"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 1 de mayo de 2010

UNASUR y Kirchner...

La falta de neutralidad hace del ex presidente argentino un mal candidato para un cargo que requiere un conciliador

Fuente: La Nación

La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) nació bajo el signo de la controversia.
La definición misma de esa unidad adoptó, por lo menos en apariencia, el más superficial de los criterios: el de la mera espacialidad.
América del Sur no es un sujeto histórico. Es, apenas, un sujeto geográfico.
Esta peculiaridad podría ser inofensiva si no entrañara una exclusión.
Pero la idea de América del Sur suele formularse en oposición a América del Norte.
Y esa clasificación implica una amputación: la de México, país que está unido al resto de América latina por lazos históricos, lingüísticos, culturales y económicos.

Con la segregación de México, la región pierde un aporte de extraordinaria riqueza. Quienes justifican ese recorte aducen que los mexicanos se han integrado a un bloque presidido por los Estados Unidos, el Nafta.
Este diseño internacional, habitual en cierta literatura brasileña de tintes nacionalistas, propone la existencia de dos Américas, una con capital en Washington, y la otra, en Brasilia.
Es una visión empobrecedora, que ignora que una de las muchas contribuciones de la sociabilidad mexicana al resto de los países de raigambre latina es su proximidad, tensa y osmótica, con los Estados Unidos, en especial con la comunidad de origen hispano que está cobrando un protagonismo creciente en ese país.

Pero las limitaciones de la Unasur no son sólo conceptuales.
También su construcción administrativa adolece de vicios inquietantes.

. El primero de ellos es su informalidad.
Hasta ahora sólo cuatro países han ratificado el Tratado Constitutivo de esta liga:
son Bolivia, Ecuador, Guayana y Venezuela.
. Brasil, Chile, Colombia, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y la Argentina todavía no lo han hecho.
Esta demora le da a la Unión una densidad apenas superior a la de un club de amigos.

La postulación de Néstor Kirchner como secretario general del bloque, realizada por el presidente de Ecuador, Rafael Correa, viene a agudizar estas debilidades.
Como presidente de la República, Kirchner no participó de la reunión fundacional de la Unasur, celebrada en Cuzco en diciembre de 2004, y se hizo representar por su vice, Daniel Scioli, en un gesto que "sus colegas de entonces entendieron como un desaire".
En aquel tiempo, los Kirchner menospreciaban la Unasur porque interpretaban, no sin razón, que era una criatura en cuyo nacimiento había tenido mucho que ver Eduardo Duhalde.

Aquella ausencia de Kirchner confirmó el desdén del santacruceño por las relaciones internacionales.
Si les prestó atención, fue sólo para atizar conflictos: desde el que se abrió con Chile por la reticencia a cumplir con la provisión de gas, hasta el que todavía no se cerró con Uruguay, por la instalación de una fábrica de pasta de celulosa en Fray Bentos.
Este último episodio fue el motivo de que, a contrapelo de una secular tradición bilateral, el ex presidente Tabaré Vázquez vetara al ex mandatario argentino para coordinar la Unasur.

Sin embargo, en la promoción de Kirchner hay algo más insólito y es que la comunidad regional renuncia con ella a la más mínima neutralidad.

En principio, el aspirante a coordinar la Unasur es el enfático simpatizante de una corriente ideológica, de rasgos nacionalistas arcaicos, como la liga bolivariana que encabeza Hugo Chávez e integran Rafael Correa y Evo Morales.

El vínculo de los Kirchner con el emir caribeño incluyó el imperdonable menosprecio de otras naciones, como Colombia.
Durante su discurso de asunción de mando, la Presidenta maltrató a Alvaro Uribe pidiéndole impertinentes explicaciones por su política contra las FARC.
Días después, su esposo recorrió la selva colombiana de la mano de Chávez con la intención de liberar rehenes.
Estos episodios no serían más que demostraciones de mala praxis diplomática, de no existir el clima prebélico que el caudillo venezolano alienta contra Colombia.
La Presidenta tuvo ocasión de experimentarlo hace pocos días, cuando asistió, en Caracas, a un interminable desfile militar, parodia de aquellos otros que embelesaban a los dictadores nacionalistas en los años cuarenta.

Estos antecedentes deberían ser suficientes como para que la comunidad regional dude de la conveniencia de llevar a Kirchner a un cargo que demanda, antes que otra cosa, "imparcialidad"
Pero desde hace tres años, el vínculo del kirchnerismo con Venezuela está fundadamente sospechado de corrupción.

No es un buen comienzo que la secretaría general de la Unasur se inaugure con un ex mandatario acusado en distintas instancias de la Justicia de los Estados Unidos por recibir dinero negro de Chávez para la campaña electoral de su esposa.

Ese rasgo lamentable del vínculo bolivariano ha vuelto a aparecer con la denuncia de un embajador argentino sobre la exigencia de sobornos en el intercambio comercial entre los dos países.

Tal como lo expresamos el 5 de este mes en estas columnas, la falta de neutralidad hace de Kirchner un mal candidato a ejercer una función multilateral que tiene también una dimensión doméstica todavía más preocupante.

Los líderes de la región no están por poner la Unasur en manos de un ex presidente, sino en las de un candidato a presidente.
Es ya una circunstancia inconveniente que un funcionario internacional encabece un partido político.
Pero Kirchner está lanzado a conquistar la Presidencia en 2011.
Su postulación y posterior designación al frente de la secretaría general podría ser entendida, entonces, como una intervención, sin duda involuntaria, en los asuntos internos de la Argentina.
Esa posibilidad desmerecerá también a la entidad internacional, ya que estará dando sus primeros pasos de la mano de alguien a quien la lucha partidaria por el poder le impide ejercer una representación integral de su país.

Frente a estas graves deformaciones, hay faltas a la seriedad que resultan detalles.

. Una es el hecho de que la secretaría general de la Unasur no se inaugure en su sede reglamentaria, la ciudad de Quito, sino en Buenos Aires, para facilitar a Kirchner su dedicación a la política argentina.

Para los ciudadanos argentinos estas excentricidades, que bordean lo irregular, son el pan de cada día.
Pero no deja de llamar la atención que la confusión del Estado con el partido, el abandono de la igualdad ante la ley, el espíritu de facción y la contaminación de lo público con lo privado, tan frecuentes en nuestro país, adquieran una extensión internacional en el preciso momento en que Kirchner descubre, al cabo de toda una vida política, la existencia del mundo exterior...

No hay comentarios: