los bienes.

37. Implementar políticas agroindustriales para un desarrollo integral.

38. Promover el federalismo,

39. Profundizar la integración en la Región.

Conclusión

40. Les hemos escrito estas reflexiones con espíritu constructivo, sin dejar de interrogarnos sobre nuestras propias responsabilidades.
Lo hacemos desde la fe en Jesucristo.

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[1] Conferencia Episcopal Argentina, Oración por la Patria, 2001

[2] ICN, 197; NMA 28

[3] DA, 30

[4] CDSI, 184

[5] DA, 384.

[6] DA, 534

[7] DI, 4

[8] ChL, 42; CDSI, 410.

[9] CEA, “Afrontar con grandeza nuestra situación actual”, 80ª Asamblea Plenaria, 11 de noviembre de 2000

[10] SRS 15

[11] DA 65

[12] DA, 44

[13] DA, 444

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